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BOULEVARD

Boulevard | Jorge Campos tiene que reunirse con Maria Antònia Munar

El eterno fiscal jefe Tomeu Barceló habla de la traición de su antes subordinado y hoy sucesor Julio Cano, mientras no le faltan ofertas privadas y bromea con la política

Bestard, el estadista a la derecha de Campos, se replantea una presidencia de cazadores incompatible con su cargo en el Consell. B. Ramon

Ustedes pueden llamarlo chiringuito eclesial caritativo de Portals, nosotros glosaremos otro feroz atentado contra el paisaje costero, ojalá que Dios tome medidas. Hablando de lo divino y de lo corrupto, con Vox irrumpían en Mallorca la virilidad y la marcialidad de los penachos en alto. Imaginen nuestra decepción al contemplar a un pelotón de blandos apelmazados, incapaces de mirar a los ojos al PP de toda la vida, resignados al papel de cortesanos de Marga Prohens.

Si Jorge Campos no quiere acabar de palafrenero del PP, ha de aprender a negociar. Y tiene a mano a la persona óptima para adiestrarle. El presidente o lo que sea de Vox debe reunirse de inmediato con su antaño denigrada Maria Antònia Munar, ya que Lady Diada ha vuelto a los mítines de momento como asistente. Nadie siembra el pánico en las filas populares como la capitana de Unión Mallorquina. Que Campos no consulte desde luego a Més o Podemos, humillados durante ocho años por el PSOE.

Munar no solo logró que Gabriel Cañellas la hiciera consellera de Cultura, pese a odiarla profundamente. Jaume Matas, que le brindaba una animadversión superior a la extendida por el patriarca, le regaló el Consell de Mallorca a la presidenta de UM pese a que el PP disponía de mayoría absoluta en todas las instituciones. Por no hablar del expolio de cargos a los Pactos de Progreso. Con tres directrices de la gran negociadora, Campos se garantizaría los honores que debió reivindicar desde el 28M:

-Alcaldía de Palma para Fulgencio Coll.

-Vicepresidencia del Govern para Campos.

-Dos conselleries. Aunque Vox carezca de personas capaces, solo tienen que recordar que Antonio Gómez fue vicepresidente del Govern, y José Ramón Bauzá su president.

No, lo de Pedro Bestard en el Consell de Mallorca no tiene remedio. El líder insular de Vox, un estadista acuciado por la incompatibilidad de su cargo con la presidencia de la Federación de Caza, ha sido conminado y ha convocado una asamblea el 8 de julio en vez del 18, para replantearse una continuidad insostenible. Con su salida del gremio de escopeteros, los cazadores saldrán ganando.

Hablando de los sucesores de Munar, enhorabuena a El Pi por su fichaje estelar de Jaume Garau como estratega, parabienes extensibles a Més per Menorca por los mismos motivos. Ambos partidos han perdido el poder que atesoraban, tras ponerse en manos del gurú a quien Més por Mallorca atribuía sus buenos resultados, antes de que fuera multado por Competencia como figura destacada de un cartel de manipulación de contratos públicos. Nadie sabe cómo ganar unas elecciones, pero nadie las pierde con la maestría de la izquierda.

El jueves diviso en el Gibson a lo lejos a Tomeu Barceló, mohíno incluso bajo su inseparable sombrero. El Consejo Fiscal lo había sacrificado ese mismo día como eterno fiscal superior de Balears, en beneficio de su segundo Julio Cano, que admiraba a Juan Carrau pero ya no como tantos de nosotros. El optimista impenitente pensaba que seguiría al frente de la fiscalía, el mazazo lo había encajado desencajado.

Cada vez que me encuentro a Barceló, me saluda con un afectuoso «hace demasiado tiempo que no te metes conmigo». Su fiscalía se dedicaba a archivar cada noticia que aparecía en esta sección degenerada, siempre a favor del PP. Incluso tuvimos que titular prohibiéndole que infringiera nuestro copyright. El hombre cachazudo tuvo su gracia, como Trump hasta la invasión del Congreso, que en Palma equivale a la farsa del juicio del caso Cursach.

Alguien deberá explicar cómo se permite que el fiscal que ha llorado por Cursach públicamente in cámera y sin mediar una raqueta de pádel, a continuación intervenga en representación del populacho en un proceso instado por el propio magnate. Así debe entenderse la sagrada misión de «velar por el respeto a las instituciones».

En suma, Barceló habla continuamente de la traición de su antes subordinado y hoy sucesor, a quien se arrepiente de haber promocionado. Contempla el futuro con su optimismo impenitente, mientras no le faltan ofertas del pase a la práctica privada de la abogacía y bromea con la política que siempre ha practicado. (Déjese de discursos genéricos y pronúnciese sobre el nombramiento). Coincidí un día de 2007 con Cano y me gustó, sobre todo cuando se han empleado circunstancias de su vida íntima para derribarlo. Hay que luchar contra la mafia en todas las fronteras.

Reflexión dominical ubérrima: «Los taxistas circulan por la derecha».

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