Delitos informáticos

Condenan a un banco en Mallorca por filtrarse datos que permitieron estafar 30.000 euros a una clienta

Condena a la entidad a que indemnice el dinero que una usuaria perdió al caer en la trama de un delincuente que le pidió sus datos bancarios

La Policía viene advirtiendo del aumento de estafas informáticas en Mallorca.

La Policía viene advirtiendo del aumento de estafas informáticas en Mallorca. / DM

Las estafas informáticas se han convertido en uno de los delitos que más ha aumentado en España y Baleares no se salva de esta lacra. Son muchos los clientes, que en un momento de despiste o exceso de confianza, caen en las trampas que organizan las bandas criminales, que a través de diferentes sistemas informáticos, logran entrar en las cuentas bancarias de estas personas y se apoderan de todo el dinero que encuentran.

En una reciente sentencia de la Audiencia de Palma se insta a una entidad bancaria a que adopte las medidas necesarias de seguridad informática para que una clienta en concreto, aunque es un consejo que se podría generalizar, no tenga que asumir de su bolsillo los perjuicios que sufrió al caer en una de estas trampas.

Se trata de una mujer que un día recibió una llamada telefónica. Era un individuo que la llamó por su nombre (sabía de antemano su número de teléfono) y se hizo pasar por un empleado de la entidad bancaria. Le requería una serie de datos sobre sus claves de acceso a las cuentas bancarias, indicándole que el banco había detectado una serie de sospechosas operaciones. La mujer, lógicamente, de inicio no se fió de la llamada, pero para convencerla el comunicante se identificó con su nombre y apellido e indicó la oficina del banco donde estaba trabajando. Todo era mentira, porque se trataba de un estafador, aunque no se ha podido averiguar de qué forma sabía el nombre y apellidos de esta mujer, su teléfono y, sobre todo, la entidad bancaria donde tenía depositado todo su dinero.

Lo cierto es que la clienta, convencida de que se trataba de un empleado del banco, le dio la información que le había requerido. Con estos datos el delincuente informático logró entrar en la cuenta bancaria de la víctima y transfirió todos los fondos a otro destino. Se apoderó de cerca de 30.000 euros. La clienta no descubrió el engaño hasta semanas más tarde. Cuando acudió a la oficina descubrió que la persona que le había llamado no existía y, por lo tanto, era evidente que había sido víctima de una estafa informática.

La perjudicada consideró que era el banco el máximo responsable de lo ocurrido, al no adoptar las medidas de protección suficiente frente a este tipo de ataques informáticos. El banco, sin embargo, no quiso saber nada del tema y, por supuesto, se negó a hacerse cargo de las pérdidas. Consideró que la negligente había sido la clienta y no la entidad.

Ante esta postura la mujer decidió acudir a los tribunales. La demanda, inicialmente, fue desestimada. El juzgado interpretó que el banco no había cometido ninguna negligencia, ya que es habitual que lance avisos a sus clientes para que no caigan en este tipo de trampas. Sin embargo, este caso era especial. No se trataba de que la clienta hubiera recibido un mensaje telefónico o un correo electrónico, en el que se le anuncia que su cuenta va a quedar bloqueada si no entra en una determinada dirección y facilita unos datos. Esta mujer había recibido una llamada telefónica, donde el comunicante la llamó por su nombre y, además, sabía en qué entidad bancaria operaba.

La perjudicada decidió recurrir ante la Audiencia y en esta ocasión el tribunal le da la razón, de tal manera que considera que es el banco el que debe asumir el coste de la estafa. De hecho, en la sentencia se incide que las entidades financieras deben ser las que adopten las medidas de seguridad suficiente para proteger a sus cliente de este tipo de ataques, ya que es habitual que muchas personas caigan en estas trampas a pesar de los mensajes de advertencia que emiten los bancos. Y, en este sentido, consideran que no se puede atribuir los perjuicios sufridos a una negligencia de la propia clienta al no darse cuenta que la persona que la llamó y que después se quedó con todo su dinero era un estafador. La mujer recuperará todo el dinero perdido.

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