El coste de la vivienda hace que la población sin hogar de Mallorca se duplique

La bajada de las temperaturas ha hecho que ayer quedara activada la alerta destinada a incrementar la ayuda y protección a las personas que están pernoctando en la calle

Imagen de archivo de un trabajador de Cruz Roja ayudando a una persona sin hogar.

Imagen de archivo de un trabajador de Cruz Roja ayudando a una persona sin hogar. / Cruz Roja

Fernando Guijarro

Fernando Guijarro

El Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales (IMAS) activó ayer la alerta por bajas temperaturas destinada a elevar la ayuda para las personas sin hogar y poder ofrecer un techo bajo el que pasar la noche. La trascendencia de este hecho radica en que desde 2019 hasta ahora la cifra de individuos que pernoctan en la calle se ha duplicado en la isla debido a que un colectivo cada vez mayor tiene problemas para acceder al alquiler de una vivienda y ni siquiera puede pagar los precios que se piden por una habitación, según subraya la coordinadora del programa de personas sin hogar de Cruz Roja, Marga Plaza.

El censo de esta población elaborado por el IMAS cifró durante 2019 en 208 las personas registradas durante una noche viviendo en la calle en la zona de la bahía de Palma. En noviembre del pasado año un nuevo recuento elevó esa cifra hasta las 440, más que duplicando el dato anterior. Pero se trata del censo elaborado durante una noche, y los datos de Cruz Roja son todavía más significativos.

A través de las unidades móviles de emergencia social (UMES) que financia el Consell de Mallorca y que gestiona la citada organización, si a lo largo de 2019 se atendieron a algo más de 1.200 individuos en esa situación, durante el pasado año se rondaron los 2.000, con una previsión de que a lo largo de 2025 se mantendrá esta última cifra o incluso podría llegar a crecer, confirmando así que el problema se ha duplicado en tan solo cuatro años.

Hay que señalar que los datos de Cruz Roja hacen referencia a las personas atendidas anualmente en Palma y sus inmediaciones por haber tenido que pernoctar en la calle, ya sea con carácter estable o por un intervalo de tiempo reducido al no disponer temporalmente de un techo.

La cifra de asentamientos ha crecido durante los últimos años

La cifra de asentamientos ha crecido durante los últimos años / B. Ramón

Coste de la vivienda

Este enorme aumento de la población sin hogar tiene un causante claro: el precio de los alquileres, incluso el de una habitación, resulta inasumible para un número creciente de personas, incluso perceptoras de un salario o de ayudas económicas, como el ingreso mínimo vital. Tal y como destaca Marga Plaza, el problema radica en que aunque esa ayuda sea suficiente para alquilar una habitación, no deja margen para cubrir los demás gastos necesarios para vivir, como alimentación, ropa o cualquier otro producto de primera necesidad.

Tal y como subraya, lo que hace años podía ser considerado como un problema de exclusión social (la mayoría de las personas sin hogar tenía asociada alguna enfermedad mental o dependencia) ahora ha derivado hacia una cuestión de exclusión residencial. Es decir, se ven obligados a pernoctar en la calle, aunque sea durante un periodo corto, individuos que tienen unos ingresos, en ocasiones un empleo, y que no sufren situaciones de enfermedad, al menor por el momento.

Este último matiz es muy importante ya que la representante de Cruz Roja es tajante al afirmar que «la calle deteriora mucho, tanto física como mentalmente». El temor de la responsable de este servicio es que estas situaciones se vayan cronificando en algunos individuos, hasta el punto de terminar derivando en enfermedades.

El problema es que por el momento no se perciben síntomas de mejoría, y todo apunta a que los problemas para acceder a una vivienda se van a mantener durante bastantes años.

Hay personas que siguen durmiendo en el aeropuerto

Hay personas que siguen durmiendo en el aeropuerto / B. Ramón

Asentamientos

Si durante los años que siguieron al estallido de la burbuja inmobiliaria y de la crisis que se generó se volvió habitual la imagen de personas durmiendo en los bancos de la vía pública o en el interior de los cajeros automáticos, en estos momentos lo habitual es que esta población se instale en asentamientos y en edificios abandonados en busca de una mayor seguridad, perdiendo visibilidad, según señala Marga Plaza. En cualquier caso, sigue habiendo personas que aprovechan instalaciones como el aeropuerto para pasar la noche.

El servicio de UMES que gestiona Cruz Roja dispone de un equipo de 13 personas y de una furgoneta que recorre las calles de Palma desde las 22 horas y hasta las 3 de la madrugada, repartiendo bebidas calientes y ropa de abrigo, y ofreciendo alternativas de alojamiento para pasar la moche cuando se declara la alerta antes señalada por descenso brusco de temperaturas (por ejemplo, si las mínimas quedan por debajo de los 10 grados). También se tienen dos coches para acompañar a algunas de estar personas durante el día para ir a alguna consulta médica o tramitar algún papel.

Además, en los centros del IMAS se amplía temporalmente el número de camas para poder atender a estas personas, pero se reconoce que su cifra ha crecido tanto que en ocasiones no hay plazas disponibles.

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