Una víctima de violencia de género, en situación de exclusión social y con problemas de salud mental: "Por ser mujer te han inculcado que no vales nada, que eres una perdida"

Más de una treintena de mujeres en situación de exclusión social y con problemas de salud mental son atendidas en la isla en un programa de la entidad Gira-Sol. Prácticamente todas ellas padecen violencia machista

Mujeres en situación de exclusión social y con problemas de salud mental, víctimas de violencia machista: "Los hematomas desaparecen, pero el daño psicológico, no"

Guillem Bosch

B. Palau

B. Palau

Palma

«Cuando llegué a Gira-Sol recuerdo que en esos momentos estaba consumiendo, consumía de todo. Había estado en Ca l’Ardiaca, estuve ingresada en Son Dureta y también en el geriátrico de Son Dureta y en Son Espases. Javier, Estefy y Marina, mis técnicos, son mis tres puntales. Cuando llegué aquí, estaba bajo los efectos de las drogas, con falta de autoestima, todo me daba igual… Javier me vino a buscar a Son Espases hace un año y medio», explica Llucia Cercós Planas, de 64 años.

«El tiempo que estuve ingresada no veía que había sufrido violencia de género. Sigo en tratamiento psiquiátrico y psicológico. Padezco trastorno bipolar. Cuando consumía cocaína, alcohol o marihuana, más la medicación que tomaba, no era consciente. Yo era consciente de que estaba en la calle, de que me estaban utilizando y tú dejas que pase, no le das importancia, porque la historia se repite. Cuesta darte cuenta, pero si tienes profesionales cerca eso es esencial. Yo siempre digo que la ayuda tiene que ser de profesionales de todo tipo. Te tienen que hacer ver que estás equivocada, que las drogas no ayudan, que tienes que recuperar tu vida. Y cuesta, cuesta mucho», asegura Llucia con un tono afable y una seguridad rotunda.

Su testimonio es extremo. Cuando la vulnerabilidad te lleva a tocar fondo. Como ella, más de una treintena de mujeres en situación de exclusión social son atendidas en la actualidad en Mallorca por la asociación Gira-Sol, que trabaja en beneficio de las personas con diagnóstico de salud mental. Prácticamente todas ellas han sufrido o sufren violencia machista.

«No es fácil recuperarse porque cada vez que hay algo que te recuerda, emocionalmente es duro y te ves condicionada por tu salud mental que es lo que más importa, porque físicamente te puedes recuperar de una manera que emocionalmente no es tan fácil. Los hematomas desaparecen, pero el daño psicológico no. Incluso yo, ahora, estoy bloqueada emocionalmente. O sea, a lo mejor tengo ganas de llorar y no lloro. No me salen las lágrimas. Tengo la emoción, pero me bloqueo», reconoce Cercós. «Por eso, digo que no es fácil. Te ves bloqueada por todo lo vivido, por toda la experiencia, porque por el hecho de ser mujer te han estado inculcando que tu no vales nada, que eres una perdida, una drogadicta, que no tienes derecho a nada», añade.

Dar visibilidad a esta lacra

«Puede haber violencia sobre los hombres, pero es algo mínimo. Las mujeres siempre somos las que recibimos y ¿por qué?, pues porque falta educación en la sociedad y falta dar visibilidad a toda esta problemática. Las mujeres lo que tenemos que hacer, aunque sea difícil, es denunciar. Es un paso muy complicado porque no es lo mismo hablarlo entre psicólogos que ir a una comisaría y decir que no tienes pruebas porque no tienes marcas físicas y, además, estás colocada y nadie te cree», se lamenta la mujer.

Llucia Cercos Planas, de 64 años, conversa con su técnico de referencia, Javier Gallardo, en Palma.

Llucia Cercos Planas, de 64 años, conversa con su técnico de referencia, Javier Gallardo, en Palma. / Guillem Bosch

«La sociedad no está involucrada, son situaciones realmente dolorosas y tú te tienes que levantar. Llega un momento que dices por qué yo me tengo que abandonar de esta manera, yo antes no era así, antes me refiero a hace muchos años, yo antes estaba capacitada para hacer mi vida. Todo mi entorno me llevó a hacerme sentir que no valía nada», se sincera Llucia.

«Yo desde pequeña he tenido problemas. Con cinco años, un vecino me agredió sexualmente. Fui a buscar a mis hermanas y a mi vecina. Cuando se lo dije, se pusieron a reír. Aquello me causó tanta rabia, tanto dolor, que pensé, si no me han hecho caso ellas, quién me va a creer. Así que cerré la boca y me lo comí yo sola. Pero esto después te persigue, porque llega un punto que te hacen sentir tan mal que te destruyen la ilusión para tener otra relación. Estoy tan quemada de las relaciones... Todas las relaciones que he tenido han acabado mal, en violencia de género, hasta llegar al extremo de tener que cortar de golpe. Todo esto viene desde la infancia, cuando no te han respetado como mujer», reflexiona Cercós.

Programa de atención

El programa de atención integral y promoción de la autonomía que sigue Llucia en Gira-Sol, concertado con el IMAS, trabaja con personas con diagnóstico de salud mental y exclusión social en la isla. «Trabajamos con personas que están aisladas de la red social y que quieren volver a conectar con esa red, pero necesitan apoyo. Las personas que acceden a nuestro servicio tienen un técnico referente y, a menudo, un técnico de apoyo, que se desplaza al lugar en el que la usuaria esté», explica la coordinadora del programa, la psicóloga Laura Mauro.

Jaume Pocoví, Laura Mauro y Javier Gallardo, técnicos de la asociación Gira-Sol.

Jaume Pocoví, Laura Mauro y Javier Gallardo, técnicos de la asociación Gira-Sol. / Guillem Bosch

«Trabajamos los objetivos que la persona tenga y necesite para volver a conectar con la red social. Ella se marca sus objetivos. Es la persona la que decide el modo, el tiempo. El profesional lo que hace es acompañarla», agrega Mauro.

«Hace poco que he cumplido 64 años y la mitad de la vida me he encontrado en situaciones extrañas. Estuve ingresada en el psiquiátrico y en otros centros que no valían nada. Esto también te afecta. Según qué profesionales te arreaban o te ataban a la cama. Son experiencias muy duras», detalla Llucia Cercós.

«La relación con mis técnicos de referencia me ha supuesto mucho a nivel psicológico y social. Para mi salud mental han resultado fundamentales. Nunca me he sentido obligada a hacer nada. Ellos me preguntaban, a veces yo no contestaba. Siempre han respetado mis decisiones. Ahora ya estoy llegando al final del proceso con Gira-Sol, estoy tocada emocionalmente porque les quiero mucho. Empezaré una nueva etapa con otra entidad», concluye Llucia.

«Casi todas las mujeres que tenemos en nuestro programa padecen o han padecido violencia machista. Es una problemática totalmente real», confirma la técnica de Gira-Sol, Laura Mauro. «Esto se debe a su situación de vulnerabilidad. La mayoría de las mujeres, por el hecho de ser mujeres, ya somos vulnerables a sufrir violencias machistas. Si, además, tienes otras vulnerabilidades como puede ser un diagnóstico de salud mental, hay más probabilidades. A veces, problemas de violencia machista no tratados en la infancia pueden generar diagnóstico de salud mental en el futuro», remarca Mauro.

Jaume Pocoví, psicólogo también de Gira-Sol, abunda: «Hablamos de cualquier tipo de violencia de género, violencia psicológica, económica, no solo es física».

En este sentido, «el sistema patriarcal acaba castigando a las víctimas. Casi el cien por cien de las mujeres que atendemos nos ha relatado que ha sufrido violencia machista. Y, a la vez, observamos que esta violencia es la causa de problemas de salud mental. Es bidireccional», subraya Pocoví. «Y vemos también que estas múltiples vulnerabilidades pueden acabar en una situación de aislamiento social extremo como son los casos que nos encontramos día a día», añade el psicólogo.

«También es muy importante tener una formación y una perspectiva de género desde nuestro equipo para poder atender esta necesidad que es real. Nuestro día a día nos lo demuestra», reconoce el técnico.

Él ha acompañado a víctimas en situaciones muy precarias que han sufrido todo tipo de violencia. «Recuerdo a una mujer totalmente anulada, totalmente invalidada, que se sentía muy pequeña, incapaz de tomar sus decisiones. No podía disponer de dinero. Todo esto fue un proceso muy largo de casi tres años hasta crear un vínculo y llegar a conocer a esta persona. Como técnico hombre notamos cierta resistencia, desconfianza y sorpresa», admite el psicólogo.

Los técnicos de Gira-Sol, junto a Llucía Cercós Planas, en Palma.

Los técnicos de Gira-Sol, junto a Llucía Cercós Planas, en Palma. / Guillem Bosch

«Es algo muy chocante para ellas que un hombre ofrezca su ayuda desinteresadamente», destaca Javier Gallardo, otro técnico de Gira-Sol, el profesional de referencia de Llucia Cercós. «Vas trabajando poco a poco con la persona hasta que ves un rayo de luz. Hasta ese momento, hay un desgaste tanto del profesional como de la persona porque es un proceso complejísimo. No tenemos varitas mágicas con soluciones rápidas», asegura Gallardo.

El proceso, una montaña rusa

«Es un proceso que es una montaña rusa, con recaídas, crisis. Nosotros solo estamos ahí, escuchando y acompañando. Yo me acerco, te ayudo, pero tú decides cómo quieres solucionar tu vida. Hay historias con cambios positivos, pero muchas otras, no», indica Pocoví. «La mayoría de las veces sale bien cuando generas un vínculo porque las personas que llegan se sienten tan poco queridas y sobre todo por profesionales. Muchas ocasiones me han dicho ‘es la primera vez que me siento tratada como una persona’», incide Laura Mauro.

Esperanza (nombre ficticio) es madre de una joven que sufrió malos tratos por parte de su pareja durante años. «Nos cambió la vida, ella vivió episodios muy duros. Mi familia y yo nos sentíamos impotentes. Los malos tratos físicos y morales eran constantes. Fueron muchos años batallando con este durísimo problema, con muchas y variadas maneras de dominar, de acallar, hasta el punto de que ella se creía culpable de todo. No se movía de su lado para nada. Tenía golpes y moratones en cualquier parte de su cuerpo», recuerda la progenitora emocionada.

«Ella no era consciente de lo que le ocurría, vivía en la calle, mendigando comida, sin poder ducharse ni ponerse ropa limpia. Se degradó como mujer, como persona, hasta que aparecieron unos ángeles, dos profesionales de Gira-Sol, que consiguieron ayudarla y hacer más llevadera su vida y la nuestra. Por eso, les estaré eternamente agradecida», añade Esperanza.

«A las mujeres maltratadas les digo que luchen por sus vidas y las de sus hijos y que pidan ayuda, todas estas mujeres valen mucho», insiste la progenitora.

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