Análisis

El Parlament aprueba la violencia y el odio

Le Senne no es el candidato de Vox sino del PP, que lo elevó con 26 votos para reforzarlo ahora como el primer president imputado

Rechazado por 25 votos a siete, Le Senne continúa de presidente imputado del Parlament, ayer por lo menos no rompió nada.

Rechazado por 25 votos a siete, Le Senne continúa de presidente imputado del Parlament, ayer por lo menos no rompió nada. / Guillem Bosch

Matías Vallés

Matías Vallés

Gabriel Terminator Le Senne ha sido condenado por 25 votos en contra frente a solo siete a favor, gracias a lo cual sigue de presidente del Parlament, el primero imputado en medio siglo. La fachenda de un personaje irrelevante, que se siente revalidado por un cuatro a uno en pro de su destitución, solo se compensa en que ayer por lo menos no rompió nada. Ha frenado temporalmente sus instintos destructivos.

La izquierda corrió el riesgo inútil de someter el vandalismo parlamentario a votación. La continuidad de Le Senne se traduce en que el Parlament aprueba tanto la violencia, «he perdido los papeles» en labios del president, como el odio investigado ahora por la vía penal. El libertario abogado mallorquín ha liberalizado las conductas agresivas, refrendadas ahora por la cámara en pleno.

La proclamación de un Parlament brutalizado donde impera la ley de la selva ha sido posible gracias a que el PP se abstuvo, repitiendo su conducta en todas las cuestiones cruciales que afectan a Mallorca. El partido mayoritario de la cámara y asociado en el Govern no sabe nada y no contesta. Se dedica a los estudios de carga, y de descargo de personajes impropios de un mapa democrático.

Para el PP hubiera resultado más práctico apoyar con convicción a Le Senne, a fin de disimular el 25 a siete en contra de su president. Porque el agresor no es el candidato de Vox sino de los populares, que lo nombraron con 26 votos a ciegas y ahora lo refuerzan por sus méritos destructivos, aunque pretendan avergonzarse. Ni sus allegados hubieran votado a Le Senne, era imprescindible desconocerlo para apoyarlo. Esta finta absurda cursa con una mentira flagrante de Marga Prohens, que anunció literalmente que la presidencia de la cámara debía cambiar de manos. Faltar a la verdad por debilidad es un mal negocio.

El PP se desentendió de Le Senne cuando fue mal decapitado por sus propios correligionarios de Vox, aplaudiendo de facto su destitución. Los populares corren ahora en ayuda de su president del Parlament, de donde cabe deducir que solo han empezado a valorarlo cuando ha ejercido los valores de odio y violencia dominantes desde hoy en la cámara. El mismo silogismo opera con Idoia Ribas, que quiso ahorcar a Le Senne para sustituirlo en enero, y ayer le dedicó un voto cariñoso indistinguible de un apuñalamiento.

La mamarrachada que protagonizó Le Senne por voluntad propia es excesiva incluso para los estándares de lo que queda de Vox, pero en política no conviene dramatizar. Una dimisión o destitución debe ejecutarse cuando mantener en su cargo al señalado por el infortunio sale más caro que prescindir de sus servicios, así de sencillo.

Bajo el criterio neutro del pragmatismo, la permanencia de Le Senne impone servidumbres insoportables a largo plazo. Desgarró, ultrajó, estrujó, arrojó, cerró con fuerza, expulsó, cometió un presunto delito. Todo ello desde la Mesa del Parlament y en medio de un pleno, la supuesta concelebración en la cúspide de Balears. Estas conductas pueden suscitar la simpatía o incluso la complicidad del PP por un criterio de afinidad ideológica, pero cuesta entender qué beneficio obtendrá de un desbordamiento pasional grabado en vídeo, además de implantado en la actualidad de España entera. Ningún ciudadano no alemán ha brindado peor imagen de Mallorca en estos meses que el presidente reforzado del Parlament.

El error del PP se aprecia mejor dándole la vuelta a lo sucedido ayer. Gabriel Mister Hyde Le Senne es destituido por su conducta violenta hacia mujeres vivas y muertas. En tal caso, el president ya habría desaparecido de la actualidad, se hubieran consumado sus quince minutos de gloria. Estaría reducido a un diputado de a pie, todavía por encima de sus capacidades hasta que se observa el resto del elenco de Vox. Fin del problema.

El redimido Le Senne predica que «se ha impuesto el sentido común». Más allá del sarcasmo, cabe inferir que el despliegue violento fue solo un aperitivo de sus capacidades, y que lo mejor del espectáculo está por venir. La obsesión enfermiza por la memoria histórica ha ocultado que lo más relevante del vídeo ocurre tras destrozar la imagen de Aurora Picornell, cuando un Le Senne en modo general franquista amenaza con expulsar a todo el Parlament. Suerte que iba desarmado.

Nadie negará la coherencia entre los principios de Le Senne y su despliegue de testosterona del pasado junio. La absoluta incompetencia del PP actual para diseñar un mapa de la realidad de Balears tampoco causa sorpresa. El asombro debe quedar para izquierdistas como Lluís Apesteguia, pletórico de la voluntad evangélica y terapéutica de quien confunde al enemigo que tiene enfrente. Además de que Més prosiguió como si tal cosa el día de los desmanes de Le Senne. Faltan reflejos.

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