Viajes de estudios en Mallorca: mucha discoteca y poca playa

Los jóvenes aseguran que la mayoría de las actividades que organizan las empresas están vinculadas a la fiesta

Los jóvenes disfrutando de una fiesta en el viaje de fin de curso en Mallorca

Los jóvenes disfrutando de una fiesta en el viaje de fin de curso en Mallorca

Andrés Martínez

Andrés Martínez

Palma

Los viajes de fin de curso ya han llegado a Mallorca. Cerca de 22.000 estudiantes van a aterrizar en la isla durante este mes para celebrar el fin de exámenes de selectividad por todo lo alto. «Fueron tres días complicados porque te lo estás jugando todo, pero por fin se ha acabado. Teníamos muchas ganas» explica Hugo Romaguera, un joven procedente de Valencia que llegó a la isla junto a sus compañeros el pasado sábado. 

Según detalla este estudiante, la fiesta arrancó en el propio barco. «La verdad es que fue una locura, había mucha gente y fue un poco caos. Además, cuando llegamos a Palma estuvimos una hora para bajar del ferry, todos apretados en los pasillos y algunos mareados». Así, tras un viaje ajetreado, Hugo llegó junto a su grupo de amigos a un hotel ubicado en la zona del Arenal, donde se alojarán hasta el próximo jueves.

Tal y como relata el propio joven, desde que han llegado a la isla la mayoría de planes han estado vinculados a salir de fiesta. «Prácticamente todas las actividades están relacionadas con salir de fiesta. Ayer por ejemplo comimos, a las cinco de la tarde fuimos a una fiesta al lado de la playa y a las diez de la noche ya nos estábamos yendo a la discoteca otra vez. Como no nos esforzemos no vamos a ver ni la playa».

En este sentido, los estudiantes señalan que son las propias empresas las que elaboran un planning enfocado al mundo de la noche. «Tenemos unos horarios establecidos y una agenda marcada. Realmente no tenemos esa libertad para poder a comer por ahí o ir a alguna cala».

 «No hace falta enfocarlo todo a la fiesta, las discotecas están muy bien pero podríamos aprovechar que estamos en Malloca para ver algo más de la isla. Al final es un viaje que podrías hacer en cualquier otro lugar porque sólo salimos de fiesta», asegura el estudiante. No obstante, también explica que los adolescentes que eligen la isla como destino para su viaje de fin de curso ya saben a lo que vienen.

«Está claro que si vienes aquí es para salir mucho. ¿Si vienes a Mallorca y no vas a la discoteca qué haces?». Así, de los tres días que este grupo de estudiantes lleva en la isla, las actividades que han hecho más allá de las discotecas ha sido una salida a una playa por la mañana, aunque muy poca gente acudió a la misma. «Al final si estás toda la noche por ahí estás muy cansado para hacer planes por la mañana. Por eso creo que debería enfocarse el viaje de forma distina», detalla.

800 euros por una semana

En cuanto al precio del viaje, Hugo relata que prácticamente se va a gastar entre 750 y 800 euros como mínimo. Tal y como explica, las empresas que organizan estos viajes cobran alrededor de 600 euros por el pack estándar a lo largo del curso. 

En dicho paquete tan sólo tienen incluido el viaje de ida y vuelta, cinco noches de hotel y la comida. En el caso de salidas a discotecas y otras actividades el precio se cobra aparte. «Entre las entradas de las fiestas y demás mínimo el precio será de 750 o 800 euros», confirma. Asimismo, el joven expresa que son las propias empresas organizadoras del viaje las que gestionan la venta de entradas a las discotecas. «Nosotros se lo decimos a los encargados de cada uno de los grupos para que lo gestionen y nos den la pulsera. Al final la empresa se lleva mucho beneficio más allá del propio viaje y el hotel».

Presencia policial

Por otro lado, respecto al aumento de presencia policial para evitar altercados y botellones, Romaguera asegura que están teniendo mucho cuidado porque no quieren recibir multas. «Hemos visto muchos coches de policía en la calle. En nuestro caso bebemos en el hotel más tranquilos y luego ya dentro de la discoteca».

De igual modo, el joven comprende el malestar y las quejas de algunos vecinos sobre los ruidos en la zona. «Los vecinos tienen su derecho a dormir tranquilos, al final aquí parece que la fiesta no acaba nunca», concluye.

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