OPINIÓN

Vox se rinde al PP balear y elige extinción

Marga Prohens y Jorge Campos en la constitución del Parlament.

Marga Prohens y Jorge Campos en la constitución del Parlament. / B. RAMON

Matías Vallés

Matías Vallés

Dada la perplejidad estatal ante los excelentes resultados cosechados por Vox el 28M, es reconfortante apreciar en Balears que el partido de ultraderecha moderada tampoco sabe para qué le han votado. Los quince folios del Acuerdo Conjunto sellan la rendición ante el PP balear, para facilitar la coronación en minoría de Marga Prohens.

Vox no se va a la oposición, en la maniobra ensayada ayer por la mañana en Cort, sino que se encamina voluntariamente a la extinción. Luce dos diputados baleares en el Congreso, a lo sumo mantendrá un escaño el 23J, y tras su acobardamiento ante el vecino nadie puede descartar que su marcador se quede a cero. Todo depende de la velocidad de los votantes de la extrema derecha en percibir la esterilidad de su voto.

El PP guarda las apariencias aunque no las esencias, pero Vox se lo ha puesto más fácil que la izquierda languideciente. La mitad de los 110 puntos del grandilocuente Acuerdo podrían figurar sin rubor en un Pacto de Progreso, incluida la mención a la maligna «saturación» causada por los cruceros. Las únicas diferencias radican en que el texto se habría redactado en catalán, y en que los progresistas se habrían ahorrado la docena de vigorosas menciones a España.

Del medio centenar de preceptos restantes de PP/Vox se debe excluir la notable proporción de apartados que también prometió la izquierda, y que incumplió de modo flagrante. Por ejemplo, en los redactados progresistas sobre la vivienda. El Preacuerdo presentado para avalar a un president del Parlament ultra se caracterizaba por contener una mayoría de tesis de Vox, en el redactado definitivo no queda ni la cáscara.

Si el texto que el PP ha arrancado a Vox se le hubiera impuesto a un ciudadano decente, habría que instarle a que acudiera a la Fiscalía (no a Anticorrupción, por supuesto) en defensa de sus derechos. El enigma no estriba en determinar en qué benefician a Vox los 110 puntos, sino en averiguar si los ha leído.

Dentro de la ultrapereza que caracteriza al nuevo socio del PP, la vacuidad de sus logros queda patente en la escueta nota oficial presentada por el partido. La única «medida» que son capaces de destacar es la creación de una pintoresca Oficina de Garantía de la Libertad Lingüística. En la grandilocuencia hueca de Vox, una simple instancia burocrática acabará «con las devastadoras políticas socialistas y separatistas en Balears».

Habrá que reevaluar las proporciones de miedo y de risa que debe suscitar Vox, a juzgar por su entreguismo al PP. El Acuerdo contiene bazas que podría explotar un negociador avezado, pero no los ultraingenuos capitaneados por la inocua Idoia Ribas, en un documento que se muestra incapaz de deletrear correctamente ni su nombre, salvo que la anotación «Idioia» corresponda a aviesas intenciones que deben aclarar los firmantes. En todo caso, será interesante trazar su futuro «Idiológico».

Las estrecheces de la situación de Prohens empiezan en que Vox solo «favorecerá la investidura con su abstención», sometiendo a la futura presidenta a una segunda votación. En toda la historia de la comunidad, solo Matas sufrió una humillación similar en 1996, cuando no le votaron ni los diputados del PP.

La exclusión de Vox en el Govern para darle entrada en los Consells de Mallorca y Menorca, demuestra que Prohens no tiene ningún escrúpulo en descargar sus problemas sobre otras instituciones, a las que por tanto menosprecia. La ultraderecha moderada se vanagloriará también de las citadas menciones a «España», una entidad que desde Balears equivale a invocar al planeta Saturno. Por mucho que a Vox le preocupe más «España» que Balears, no logrará acercar ni un centímetro el archipiélago a la península.

Es llamativa la preservación de IB3 sin merma alguna, y el reconocimiento efectuado por ambas derechas de «dos lenguas oficiales». En fin, la comisión de seguimiento que ha de «evaluar cualquier anteproyecto de ley previamente» sería un arma a considerar, en manos de personajes que no opten simplemente a cuatro años de excelentes sueldos y prebendas. Como los de antes, como los de siempre.

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