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La casa de partos naturales de Son Espases: "El lugar perfecto para sentirse segura y respetada"

Para muchas mujeres de Mallorca, el proyecto paralizado por el Govern suponía poder ser atendidas por las «mayores expertas en partos», en un entorno amable en el que se tuvieran en cuenta sus límites

Graciela González, junto a su pareja, abraza a la pequeña Mencía quince días después de su nacimiento. Colette Clarín

El Govern balear ha decidido paralizar la casa de partos naturales de Son Espases, un proyecto pionero en España que para muchas mallorquinas iba a ser «el lugar perfecto para sentirse segura y respetada».

Graciela González dio a luz el pasado 8 de julio y tiene claro, «al 100%», que habría elegido esta opción para ver nacer a su hija Mencía. Considera que la hospitalización no es necesaria en todos los partos, confiesa que el simple hecho de pensar en pasar ese momento en casa se le «hacía demasiado» y por ello veía en el proyecto «un término medio perfecto». «Para todas esas mujeres como yo, que no quería un servicio hospitalario como el que se ofrece en estos momentos, pero que tampoco me veía segura dando a luz en casa, vi la casa de partos como la opción ideal», explica.

En ello coincide Alejandra [nombre ficticio, prefiere no revelar su identidad], una mallorquina en proceso de fecundación in vitro por la sanidad pública que busca ser madre soltera. El plan diseñado para el hospital de referencia suponía para ella un soplo de aire fresco. «Me hacía mucha ilusión, porque creo que al dar a luz te debes sentir muy vulnerable y se presentaba como un entorno mucho más amable y respetuoso, y me gustaría que, llegado el caso, se tuvieran en cuenta mis límites y se me acompañara emocionalmente», comparte.

Ambas consideran «un despropósito» la paralización del proyecto y los motivos que el Govern ha alegado para ello. «Implicaba estar asistida por profesionales médicos y muy cerca del hospital. No tiene ningún sentido que digan que una ambulancia podría tardar mucho tiempo en llegar. La actuación sería de urgencia», espetan.

El pasado marzo, el anterior Ejecutivo autonómico anunció que el hospital de referencia tendría en unos meses la primera casa de nacimientos extrahospitalaria del país y que estaría ubicada en las casas de Son Espases Vell. Las obras se adjudicaron en junio por 1.806.114,51 euros y los trabajos comenzaron ese mismo mes. Sin embargo, en septiembre un temporal derrumbó el tejado de la construcción elegida y después de lo sucedido, también se desplomó el proyecto.

El Ayuntamiento de Palma decidió parar las obras tras una inspección del Consell de Mallorca. Además, el servicio de emergencias sanitarias del 061 recordó que en el hospital no existe una base de ambulancias y que en caso de emergencia el tiempo de respuesta podría llegar a los veinte minutos. Ante estos hechos, el IB-Salut consideró que «no se podía garantizar la seguridad ni de las madres gestantes ni de sus bebés», y a principios de noviembre el proyecto quedó paralizado.

Victoria Marín, embarazada de 35 semanas, también cree que «el entorno de seguridad que garantiza un hospital», donde describe, «hay ginecólogos y todo el material sanitario necesario disponible rápidamente», no puede ofrecerlo el servicio proyectado. Por ello sostiene que «no acudiría a la casa de partos».

Es madre de otro pequeño, Lucas, y relata que en su primer parto sufrió varias complicaciones. «No respiraba cuando nació, tuvieron que reanimarle y además yo tuve un desgarro por el que me dieron muchos puntos». Destaca, en este sentido, el papel del ginecólogo: «Es una tarea que debe hacer el especialista. Di a luz en Son Llàtzer y la atención fue estupenda. Eso la casa de partos no lo puede ofrecer», argumenta.

Lucas da un beso a Victoria Marín, de 35 semanas. DM

La matrona, «la mayor experta»

Graciela y Alejandra, por su parte, reivindican el papel de las enfermeras. «En la casa de nacimientos las mujeres estarían asistidas por matronas, y ello te da una tranquilidad absoluta, porque la mayoría de la gente lo desconoce, pero la matrona es la mayor experta que hay en partos», sostiene la madre de Mencía.

Alejandra se sincera al confesar que ha sido víctima de violencia de género y abusos, un hecho que ha provocado que «simplemente por ir a una consulta de ginecología he salido con un ataque de ansiedad por cómo he sido tratada». En este sentido, destaca el trabajo de las matronas. «Parece algo muy banal, pero jolín, me está tocando una persona que no conozco, y ellas siempre me han pedido permiso para hacerlo y me han acompañado emocionalmente». En lo referente al parto, cree que «en un momento de tanta vulnerabilidad, tienes que sentirte segura» y que «las matronas son personas súper preparadas, que entienden ese momento como yo lo entiendo y que pueden hacerlo solas perfectamente».

Ambas consideran que el embarazo y el parto son percibidos como una patología y que ese es el motivo por el que «se lleva a las mujeres al hospital y la razón de que exista tantísima violencia obstétrica», sostiene Graciela, quien explica que para tratar de proteger su experiencia tuvo que llevar un plan de parto de tres páginas, mi marido tuvo que saber muy bien qué no quería permitir y tuvimos que estar muy atentos», ya que según cuenta, por protocolo trataron de ponerle una vía y administrarle antibióticos «cuando no procedía».

Por todo ello, entienden que la casa de partos sería un lugar en el que «estar tranquila, segura y respetada». Un sitio, apunta Alejandra, «en el que no te sientas como si te fuesen a operar». Sería la solución, concluye Graciela, a la «obligación de ir al hospital», ya que sostiene que «cuando la única alternativa es esa, se convierte en una obligación y por lo tanto dejamos de tener libertad».

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