La última lección del profesor Cavanillas en la UIB: "Un jurista siempre debe tener sobre la mesa su sentido natural de la justicia"

Tras más de 40 años de docencia, el catedrático de Derecho Civil adelanta su retirada "en un 80% por motivos personales y en un 10% por insatisfacción con el rumbo que está adoptando la/su universidad"

El catedrático Santiago Cavanillas ha impartido su última lección en la UIB

El catedrático Santiago Cavanillas ha impartido su última lección en la UIB / Manu Mielniezuk

Mar Ferragut Rámiz

Mar Ferragut Rámiz

Palma

Tras más de 40 años de docencia, investigación y gestión, Santiago Cavanillas, catedrático de Derecho Civil de la Universitat de les Illes Balears, ha impartido hoy su última lección, subrayando algunos puntos que ha tratado de inculcar a sus estudiantes a lo largo de estos años, como la importancia de las palabras, el sentido común y el espíritu crítico para no caer en absurdos ni automatismos: "El jurista debe tener siempre encendido sobre la mesa su sentido natural de la justicia y la duda y el recelo ante lo establecido".

Pese a no considerarse "un hombre chistoso", su última clase ha sido un "divertimento" y ha incluido cuatro chistes, cada uno con su moraleja. Además la sesión ha concluido con una "metamoraleja", una reflexión final sobre su trayectoria, en la que se planteó incialmente subrayar la vocación de servicio público, el gusto por la innovación "discretamente heterodoxa" o "el afán continuo de mejora", pero que finalmente ha resumido con sinceridad: "Lo principal de estos años es que me he divertido mucho".

Los asistentes a su última clase también se han divertido. Y se han emocionado. Aina Salom, actual decana de la facultad de Derecho, ha sido la primera en hablar para agradecer al profesor Cavanillas la huella que deja en la institución. Ha agradecido además de qué manera, cuando fue decano, entre 2008 y 2014, le tocó asumir el aterrizaje del Plan Bolonia (una "enseñanza boloñesa" que ha ido narrando en su blog Zona Bolonia, que compagina con su otro blog, Zona Responsabilidad Civil) , que supuso una cantidad ingente de trabajo que él se echó a la espalda "con paciencia, valentía para proponer cambios y capacidad para encontrar soluciones". Su trabajo para confeccionar las guías docentes se convirtieron en referentes hasta para las otras facultades.

Pedro Grimalt, catedrático de Derecho Civil, se ha presentado como su discípulo más antiguo y se ha recordado sus primeros años de carrera "deambulando por la facultad" hasta que se encontró con un profesor "heterodoxo y preocupado porque el alumno aprendiese", un profesor que le hizo ver que el derecho era "entretenido y útil" y que le hizo por primera vez apreciar la materia. "Gracias a él no dejé la carrera", ha asegurado.

José Javier González de Alaiza, exalumno de Cavanillas y hoy docente de la Facultad, ha contado que en el primer día de clse un compañero le dijo que 'el profe se parecía a Clark Kent'. Él levantó la ceja, y no quiso a entrar a valorar el parecido físico, pero hoy ha explicado que por el modo de hacer las cosas, Cavanillas sí es un poco Supermán cuando lleva las gafas y no el traje ya que cuando él está en una situación de crisis, ésta siempre se resuelve favorablemente y haciendo además "esfuerzos denodados" para que no se note su intervención. Nélida Tur, también catedrática de Civil, ha remarcado su carácter exigente y empático a la vez, además de considerarlo como una persona muy valiosa "al conocer mejor que nadie la Facultad".

Al tomar la palabra Cavanillas para dirigirse a los asistentes de esta última sesión (muchos profesores de la facultad y también abogados y magistrados en activo, como Carlos Gómez, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Balears), ha querido algunos nombres propios, como los profesores Albiez y Pascual, que lo acogieron en la Universidad de Granada cuando era ayudante y se enfrentaba a su primera clase, o Tomeu Domenge, la primera persona de la UIB con la que habló.

Cavanillas saluda a Carlos Gómez, presidente del TSJB

Cavanillas saluda a Carlos Gómez, presidente del TSJB / Manu Mielniezuk

Dos vacas y el reto del mal legislador

Con su primer chiste ha ligado una conversación absurda sobre dos vacas (y la rotura de la lógica del argumento a contrari sensu) con los riesgos del mal legislador (ligándolo con el artículo 1 de la ley de responsabilidad civil y seguro en la circulación de los vehículos, que hasta que se pronunció el Tribunal Supremo ha estado generando discrepancias de interpretación). La primera moraleja de la mañana o conclusión que el catedrático que ha querido poner sobre la mesa es la "pérdida de la calidad legislativa experimentada durante nuestro siglo".

Pese a servir el tema con un chiste, el profesor ha mostrado su preocupación por la abundancia de textos, su descoordinación, absurdo o incomprensibilidad. "Legislar nunca es fácil, y hoy menos que nunca con un sistema multinivel y con una realidad cambiante y exigente, pero si el legislador se desprestigia y se conduce con descuido como el dueño de las vacas, produce inseguridad jurídica y se reduce la calidad de nuestro estado de derecho".

¿Son amigos o enemigos? El poder de las palabras

El segundo chiste ha servido para resaltar el valor de las palabras para los juristas. Siglo III, un legionario vigila en el muro de un fuerte romano en la frontera con Germania. Con algunos bárbaros ya hay colaboración, otros se siguen cargando a los romanos a base de bien. El legionario ve a los bárbaros acercarse y el centurión le pregunta: "¿Son amigos o enemigos?". Y el legionario responde que son amigos. Abren las puertas y los bárbaros los masacran. "¿No me has dicho que eran amigos?" "Lo parecían, como venían todos juntos y cantando..." Qué importancia las palabras y su interpretación, ha resaltado el catedrático: "Los juristas somos letrados al cuadrado, nuestro objeto de estudio son las palabras y las palabras son las herramientas con las que trabajamos, hay que quererlas pero también temerlas".

Abogados en activo, exalumnos y colegas de la facultad han acudido a la última lección de Cavanillas

Abogados en activo, exalumnos y colegas de la facultad han acudido a la última lección de Cavanillas / Manu Mielniezuk

Araña sin patas, araña sorda

Llega ya el tercer chiste, el del científico que en un experimento va arrancando patas a una araña y le da la orden de moverse y observa cómo el bicho se mueve hasta que ya no le queda ninguna pata. Conclusión: araña sin patas, araña sorda. "Inferencia cuasal de zoquete", ha señalado Cavanillas. "El sentido común del jurista no puede quedar eelbolsillo, debe tener siempre encendido de la mesa su sentido natural de la justicia, así como el recelo y la duda ante lo ha establecido", ha reivindicado, recordando a aquel "abogado de provincias" que peleó hasta el final por su cliente Mohamed Asid, víctima de un contrato hipotecario abusivo, y en 2013 logró una sentencia que cambió la ley española " y produjo uno de los primeros descalabros entre las potentes entidades financieras".

¿Tienen espíritu crítico los estudiantes de hoy? Cavanillas cree que lo tienen "invalidado" por un "fortísimo sesgo de conformidad y por un respeto rutinario a la autoridad académica". Ha concluido que esta actitud no puede enseñarse, no es un contenido, pero se puede alentar y ha recomendado para que ello fomentar que los estudiantes se enfrenten a las dos visiones del derecho: la de la clase y la del exterior.

La Asociación de Personas Ansiosas

Último chiste: una persona llama a la puerta de la Asociación de Personas Ansiosas. "La reunión es aquí, sí, es mañana, pero pase pase, que ya han llegado todos". El jurista, en contraposición, ha de ser lento, cauto, contar hasta 10 antes de contestar a un pregunta y su respuesta casi siempre será "depende". Porque "todo depende" como decía Pau Donés y más para ir "despacito" que cantó hasta el agotamiento Luis Fonsi, ha dicho el profesor poniendo música a la parte final de su intervención para defender el trabajo metódico y lento y evitar los automatismos y el punto ciego de los expertos.

Él ha decidido dejar la docencia unos antes de lo le correspondería "en un 80% por motivos personales y en un 10% por insatisfacción con el rumbo que está adoptando la/su universidad". Sabe que los colegas que se quedan se enfrentan a nuevos retos, como la atención destruida de una generación ya calificada como "la ansiosa". Y la prohibición del móvil en las aulas, ha indicado, "no es la solución porque el efecto del móvil va más allá de su uso, y además se transmite una imagen antediluviana de la universidad".

Su receta: seleccionar bien el material de las asignaturas, aplicar técnicas de aprendizaje activo (valorando que los estudiantes hoy son menos pudorosos a la hora de hablar en público y tienen una habilidad especial para resolver problemas), impartir clases "preciosas y no masivas", hacer leer y escribir a los estudiantes, dar una atención personalizada y aplicar todas las técnicas de motivación habidas y por haber. Santiago Cavanillas sabe que esta es una receta fácil de decir y difícil de hacer, pero él la ha intentado aplicar con humildad, entrega y una sonrisa durante 40 años, como han señalado sus exalumnos y colegas, y ahora que cuelga las botas su optimismo le lleva a pensar que otros profesores con misma determinación continuarán esta labor.

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