Si alguien te llama «imbécil», te ha insultado. Si llevas el insulto de «imbécil» a un juzgado, demuestras que eres un imbécil sin necesidad de comillas. También vale para la querella contra Luis Rubiales, pero aquí lo aplicamos a la fiebre de las iniciativas penales a resultas de intervenciones parlamentarias que tiene tan distraídos a PP y PSOE.
Por orden de llegada, Marta Vidal exhibe desde su nombramiento el poder destructivo suficiente para acabar con el Govern. Lo mejor que podría ocurrirle al PP es que la consellera organizara un cumpleaños en un espacio público protegido, porque el heroico Antoni Costa no soportará el estrés de guardaespaldas semanal de su subordinada. Las confusas explicaciones de la titular de Vivienda sobre Metrovacesa, la remisión del dosier del escándalo del PSOE a la fiscalía sin acotación alguna o su incumplimiento de los plazos para desligarse de inmobiliarias, se rematan en el Parlament con su desafiante «li fotré una querella» a Marc Pons si vuelve a vincularla con un fondo buitre.
Tras la estridente, los mojigatos. PSOE, Més per Mallorca, Més per Menorca y Unidas Podemos, en orden de nula importancia, se abalanzaron sobre el presidente del Parlament para que interviniera con urgencia, ante una amenaza de querella que socava la libertad de expresión imperante en la cámara. Jamás un socialista contrarrestaría a un diputado en ejercicio por la vía penal.
Piénselo dos veces, porque el PSOE se querelló contra el PP por declaraciones ante el Parlament. En 2007, la diputada popular Rosa Estarás acusó al conseller Antoni Garcias en un pleno de haber pagado el billete a Cuba de su esposa con fondos públicos. El socialista llevó esta intervención en sede parlamentaria al juzgado por calumnias. La fiscalía se inhibió alegando la libertad de expresión. El juez Antoni Garcías archivó el procedimiento. No hay caso, consellera.
Solo el PSOE puede querellarse por intervenciones parlamentarias. El vencedor del encontronazo actual es Gabriel Le Senne, tan inesperado en el Parlament como Francina Armengol en el Parlamento, y que tuvo que recordar desde Vox «la inviolabilidad» de los diputados. Siempre encantados de hacer el ridículo, los socialistas llevan a la zigzagueante Vidal ante una Oficina de Prevención y Lucha contra la Corrupción que así abordaría su primer caso. Como PP/Vox cerrará dicha institución antifraude sin estrenar, tal vez les devuelvan lo que ha costado.
La importación de la gerente de Son Espases desde Madrid, por falta de nivel de los médicos mallorquines, no ha sido muy bien recibida por la prensa madrileña. El diario espaciosanitario.com titula «El nombramiento de Cristina Granados como gerente de Son Espases levanta ampollas en la Sanidad». Según este medio que acaba de anunciar su desaparición, hay «Enfado en el PP» porque cesó a una senadora popular, «Enfado en Sedisa» porque temen que «Granados utilizará Son Espases como plataforma», además de «Sorpresa negativa en el grupo Ribera» y «Primer traspié de la sensata consellera Manuela García Romero», a quien señalan como víctima mediata de su fichaje. La excelencia desata los celos, ya en 2020 titulaban en Madrid «Satisfacción por la marcha de Cristina Granados del hospital de Torrejón». Cuánta inquina.
«El grado de encajonamiento» es el titular que elegimos en el año 2000, cuando comenzaron ilegalmente las obras de la residencia de Son Armadans incendiada esta semana. La justicia histórica obliga a reivindicar a los altos cargos municipales que autorizaron el edificio empotrado, dedicándoles un callejón sin salida en la Palma de los suecos.
Andreu Manresa, misión cumplida. ¿Cuántos directores de medios llevan ocho años en el puesto? Ha ocupado el cargo más duro de la Comunidad sin apenas rasguños, ha desinflamado la conflictividad de IB3, donde un periodista al frente es una anomalía. Ha encajado la crítica, en la miniserie del obispo enamorado o el debate preelectoral, de quienes llevamos cuarenta años compartiendo divergencias. PP/Vox están en su derecho, pero el canal se lo pierde y tendrá tiempo de añorarlo.
En la fotografía que hoy nos ilustra, les traigo el recuerdo anual de mi fin de semana otoñal en París. La Cité des Lumières, desde el Metro del subsuelo hasta los bulevares que copiaron el nombre a esta sección centenaria, está empapelada con Rossy de Palma. Nada te hace más provinciano que el triunfo a lo grande de un indígena en el exterior.
Reflexión dominical estafadora: «Hotel ecosostenible significa que te van a dar menos y te van a cobrar más».