La odisea de los docentes mallorquines para alquilar en las islas: «Es frustrante»

Cuatro testimonios relatan su experiencia como funcionarios desplazados en Menorca, Ibiza y Formentera: «Nos tratan como si fuéramos turistas»

El profesor mallorquín Daniel Rioja vivió en su Renault Clio cerca de un mes al no encontrar piso asequible en Eivissa. | 

El profesor mallorquín Daniel Rioja vivió en su Renault Clio cerca de un mes al no encontrar piso asequible en Eivissa. |  / nombre apellido. palmaIrene R. Aguado

Irene R. Aguado

Irene R. Aguado

Daniel Rioja nunca se imaginó pasando las noches en un Renault Clio y haciéndose la cena al aire libre. «No te imaginas qué dolor de espalda después de un mes viviendo en el coche», comenta. Pero no le quedó otra: «Cuando eres profesor y no tienes experiencia, las sustituciones son una gran oportunidad para hacer puntos», explica. Por eso no dudó cuando la conselleria de Educación le ofreció una plaza como docente de Catalán durante casi dos meses, aunque tuviera que mudarse de Palma a Ibiza.

Inició su estancia en un albergue, compartiendo habitación con otras cinco personas: «Era lo único asequible. Yo trabajaba a media jornada y no podía pagar más». Pero llegó la Semana Santa y los precios se dispararon: «Empezó la temporada y ya no me salía rentable pagar ni el albergue ni ningún alojamiento. Fue entonces cuando pensé que o pagaba por trabajar o me iba a vivir al coche». Escogió la segunda opción y pasó cerca de un mes en un hogar sobre ruedas.

Daniel Rioja, profesor de catalán e historia, 30 años: «Cuando empezó la temporada turística me fui a vivir al coche, la otra opción era pagar por trabajar».

Daniel Rioja, profesor de catalán e historia, 30 años: «Cuando empezó la temporada turística me fui a vivir al coche, la otra opción era pagar por trabajar». / nombre apellido. palmaIrene R. Aguado

«Me calentaba la comida en el microondas de un supermercado, iba a baños públicos y me duchaba en una piscina municipal cerca del instituto», recuerda. Documentó el mes que vivió en el interior de su vehículo con una pizca de humor: «A mi edad, mi padre ya tenía su propia empresa y había formado una familia. Yo, con 30 años, vivo en un coche», explicaba en vídeos y fotos que enviaba a sus amigos.

Ha tenido más suerte en su estancia en Menorca, donde ahora imparte clases de Catalán en otra sustitución a media jornada: «He encontrado un estudio por 630 euros al mes. Es mejor que un coche, pero se me va la mitad del sueldo en vivienda. Es lo que hay si quieres hacer puntos». Para el próximo año escolar, tiene claro que no aceptará ofertas laborales en ninguna otra isla: «O me quedo en casa de mi madre en Palma o me voy a la Península. De otra manera no me salen las cuentas».

Grupos de Telegram y Facebook para ayudarse a buscar casa

En medio de una jungla inmobiliaria que en los meses de verano se convierte en pesadilla, muchos docentes se han organizado en grupos de Telegram y Facebook para ayudarse entre ellos a buscar vivienda asequible. En uno de los colectivos de Ibiza hay más de 700 personas, la mayoría docentes de Mallorca desplazados a las Pitiusas durante unas pocas semanas o meses. Entre el hervidero de mensajes y respuestas, tan solo unos pocos anuncian casas disponibles, y las ofertas vuelan en un abrir y cerrar de ojos.

En estas comunidades hay profesores mallorquines como Laura, que pide utilizar un nombre ficticio: «Mi casera me reconocerá si lee mi nombre y no me puedo arriesgar a que no me renueve el contrato de alquiler», explica. Es un miedo común entre los inquilinos: «Cuando por fin consigues un piso decente que puedes pagar, nadie se expone a perderlo», añade esta profesora de Primaria nacida en Palma.

Tiene una plaza en propiedad en Ibiza desde hace dos años: «Oposité aquí porque es más fácil conseguir plaza, pocos profesionales quieren venir por el alto coste de la vida». Con 32 años, tiene las mismas sensaciones que muchos de sus compañeros: «Es frustrante no poder ahorrar ni plantearme tener mi propia casa, nos tratan como si fuéramos visitantes aunque queramos construir una vida aquí». «Me gusta Ibiza, pero me veo obligada a pedir un traslado en cuanto pueda para volver a Mallorca con mis padres», añade.

Lucía, maestra de Primaria, 32 años: "Aquí no podemos ahorrar ni tener nuestra propia casa, la situación es peor que en Mallorca".

Lucía, maestra de Primaria, 32 años: "Aquí no podemos ahorrar ni tener nuestra propia casa, la situación es peor que en Mallorca" / nombre apellido. palmaIrene R. Aguado

La mayoría de afortunados que consiguen una vivienda asequible como la de Laura, que comparte piso con otras dos personas por 400 euros al mes sin contar los gastos, deben abandonarla en los meses de verano porque los propietarios las alquilan a turistas: «Me mudo dos veces al año, así que tengo que vivir con lo mínimo», señala.

Con mucha suerte, los caseros permiten dejar el piso al acabar el curso escolar. De lo contrario, los maestros dependen de la solidaridad de sus compañeros para dormir bajo un techo en los meses de junio y julio: «He visto a compañeros alquilando balcones o turnándose la cama para poder acabar el curso», comenta el también mallorquín Benjamín Serra, docente de Geografía e Historia en Formentera. «Muchos de ellos no quieren hablar por miedo a que los echen de la vivienda», añade.

Benjamín Serra, profesor de Geografía e Historia, 26 años: "Responsabilizar a los residentes de la situación crea recelo y desprotege a los profesionales"

Benjamín Serra, profesor de Geografía e Historia, 26 años: "Responsabilizar a los residentes de la situación crea recelo y desprotege a los profesionales"

Serra, que paga 550 euros por un piso compartido, se considera un «privilegiado» por tener casa en la isla menor después de las situaciones que ha visto, aunque también tendrá que dejarla, en su caso a finales de mayo: «Por suerte, mis compañeros pueden dejarme una habitación hasta que acaben las clases». Después, volverá a su Mallorca natal y pasará las vacaciones en casa de su familia, una jugada que repiten decenas de jóvenes profesionales desplazados a otras islas: «Asumimos que es imposible alquilar todo el año».

Para este docente de Historia que relata su experiencia, existe un «claro» problema que solo las instituciones pueden frenar limitando el alquiler: «El conseller Martí March crea recelo y desprotege a los profesionales cuando responsabiliza a los habitantes de esta situación», considera en relación a unas declaraciones en las que el titular de Educación señaló que los propietarios de las islas también tienen responsabilidad por los precios desorbitados.

De hecho, uno de los puntos del acuerdo marco de la enseñanza pública firmado este año trata de aliviar la situación buscando «instrumentos de coordinación». Conselleria y sindicatos están negociando una serie de ayudas temporales para docentes desplazados, pero todavía no se le ha puesto fecha a ninguna de estas medidas.

De momento, y en tanto que el Govern no mueva ficha, el panorama para los que se aventuran a dar clase en otras islas pinta complicado: «Y eso que pensábamos que el alquiler no podía ser más caro que en Mallorca», ríe Paula Nicolau. Conoce bien el mercado inmobiliario de Ibiza, donde ha pasado los últimos seis cursos, mudándose —como sus compañeros— mínimo dos veces al año, compartiendo infraviviendas y buceando en foros y grupos de docentes que buscan casa: «Estás condenado a vivir siempre como si tuvieras veinte años, es muy difícil avanzar».

Paula Nicolau, maestra de Primaria, 31 años: "Los precios son muy elevados y hay que compartir piso. Encontrar un alquiler anual es imposible".

Paula Nicolau, maestra de Primaria, 31 años: "Los precios son muy elevados y hay que compartir piso. Encontrar un alquiler anual es imposible".

Sin embargo, todos coinciden en que la peor parte se la llevan los interinos que cubren sustituciones y que en ocasiones tienen que firmar un contrato de alquiler sin saber si el próximo mes, o incluso la próxima semana, seguirán trabajando. El de Daniel Rioja es un caso llevado al extremo, aunque él asegura que no es aislado. Hay quien opta por vivir en una caravana, compartiendo habitación (que no piso) o planteándose dormir en una hamaca o una tienda de campaña en la playa, como el caso de otro docente mallorquín, Àlex Julià, que trascendió en marzo como viva imagen de una de las realidades más dramáticas de las islas.

La odisea de los docentes mallorquines para alquilar en las islas: «Es frustrante» | MANU MIELNIEZUK

Paula Nicolau ha vivido los últimos seis cursos en Eivissa, mudándose dos veces al año como mínimo en temporada turística. / nombre apellido. palmaIrene R. Aguado

Reclaman mejorar el plus de insularidad

El problema de la vivienda se extiende a gran parte de los empleados públicos. Sindicatos y asociaciones llevan años pidiendo mejorar el complemento salarial de insularidad en Balears, o por lo menos, equipararlo con el que tienen los funcionarios de Canarias. Algunas de estas entidades están aglutinadas en Unisep, plataforma que organiza llamativas protestas con plátanos hinchables para reclamar la equiparación del plus.

En esta plataforma, el miembro que representa a los docentes es Víctor Villatoro, desde ANPE: «El problema se acentúa en Menorca, Eivissa y Formentera. Hay profesores en situaciones dramáticas, y al final el primer perjudicado es el alumno, porque muchos docentes acaban por no aceptar las ofertas en otras islas».

Representantes de Unisep en una protesta.

Representantes de Unisep en una protesta. / Unisep

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