La Academia de Jurisprudencia recuerda la figura de Rafael Perera
Los académicas destacaron su gran labor como abogado y la generosidad de su persona
La figura del abogado Rafael Perera, fallecido a principios de año, será difícil de olvidar por sus numerosas virtudes, no solo profesionales, sino sobre todo como persona. La Real Academia de Jurisprudencia de Balears ha rendido esta tarde un merecido homenaje a uno de sus destacados miembros. Un acto que se celebró en el Colegio de Abogados, un escenario en el que el homenajeado se sintió siempre tan a gusto.
Para recordar su figura personal y profesional la Academia eligió a tres de los académicos que más le conocieron y tuvieron un trato más estrecho con Perera. Hablaron los doctores Miquel Masot, Antoni Monserrat y Joan Oliver Araujo, que fueron presentados por el presidente de la Academia, Miquel Coca.
Como anfitrión del acto también habló el decano de los abogados. Martín Aleñar recordó a Rafael Perera como un compañero con una gran «empatía, simpatía y vitalidad», como lo demostraba que «hasta el final de su vida defendió el derecho de las personas». El decano destacó que el homenajeado siempre entendió el ejercicio de la abogacía como una especie de sacerdocio, porque defendió a sus clientes con todo su esfuerzo y dedicación.
El exmagistrado Miquel Masot recordó que conoció a su admirado compañero en los años 50. En ese tiempo Perera soñaba con ser notario y dedicó ocho años a opositar para ejercer este oficio, pero al final no lo consiguió. Este fracaso le llevó a convertirse en abogado y Masot detalló que ambos coincidieron de pasantes en el despacho del también recordado Andreu Rullán. Años más tarde Masot coincidió con Perera como magistrado en el TSJB y recordó que fue el ponente de una histórica sentencia, donde se defendía el derecho civil balear que establecía la separación de bienes. Muy emotivo fue cuando contó que la última vez que conversó con Perera fue a través de un correo electrónico, ya cerca de su muerte, donde su compañero le indicó que eran unos días felices porque faltaba poco para encontrarse con Dios.
Antoni Monserrat también destacó los profundos sentimientos religiosos de Rafael Perera, además de retratarlo como un gran jurista, una persona muy justa, que dedicó todos sus esfuerzos y toda su energía a defender a las personas que habían depositado su futuro en sus manos.
El catedrático Joan Oliver Araujo, que se mostró especialmente emocionado al recordar a una persona con la que entabló una estrecha amistad, recordó que Perera logró salvar al último acusado al que pedían la pena de muerte. Oliver Araujo destacó la intensidad y esfuerzo con el que siempre actuó Perera, tanto como abogado defensor, como magistrado y como integrante y presidente del Consell Consultiu.
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