La desmotivación pedagógica

Ha sido necesario ver a profesores coger el avión a modo de bus diario interislas o malviviendo en coches para que el Govern reaccionara y firmara un acuerdo de utilidad hinchada con el resto de componentes de la Mesa Sectorial de Educación, el cual pretende quitar hierro a la intemperie, por techo de precio abusivo, a la que están expuestos los docentes destinados a Ibiza, Menorca y sobre todo, Formentera, las islas menores de tarifas mayores inversamente proporcionales a su extensión geográfica.

El acuerdo suscrito ayer, un primer paso, según algunos portavoces sindicales, resultaría más digerible si sus firmantes hubieran incorporado a él un preámbulo en demanda de perdón, tanto en nombre propio como de sus antecesores, porque el problema de la escasez y carestía de la vivienda no es un accidente orográfico, es el resultado de una sociedad mercantilista en primer grado y de unos gobernantes que van a remolque de ello en vez de reconducir la necesidad habitacional y laboral de forma adecuada. La disculpa previa hubiera permitido otorgar mayor credibilidad a la escenificación ibicenca de ayer.

Con un complemento máximo de 400 euros a dos cursos vista los docentes no pueden considerarse indultados de su castigo como víctimas preferentes de la falta de vivienda y desorbitado precio de los alquileres. En las condiciones que ahora se corrigen en parte, impartir clase fuera de Mallorca por movilidad forzosa seguirá siendo una prueba de resistente de alto coste, no solo económico, sino también emocional y de estabilidad familiar y social. Es como si se hubiera elevado hasta el extremo el listón para probar entre dificultades que rayan la indignidad la verdadera vocación de los enseñantes. La desmotivación pedagógica que provoca la situación actual solo se contrapone con una profesionalidad de los afectados que deberá seguir demostrándose porque el problema de la vivienda va para largo. Muy largo.

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