Sin vivienda en Ibiza: Vivir con la casa a cuestas

En Ibiza cada vez más son las personas que, al no poder hacer frente a la subida del precio de los alquileres, deciden vivir en una autocaravana, pese a que pernoctar en estos vehículos fuera de los ‘campings’ autorizados está prohibido

David Ventura

Cuando me subieron el alquiler de 600 a 2.300 euros al mes, me di cuenta de que la vida me estaba enviando una señal». Roberto es una persona optimista e intenta ver siempre el lado positivo de las cosas, incluso cuando recuerda la pésima noticia que le dio quien entonces era su casero. Hoy [por ayer] cuenta su historia en el ‘salón’ de su nueva casa: el interior de una cámper.

«El dueño del apartamento era un payés con el que tenía muy buen rollo y que se había comprometido a no subirme demasiado el alquiler. Pero la casa cambió de dueños y el que vino después me multiplicó el precio por cuatro», explica este bilbaíno instalado en Ibiza y que trabaja en una empresa de alquiler de coches. Fue entonces cuando decidió dar un volantazo a su vida. Con sus ahorros, adquirió una cámper de segunda mano y adoptó un estilo de vida minimalista, forzado por la circunstancias.

«Vendí muchas cosas y me he quedado con lo básico, que es lo que me cabe aquí», comenta. No quiere romantizar la pobreza, pero encaja los reveses con estoicismo: « A veces la vida te obliga a cambiar, pero a mí me gustan los cambios, me adapto», explica mientras enseña su pequeño hogar, en el que todo está encajado y diseñado para aprovechar al máximo el espacio.

Roberto lleva un par de semanas instalado en un solar situado cerca de la playa de Talamanca. A las nueve de la mañana, cuando llegamos para hacer este reportaje, en este descampado hay estacionados 21 vehículos -autocaravanas, cámpers, furgonetas- en los que, presumiblemente, sus propietarios han pernoctado pese a que en la isla está prohibido hacerlo fuera de los campings. «Somos muchos los que nos hemos instalado aquí. Somos trabajadores, durante el verano la isla funciona gracias a nosotros y creo que merecemos tener un sitio en el que vivir», explica, y nos invita a conocer a las otras personas que habitan en esta comunidad.

Trabajadores del mar

viven muchos marineros y trabajadores del puerto deportivoCarla

Carla se siente satisfecha con esta opción vital, a la que ha llegado por pura necesidad: «Hemos buscado un espacio con más autocaravanas porque así nos vigilamos y nos cuidamos los unos a los otros. Además, un amigo nuestro que acampó en un lugar solitario sufrió un asalto. Aquí nos sentimos más seguros».

Es consciente de que lo que hacen es ilegal, aunque asegura que no tienen otra opción: «En un camping, dejar una tienda de campaña durante un mes te cuesta 1.000 euros, así que no me quiero ni imaginar lo que nos cobrarían a nosotros». Explica que hace un par de días vino la Policía Local e hizo fotos a las matrículas de los vehículos acampados. A pesar de todo, de momento, no se moverá de aquí: «Hay gente a quien le cuesta vivir así, pero yo ya me he acostumbrado».

Otro vecino del solar de Talamanca es Melquíades, un marinero canario que acaba de llegar a la isla para trabajar en un barco. Embarcó desde las Canarias hacia Huelva, condujo hasta Denia y luego embarcó hacia Ibiza. Su situación es mucho más precaria, ya que no tiene autocaravana: duerme en una furgoneta.

«Me paso todo el día en el mar, trabajando. Cuando no estoy en el barco, estoy tan cansado que me vengo directo a la furgo a dormir», explica. A diferencia de los que viven en una cámper o en una autocaravana, Melquíades no puede ni cocinar ni lavarse, aunque él se ha habituado a este estilo de vida: «En los barcos tenemos menú de patrón, y en cada puerto tienes baño y ducha. Ya el verano pasado estuve así, y ni tan mal. Además, te permite ahorrar». Sus primeras horas en la isla están siendo problemáticas porque le prometieron un trabajo con muy buenas condiciones laborales y, a la hora de la verdad, no son las que había pactado: «Pero me quedaré. Aquí en verano hay trabajo».

Derecho a techo

Mucho más cómoda es la autocaravana de Matías, un camarero que vive desde hace tres años sobre ruedas. En su caso, fue una ruptura sentimental lo que le empujó a dar este paso: «Rompí con mi pareja y con mi sueldo no podía pagar un alquiler de 1.400 euros. Así que me compré esta cámper y en un año y medio ya la he amortizado».

Asegura que, para una persona sola, una cámper es «suficiente» y está contento con la decisión que tomó. Una vez a la semana va a un camping a vaciar las aguas sucias y cada cuatro o cinco días cambia de ubicación para no tener problemas con la policía.

«El principal inconveniente es que no encuentro talleres mecánicos especializados en autocaravanas, y al final he tenido que aprender yo a hacer chapucillas», explica mientras intenta arreglar un problema con la batería del vehículo. Le ayuda Roberto, el primero de nuestros entrevistados, que termina con una reflexión: «Dicen que en la Constitución Española está recogido el derecho a la vivienda, ¿no? [Artículo 47: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada] Pues hay que recordarlo porque parece que a muchos se les olvida», sentencia.

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