Entrevista |

Weifen Wang Liu: «Hay que tratar cualquier oficio con mucho cariño»

«Mi mejor escuela ha sido la hostelería, lo que sé sobre la empresa lo sé por mi experiencia» | «He abierto la puerta de mi restaurante y los mallorquines me han abierto sus puertas»

Weifen Wang Liu  posa en su restaurante Made in China.

Weifen Wang Liu posa en su restaurante Made in China. / B.RAMON

Maria López

Maria López

Palma

Weifen Wang Liu es una de las participantes en el programa Dones d’Empenta, que este año cumple su cuarta edición. El evento, enmarcado en el programa Wengage de CaixaBank, con la colaboración de Diario de Mallorca, busca potenciar la igualdad de género y dar a conocer a empresarias y profesionales de prestigio. Llegó a España en 1987, a la edad de 14 años procedente de Zhejiang. Weifen Wang Liu recuerda el shock que supuso dejar el entorno rural de su pueblo para aterrizar en Madrid, sin saber el idioma y pasar de tener «la mejor casa del pueblo» a compartir habitación con sus padres y hermanos y vivir en un piso con otras familias. Luchadora, emprendedora, ávida de conocimiento, rehizo su vida en Mallorca después de perderlo todo en Madrid. Hoy es propietaria de dos restaurantes Made in China y Dao Gu, recientemente ha sido nombrada vicepresidenta de la Asociación Hispano-China para Intercambios y Desarrollo. 

Llamamos a esta sección ‘Dones d’empenta’, ¿se considera una mujer d’empenta?. 

Tengo valentía y me gusta aprender, por eso he llegado hasta aquí, sola, sin familia, me he vuelto a levantar. Algo de valentía tengo que tener, porque sino, una mujer de 40 años, que empieza de cero sola, si no tiene un poco de valentía y de fuerza, no hubiera dejado atrás los 26 años vividos en Madrid.

¿Qué es lo más difícil y lo más satisfactorio de ser empresaria?

Adquirir el conocimiento y la experiencia ha sido lo más difícil. Lo más satisfactorio es amar el oficio, aunque no sea el tuyo, hay que tratar cualquier trabajo con mucho cariño. 

Llegó a España procedente de China en la adolescencia, ¿qué retos se le plantearon ? 

Fue muy duro, un shock. Te cuesta confiar y tienes miedo. Aunque seas pobre, estás en tu país, hablas el idioma, tienes una cama, una habitación. Y en Madrid en una habitación de 2 metros cuadrados vivimos cuatro personas, compartiendo la casa con cuatro familias más que no conoces de nada. En mi entorno todos eran payeses. Mi padre era modisto y mi abuelo matarife, nuestra casa era la mejor del pueblo. Tú no sentías que eras pobre. No sabía español y lo aprendí con el diccionario y un radiocassete. La edad del pavo, me la quitó el avión, hay una parte de mi infancia que no he vivido. Me hice adulta de golpe. Todo era extraño, caótico. 

Agradezco este cambio, haber venido de mi país aquí, es una experiencia

¿Qué camino ha recorrido para llegar hasta aquí? 

En mi casa, en China, no me faltaba nada, por eso me pareció horrible cuando mi padre nos llevó al rastro a comprar un abrigo para el invierno. No le hablé durante tres meses. Me dije: «Yo no quiero esta vida.Quiero trabajar». Tenía 15 años. Busqué un restaurante chino, primero estuve en la barra, después de camarera. Mi padre se dio cuenta después de un mes que yo ya no iba al colegio, se enfandó. Lo primero que hice fue comprar un abrigo para mi hermana y yo me quedé el del rastro. Ahora miro atrás y pienso qué bonito es lo que hice, un precioso recuerdo. Todavía tengo esa firmeza, soy luchadora, si me caigo me levanto, si tengo un problema lo soluciono, pido ayuda. 

¿Qué circunstancias la animaron a montar su propio negocio? 

Nosotros procedemos de una zona rural y para venir a Europa contrajimos una deuda. Trabajar para otra persona no te hace ganar dinero y cambiar la vida y esa es la primera información que nos da mi padre, si quieres cambiar tu vida hay que ser empresaria, dueña de negocio: jefes. Como mi padre es modisto, iniciamos primero un negocio de sastrería. Me casé muy joven, monté un bazar que no estaba tan visto como ahora, el más grande de Madrid. Finalmente abrí el restauramnte Orient Express. 

¿Por qué cambió Madrid por Mallorca?

No quería trabajar en hostelería así que dejé el restaurante a mi familia. Empecé en una empresa de energía solar, pero no me pagaron. Monté una tienda de ropa y tampoco fue bien. Psicológicamente fue un shock, tengo dos hijos, una hipoteca. Perdí dinero, perdí la casa. Recordé que mis amigos Rogelio y Blanca me dijeron alguna vez que fuera a Mallorca, que era mi sitio. Cogí mis últimos 3.000 euros y me vine 15 días. Volví a casa y hablé con mis hijos. Les dije que tenía que rehacer mi vida en Mallorca. 

Y en Mallorca, decide abrir un restaurante. ¿Por qué regresa a la hostelería?

Vi que los restaurante chinos que había aquí eran muy típicos y decidí abrir el mío. Pensé que había probado todo tipo de negocios por no trabajar en hostelería y al final me di cuenta de que lo que manejo mejor es la restauración. Ya no podía volver a meter la pata en un negocio desconocido. Mi mejor escuela ha sido la hostelería, lo que sé sobre la empresa lo sé por mi experiencia. Gracias al restaurante, y a mí misma por ser constante, he invertido en estudiar y en mejorar. Mi restaurante Orient Express era el más famoso de la Sierra de Madrid. Así que decidí volver a mi oficio, tenía mucha confianza en que iba a funcionar. Abrí Made in China el 20 de enero de 2015 y triunfé.

¿Que ha siginificado Mallorca en su trayectoria?

 Antes vivía para el trabajo y esto es algo que he cambiado aquí. Mallorca es una puerta llena de luz, de magia. He aprendido mucho, la gente es muy trabajadora y hace negocios más atrevidos que los chinos. Yo no puedo competir con los mallorquines a la hora de negociar son muy inteligentes. He abierto la puerta de mi restaurante y los mallorquines me han abierto sus puertas.

¿Con qué cosas se queda de una y otra cultura?

Agradezco este cambio, haber venido de mi país aquí, es una experiencia que te abre los ojos a otra cultura, te intentas integrar. He cogido la parte buena de ambos mundos. Si mis padres no me hubieran educado así, no sé donde estaría. Yo sigo educando a mis hijos como me han educado a mí, con firmeza y disciplina. Ser humilde, honesta, buena persona, ser muy trabajadora y tener los pies en el suelo, es lo más bonito que nos ha dado nuestro padre. La gente en España es muy cariñosa y ahora yo también intento serlo. Estoy aprendiendo que es amar, estar orgullosa, reír, entender, ser más madura, crecer en mi interior. Intento enseñar a mis hijos lo que he aprendido, abrir los ojos y saber escuchar.

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