Robos y amenazas de muerte: el negocio mallorquín cierra en Barcelona tras intentar expandirse a la península

Maricastaña, la tienda más viral del centro de Palma, ha denunciado en sus redes sociales la dura realidad del emprendimiento

“El pequeño comercio en Baleares está sufriendo muchísimo, lo comentamos con todos los compañeros del barrio”, confiesa Vicky Pinar, cofundadora de la marca, a este medio

Maricastaña cierra en Barcelona tras intentar expandirse a la península.

Maricastaña cierra en Barcelona tras intentar expandirse a la península. / Maricastaña

Palma

El pequeño comercio ha enfrentado desafíos sin precedentes en los últimos años, y la historia de Maricastaña es un claro ejemplo de las dificultades que muchos emprendedores han tenido que sortear. Fundada hace casi una década en el centro de Palma, la tienda se ha destacado por su enfoque en la moda colorida y auténtica, dirigida a aquellos que desean romper con la monotonía. Sin embargo, su reciente intento de expandirse a Barcelona ha sido una verdadera pesadilla que refleja la crisis que vive el comercio local.

La filosofía de Maricastaña

Maricastaña nació de la frustración de sus fundadores, Vicky Pinar y Sergio Gamisans, quienes querían crear una marca que verdaderamente resonara con su estilo de vida. Así, dieron vida a un espacio que no solo vende ropa, sino que también promueve una filosofía de vida basada en el optimismo y la autenticidad. La marca se caracteriza por sus estampados atrevidos y vibrantes, diseñados para empoderar a quienes los llevan. Con una comunidad online que supera los 67 mil seguidores en Instagram, Maricastaña se ha convertido en un referente de buen rollo y actitud positiva. Sin embargo, a pesar de su éxito en Palma, el salto a Barcelona ha resultado complicado.

La realidad del comercio en Barcelona

La decisión de abrir una tienda en Barcelona fue impulsada por el deseo de expandir su comunidad y encontrar un nicho en una ciudad vibrante y llena de oportunidades. "Elegimos Barcelona porque sentimos que es como una Mallorca grande, con muchísima moda y gente alternativa", explica Vicky Pinar. Sin embargo, la realidad que encontraron fue muy distinta.

La crisis del pequeño comercio en Barcelona ha sido aguda. La combinación de altos alquileres, un aumento constante de los gastos operativos y una creciente inseguridad ha creado un entorno insostenible para negocios como el de Maricastaña. "El bajón que ha sufrido el pequeño comercio, junto con la complicación de gestionar una tienda teniendo un mar de por medio y la inseguridad que hay ahora mismo en Barcelona, ha sido el cóctel que nos hizo, desde principio de año, plantearnos cerrar la tienda. No nos ha sido sostenible mantenerla, el alquiler era muy alto y cada año subía más. Los gastos que conlleva son frenos al emprendimiento", lamenta la cofundadora.

La inseguridad ha sido uno de los factores más críticos. Con una subida de casi el 50% en criminalidad en algunas localidades de Barcelona, según datos recientes del Ministerio del Interior, muchos comerciantes sienten que no pueden ofrecer un entorno seguro para sus clientes. "La gente local evita bajar al centro. La seguridad es un derecho que debería tener todo ser humano: estar tranquilo, poder pasear por la calle sin que te vayan a robar el móvil o venga alguien con un patinete y te quite algo de las manos. Entiendo que la gente evite las zonas donde sucede esto. No es agradable llegar a la tienda y encontrarte a gente sin techo en los escaparates de todos los comercios", afirma Pinar, quien destaca que, en comparación, en Palma han podido operar con tranquilidad.

El impacto en el pequeño comercio

El pequeño comercio se ha convertido en una parte esencial del tejido social y cultural de las ciudades. Sin embargo, la situación económica actual ha obligado a muchos negocios a replantearse su viabilidad. "Debido a la situación económica, tenemos que estar muy pendientes de los números", reconoce la CEO. La crisis ha afectado a todos los sectores, y el comercio local no es la excepción.

La dificultad de mantener una tienda física se ve agravada por la falta de apoyo gubernamental y la desaparición de ayudas que antes eran cruciales para la supervivencia de los pequeños comercios. "El pequeño comercio en Baleares está sufriendo muchísimo, lo comentamos con todos los compañeros del barrio", advierte Pinar. La diversidad y la singularidad que aportan las pequeñas tiendas son lo que hace que una ciudad sea especial, según la empresaria.

Un futuro con incógnita

El cierre de la tienda en Barcelona ha sido un duro golpe para Maricastaña, pero también una oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido. "Es muy triste y da mucha pena decir adiós. Crecer es fácil pero nadie te enseña a decrecer. Hemos tenido que hacer mucho trabajo personal para no considerar esto un fracaso, si no un aprendizaje, y volver a casa, que es nuestra tienda de Palma", confiesa Vicky Pinar a este medio. La marca regresará a Mallorca, donde ha logrado fidelizar a una clientela local que aprecia su propuesta única.

A pesar de los retos, Maricastaña sigue comprometida con su comunidad. La clave para mantenerse a flote en tiempos difíciles radica en la conexión con los clientes y la capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias. "Queremos que esta relación no se termine porque no lo hayamos dado todo", concluye Vicky.

El futuro del pequeño comercio puede ser incierto, pero iniciativas como Maricastaña demuestran que la pasión y la autenticidad pueden ser fuerzas poderosas en la lucha por la supervivencia. Mantener viva la esencia del comercio local es esencial no solo para los emprendedores, sino también para la riqueza cultural de nuestras ciudades. Al final, es esa diversidad la da color a nuestras vidas.

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