Universitat

La Universitat d’Estiu d’Estudis de Gènere dice adiós tras 25 años

En 1999 Esperanza Bosch y Victòria Ferrer impulsaron unos talleres de verano para tratar temas sobre igualdad que se convirtieron en pioneros y referentes a nivel estatal. Al jubilarse Bosch, ambas han decidido dar «un buen final» al proyecto  

Mar Ferragut Rámiz

Mar Ferragut Rámiz

Era 1999. Hacía dos años que en Beijing se había celebrado la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, un hito en la lucha por la igualdad. Pero España en 1999 no tenía ley integral contra la violencia de género (no llegaría hasta 2004). La cuarta ola feminista aún no se atisbaba en España y el 8M no acaparaba titulares ni generaba actos multitudinarios. Conceptos como sororidad o patriarcado solo se oían en determinados círculos. Pero, aunque no fuera algo masivo, sí había un caliu, un interés por formarse y debatir en materia de igualdad.

Las profesoras e investigadoras de la UIB Esperança Bosch y Victòria Ferrer vieron ese afán y pensaron que debían dar respuesta, que la universidad tenía que actuar. En los años 90 organizaron unos primeros cursos sobre igualdad que tuvieron muy buena respuesta (una acogida que, admiten hoy, incluso les sorprendió un poco). Y decidieron estructurar la iniciativa y consolidarla. La Universidad quería implantar formación estival, y el vicerrector responsable en aquel momento, Jaume Sureda, fue quien las animó a ser ambiciosas e ir más allá de unos cursitos y crear una universidad de verano.

Veinticinco veranos

Era 1999 y así se estrenaba la Universitat d’Estiu d’Estudis de Gènere (UEGG), proyecto pionero y referente a nivel estatal que durante 25 años (se interrumpió dos años durante el Govern Bauzá por la falta de apoyo económico) ha traído a figuras de primer orden para que el alumnado mallorquín pudiese escuchar a referentes en los estudios de género.

Este año, cumplido el cuarto de siglo, el proyecto dice adiós. Bosch, referente del feminismo académico en Balears, se jubila y ambas han acordado «darle un buen final» y clausurar la universidad de verano: «Lo empezamos juntas, y lo acabamos juntas». Mencionan a Teresa Riera, también codirectora durante muchos años.

Bosch cree que el proyecto ha sido afortunado por la buena respuesta obtenida desde el principio; por el apoyo de la UIB y del Consell primero y del Institut Balear de la Dona después, y también porque a todo el mundo que llamaban para participar como ponente «decía que sí» (en buena parte por el compromiso y espíritu de militancia con la causa y ), logrando así traer a figuras importantes que subían el prestigio edición tras edición (que desde que les obligaron a cumplir normas de aforo, siempre han dejado gente en listas de espera).

Testimonios internacionales

Gente de la política, del mundo académico, profesionales y de movimientos sociales (de España y de fuera)... es difícil para ellas destacar alguna ponencia en particular. Bosch menciona por ejemplo a personas de ámbito internacional como Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, un testimonio duro y muy emotivo (que consiguieron traer gracias al apoyo de Francesca Salvà) y una personalidad arrolladora y muy divertida: «Era 2005, venía de haber estado con otras abuelas con el Papa y nos contaba cómo se habían puesto el pañuelo en un momento, aunque les habían dicho que no podían llevarlo», recuerdan, «fue un puntazo cómo lo contaba, nos tirábamos por el suelo y era emocionante porque nos contaba cosas un testimonio directo, cosas que de otra manera no hubiéramos podido saber».

Otra anécdota graciosa: cuando esperaban la llegada de Margarita Zapata, guerrillera y nieta de Emiliano Zapata. Era la invitada para dar cerrar la edición de 1998. Sabían que había aterrizado en Palma, pero era ya de noche y no conseguían localizarla. Al final decidieron relajarse: «Pensamos que si había sobrevivido a la guerrilla, conseguiría sobrevivir en Mallorca y llegar a tiempo para la clausura», ríen. Un invitado al que finalmente renunciaron por cuestiones de seguridad, recuerdan, fue el subcomandante Marcos.

Carmen Alborch, Marina Subirats, Cèlia Amorós, Esther Barberà, Olga Quiñones, Montserrat Boix (quien vino en los inicios del proyecto para presentar su pionero proyecto de diario digital ‘Mujeres en red’ y quien ha sido la responsable de la última sesión de clausura de la historia de la Univeritat d’Estiu) ... los nombres de las invitadas que han intervenido estos 25 años se van agolpando según Bosch y Ferrer se ponen a hacer memoria.

Recuerdan también a cómplices necesarias de dentro de la UIB, como la recientemente fallecida Joana María Escartín o Pilar Ferrer. «Lo mejor de todo», admite Bosch, «es que hemos hecho un montón de amigas».

Al principio, explican, no había tanta información disponible sobre igualdad y el debate estaba en un punto más básico y general en comparación con el nivel de las ponencias y de los estudiantes («más exigentes y formados») de los últimos años.

«Piensa que ahora tenemos alumnos que han hecho su tesis sobre temas feministas y que entre los asistentes, además de alumnos, profesoras y activistas, en los últimos veranos se han sumado profesionales relacionados con cuestiones de igualdad, unos trabajos que cuando empezamos ni existían», reflexiona Ferrer.

Los temas han evolucionado y son cada vez más específicos. Si los primeros años se hablaba de violencia de género en general, en la edición de este verano, 25 años después, el foco se ha puesto en la violencia sexual contra las mujeres en las redes sociales.

Desde la Universitat d’Estiu d’Estudis de Gènere, Bosch y Ferrer han asistido y analizado momentos claves para el movimiento feminista, como la aprobación de la ley contra la violencia de género (2004); la ley orgánica de Igualdad (2007); la ley autonómica de Igualdad (de 2016)... Por el camino además, ellas han cosechado reconocimientos como la Medalla de Oro de la Ciudad, concedida por el ayuntamiento de Palma en 2016.

Retos pendientes

¿Retos que han quedado pendientes de esta universidad de verano? Quizás haber logrado incorporar a más hombres entre los asistentes: «Un alumno de Psicología me lo preguntó este año, ‘¿pero dónde están los hombres’?, cuenta Esperança Bosch, que considera que ellos tienen que trabajar y formarse también para que la sociedad avance en igualdad.

Queda mucho por luchar, asumen, en un verano en que las cifras de víctimas de violencia machista se han disparado y en un época en la que los discursos machistas y retrógrados se reivindican con orgullo desde las filas de la ultraderecha, que usan los debates del movimiento feminista de forma interesada «para tratar de debilitarlo» . Pero, recuerda Ferrer, debates en el feminismo «siempre los ha habido». Su colega añade: «Es un movimiento con más de 300 años de historia y está más vivo que nunca».

Así, el mensaje con que las investigadoras de la UIB concluyen la conversación con este diario es de esperanza: «La misoginia hace mucho daño, pero no ganará».

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