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«Reconocer que millones de turistas traen problemas no es turismofobia»

Jorge Dioni López (Benavente, Zamora, 1974) es periodista y profesor de Narrativa de la Escuela de Escritores. En 2019 causó sensación con ‘La España de las piscinas’, que proyecta a Mallorca «con los datos que he visto de Terraferida», y ahonda en el urbanismo presente en ‘El malestar de las ciudades’

Jorge Dioni López

Jorge Dioni López / Jorge Dioni López

Matías Vallés

Matías Vallés

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Hay una España vacía y otra a vaciar?»

La España vacía se sigue vaciando, con la idea de que en otros sitios hay más movimiento y oportunidades, de que allí se están cociendo más cosas.

¿Por qué no se produce un trasvase de su España «apiñada» a la vacía?

Porque León o Salamanca se han quedado como ciudades de fin de semana, por factores a los que doy importancia como la desaparición de las cajas de ahorro. Las gentes que viven allí te dicen que su entorno «se está quedando un poco muerto».

Tendría sentido comercial desalojar a todos los mallorquines y sustituirlos por suecos.

Por lo que oigo, es más o menos lo que se está haciendo. Cada vez es más complicado quedarse en Mallorca o trabajar allí, incluso para médicos, policías o profesores obligados a gastar un setenta por ciento en la vivienda.

¿El muchismo de que habla es otra forma de machismo?

El muchismo es una actitud española, de vamos a hacerlo muy rápido, lo apostamos todo allí. Es un desarrollismo que ha de ejecutarse de inmediato, que no nos pillen sin haber vendido esto.

Usted es exótico, viene de la España sin piscinas.

Las urbanizaciones con piscina eran bastante extrañas hace cuarenta años, y en este siglo se convierten en tremendamente habituales. He visto los datos de Terraferida para Mallorca, donde se construyen piscinas junto al mar en un lugar donde siempre estás cerca de la costa.

Atrévase a decir que hay lugares más gentrificados que Mallorca.

Me atrevería a citarte Lisboa, la capital más envejecida a base de echar a la gente. Y no es por ponerme sombrío, pero también los lugares se agotan. La gente se cansa y se va a otro sitio. Se alcanza la saturación y se impone la visión de que «está todo lleno». Además, la movilidad está subiendo de precio, en combustibles y billetes.

Por fin se entiende que Mallorca es una planta industrial, como vivir en una siderúrgica.

Es muy importante darse cuenta. Como no hay chimeneas y talleres, se olvida que el turismo es una industria que lo llena todo, lo atrae todo y se come todas las actividades restantes, porque su materia prima es el territorio. Hay que defenderlo como factor democratizador, pero también controlarlo.

¿La turismofobia nació contra George Sand y Chopin?

Se instalaron en una Cartuja desamortizada, y los agricultores de la zona se enfadaban con ellos y les lanzaban piedras. Mallorca es un sitio de payeses, nos lo ha enseñado el joven Montoro. El turismo te cambia el modelo de vida, pero no hablaría de una fobia.

¿Por qué rechaza el término turismofobia?

Reconocer que la llegada de millones de personas con rentas más altas va a traerte problemas, no es turismofobia.

No sabía que las ciudades se estaban vaciando.

No tenemos esa percepción porque están llenas, pero Madrid tiene el mismo número de residentes que en los setenta y, aunque Palma ha crecido, Cádiz también ha perdido habitantes. En las últimas décadas se multiplican los cinturones, las áreas urbanas, porque las ciudades atraen y expulsan.

¿Se cree la Ley de la Vivienda?

Es un primer paso, que nunca se había intentado, y me gusta valorar el trabajo de los políticos. Hasta ahora siempre se hablaba de promoción, promoción y promoción. La vivienda acaba siendo demografía y el asunto se enfoca demasiado hacia el alquiler, olvidando a quienes han comprado y afrontan ahora grandes dificultades.

¿Al evocar a Roma poetiza un levantamiento social?

Un levantamiento necesita energía, gente con ganas de manifestarse, organización y conocimiento. Soy de Zamora, y los mineros de León tenían que saber cómo se prende fuego a los neumáticos, o se quemaban ellos.

Pronto no habrá ni un español viviendo en la costa.

No seamos tan fatalistas, pero la Península tiende a la costa, y el corredor mediterráneo propiciará un volcado adicional hacia el litoral.

Usted habla de adicción al urbanismo como Bush hablaba de adicción al petróleo.

Son dos patas que funcionan. Construcción y turismo no necesitan I+D. Se dijo que la pandemia ayudaría a reconsiderar y repensar, y en cuanto se puede, se monta una urbanización con campo de golf. La recalificación urbanística es muy tentadora y sencilla.

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