Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿A quién se le ocurre que ‘Palma es la mejor ciudad del mundo para vivir’?»
A una persona con un mínimo de buen gusto. Palma lo tiene todo, la conocí en los ochenta de estudiante mochilero, cuando el casco antiguo era incluso peligroso.
¿A qué lugar ha descendido su «mejor ciudad... ?
Soy el autor de la frase aparecida en 2015 en el Sunday Times, y Palma sigue siendo la reina.
Todo el mundo que ha hablado de Palma durante la última década ha recurrido a su frase.
Por una parte es halagüeño ver que acerté, pero también espero que ojalá no se convierta en víctima de su propio éxito. Voy bastante a Palma, y espero que sepa frenar cuando la presión de alquileres y afluencia se haga excesiva.
«Palma es la mejor ciudad donde todo el mundo quiere vivir».
Viene a ser lo mismo. Un gran amigo inglés acaba de vender su residencia en Londres para comprarse un pied-à-terre allí y una casa en Pollença. Son los nómadas digitales.
¿Cómo construyó esa frase lapidaria?
El Sunday Times llevó a cabo un sondeo entre los lectores, se llegó a esta conclusión y yo puse la guinda.
El alcalde anterior presumía de «la mejor ciudad del mundo para vivir».
Compartimos la atracción por la Palma que conocí. Creo que estuve atinado con la denominación, y que sigo teniendo razón.
El nuevo alcalde hizo campaña prometiendo que Palma «volverá a ser la mejor ciudad del mundo...».
Jajaja. Quiere decir que algo ha cambiado, y que la gente se queja mucho y con razón de los efectos secundarios. La presión inmobiliaria, los alquileres de Airbnb, no es lo mismo que vi hace ocho años.
Por si acaso, usted vivía en Ibiza.
Fue durante los noventa, los años gloriosos, antes de internet y los móviles. La isla se movía a otra velocidad, dejabas recados en la puerta. Era la edad de la inocencia, pagábamos el equivalente a trescientos euros por una casa payesa magnífica y nos tachaban de locos por esa barbaridad.
¿Son Net o Son Bunyola?
Son Net. Le tengo mucho cariño a esa casa, con toda la personalidad de una possessió de montaña donde se respira el ambiente mallorquín anterior al siglo XVII.
Las habitaciones de Branson en Son Bunyola le parecieron espartanas.
No quiero ser demasiado crítico, porque el hotel todavía no estaba todavía abierto, pero a cambio disfruta de unas vistas brutales, las mejores de cualquier casa de la isla.
Lo escribió en el ‘Financial Times’, a veces me gusta más el ‘Sunday Times’ de Murdoch.
Sin comentarios.
Deme las iniciales, para no divulgarlo, del secreto mejor guardado de Mallorca.
La inicial es F., una sola palabra en una construcción rústica del siglo XVIII acondicionada por el arquitecto Joan Riera en Lloseta, en las faldas de la Tramuntana que es uno de los lugares más impresionantes del mundo y he conocido muchos. Un lugar increíble, con un gusto exquisito.
¿Huyó de Ibiza a Extremadura?
Hay un lugar para cada etapa de la vida. Ibiza empezaba a cambiar a principios de siglo, es una isla muy pequeña que llega a agobiar, incluso Mallorca tiene una dimensión casi continental por comparación. Buscaba horizontes, conducir durante horas, plantarme en Sevilla en cuatro.
Cuenta su experiencia en el libro ‘Hidden Valley’ (’Valle Escondido’).
En la pandemia me di cuenta de que lo ocurrido tenía un sentido, había aprendido a vivir de modo sostenible, todo estaba a mi alcance. Soy feliz con la doble vida de limpiar la pocilga o cogiendo patatas por la mañana, para escribir, pensar y escuchar música por las tardes.
Si le guiaba el cambio climático, debió huir al Cantábrico.
En Extremadura nos encontramos en el frente del cambio climático, con veranos cada vez más duros, pero no contemplamos la mudanza.
Su colega Simon Kuper predice una migración turística hacia el norte.
Lo que dice tiene mucha lógica, pero hemos pasado quince días en Asturias y solo en dos se podía ir a la playa, con lluvia abundante. No es la solución si quieres sol.
Mallorca, Ibiza, ¿qué estamos haciendo mal?
Igual ha llegado el momento de bajar el ritmo, de cuidar los recursos naturales y a los agricultores, que son los guardianes del paisaje. Mi amiga Teresa Solivellas, de Ca na Toneta, me recuerda que los almendros en flor son muy bonitos, pero que alguien tiene que podarlos y labrar los campos.