Tribunales
Juzgan a un padre en Palma por dar una patada en la espalda a su hija de diez años porque no quería salir del coche
El acusado y la niña niegan la agresión, pero un testigo confirma que vio cómo la menor fue pateada en Marratxí

El padre acusado, junto a la intérprete, durante el juicio celebrado en la sede de Vía Alemania, en Palma. / B.P.
Un hombre de mediana edad fue juzgado en los últimos días en Palma por propinar una patada en la espalda a su hija de diez años cuando lloraba porque no quería salir del coche en el aparcamiento de un centro comercial en Marratxí a mediados de junio de 2023.
El acusado, natural de Marruecos y que carece de antecedentes penales, negó los hechos ante la magistrada. «No le di una patada. La niña no quería bajar del coche. Yo la saqué. No es cierto que le diera una patada», insistió el sospechoso. Esa tarde, «no estaba nervioso», aseguró.
La menor también negó la agresión. «No me pegó papá» recalcó. «Mi familia me ha enseñado a ser sincera. Yo no quería salir del coche. Él me dijo que me animara y que saliera. Yo no quería entrar en la tienda. Me quedé jugando afuera. Luego vino la Policía. Me preguntaron si mi padre me había pegado. Yo les dije que no», recordó la niña.
Sin embargo, un testigo que se dirigía a la entrada del centro comercial con su hijo de nueve años cogido de la mano confirmó que vio a un hombre como le daba una patada en la parte alta de la espalda. «Nos quedamos sorprendidos. Vi a una niña llorando en la zona del aparcamiento. Había dos varones. Ella tenía una rabieta y estaba agachada, fuera del coche. Uno de los hombres, el más mayor, le dio una patada por detrás, casi se golpea contra el suelo. La niña siguió llorando. Mi hijo temblaba. Al entrar al centro comercial, se lo comenté al vigilante de seguridad», manifestó el ciudadano.
«El señor estaba con mala cara, enfadado. A mí en la vida se me ocurriría hacer una cosa así, yo tengo tres hijos y como todos los niños han tenido rabietas», reconoció el testigo.
Precisamente, la fiscal destacó en sus informes que el padre acusado se excedió absolutamente en el deber de corrección como progenitor ante una rabieta de su hija, menor de edad. La representante del ministerio público solicitó una pena de seis meses de prisión para el encausado por un delito de maltrato en el ámbito familiar. Además, pidió que se le prive del derecho a la tenencia y porte de armas por un periodo de dos años, así como que se le prohíba aproximarse y comunicarse con la niña durante un año.
Por su parte, el abogado defensor reclamó la libre absolución de su representado al argumentar que no existía prueba de cargo suficiente contra él.
Queja en la última palabra
El acusado, en el turno de la última palabra, se mostró desafiante y contrariado ante la jueza. «Yo no puedo perder el tiempo y perder un día del trabajo por nada. Yo nunca he tenido problemas», subrayó. La magistrada le preguntó: «¿En el caso de que sea condenado, estaría dispuesto a realizar trabajos». El hombre se quedó perplejo y descolocado, titubeante y dubitativo. No supo qué contestar. La jueza le repitió la pregunta. Al final, ayudado por la intérprete, pareció tomar conciencia de que estaba siendo juzgado y consintió la posibilidad de la pena de trabajos comunitarios.
Su esposa, con la que lleva casado unos 40 años y con la que tienen en común cinco hijos, recordó el episodio ocurrido el pasado 10 de junio de 2023 por la tarde en el aparcamiento de la superficie comercial. «Yo también estaba allí. No es cierto que él le diera una patada a la niña. No le ha pegado a su hija. Yo no lo permitiría, no le dejaría hacerlo», aclaró la mujer.
Mientras, un policía local de Marratxí que patrullaba por la zona explicó que fue requerido por un vigilante de seguridad del centro comercial porque un ciudadano había visto cómo una niña recibía una patada en la espalda. «El sospechoso estaba muy nervioso, un poco agresivo. Se hallaba muy enfadado, muy alterado; decía que él podía hacer con su familia lo que quisiera. No se quería identificar. Luego, la niña y él lo negaron», detalló el agente.
Un compañero ratificó su versión: «Él tenía una actitud desafiante. Ningún miembro de la familia reconoció la agresión».
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