Fran Muñoz, profesor de Mallorca: «Fui agredido en el instituto y me he sentido totalmente desamparado»

Balears no tiene protocolo contra las agresiones a docentes aunque Educación se ha comprometido a tenerlo antes de marzo de 2024

El profesor denunciante, Fran Muñoz.

El profesor denunciante, Fran Muñoz. / M.MIELNIEZUK

Mar Ferragut Rámiz

Mar Ferragut Rámiz

Fran Muñoz, profesor de un instituto de Palma, fue agredido el pasado mes de noviembre en el centro por parte de un alumno. Ya hace muchos meses de eso, pero aún padece las consecuencias a nivel físico y emocional del episodio vivido, entre otras cosas, asegura, por haberse sentido totalmente desamparado, sobre todo por parte de la conselleria de Educación y en concreto por Inspección.

Aquel día, mientras bajaba las escaleras del instituto, desde un segundo piso, un alumno empujó a otro y le cayó encima a él, que acabó recibiendo un «golpe tremendísimo» contra el borde, teniendo que agarrarse a la barandilla para no perder el equilibrio. En seguida, dolorido y totalmente descolocado, comunicó lo sucedido a la jefatura de estudios, que intentó tranquilizarle. «Pero no recibí ninguna pauta, fui yo que por mi cuenta decidí ir al centro de salud a pedir un parte de lesiones», cuenta el docente.

El médico reflejó en el parte el estado de ansiedad en el que estaba, además del dolor por las contusiones en el costado. El dolor de espalda sigue con él ya que, según indica, la «tensión» con la que va a trabajar desde lo sucedido le pasa factura a nivel muscular y vive con una contractura casi permanente, que trata de aliviar con visitas frecuentes al quiropráctico. En aquel momento no presentó denuncia al pensar que desde el centro de salud se daba aviso inmediatamente a la policía.

El alumno fue expulsado tres meses. Al enterarse (de forma extraoficial, indica) de que iba a volver, Muñoz volvió a ponerse en tensión e intentó recabar información, pero según explica desde la dirección le indicaron que «no tenían el deber de informarle» sobre el procedimiento.

Ni informado ni acompañado

Esa oscuridad y soledad en la que se ha sentido durante estos meses es lo que más duele al profesor, que ha echado en falta más transparencia (ha intentado conseguirla con peticiones oficiales en el registro), así como acciones de mediación y reparación. Llegó a un acuerdo con una compañera de departamento para que asumiera ella a este estudiante y que él no tuviera que tenerlo en clase, pero esa medida, asegura, fue un acuerdo entre colegas y no una decisión de la dirección.

El profesor insiste en que sobre todo lo que ha echado de menos estos meses es que alguien le escuchara y acompañara. «Aún no he conseguido hablar con nadie de Inspección», lamenta, «en teoría el miércoles de la semana pasada me iba a reunir con el inspector en el instituto, y se ve que efectivamente vino al centro, pero se fue sin que hubiéramos hablado».

La cancelación de este encuentro, para él tan esperado, le generó un fuerte sentimiento de impotencia, rabia y frustración y, de nuevo, de ansiedad. «He tenido taquicardias y temblor en las manos», explica el docente, que por ello vuelve a estar de baja. Aunque el médico que lo atendió de Urgencias la primera vez le pautó medicación, de momento él ha preferido tratar de sobrellevar la situación «sin química».

Muñoz no quiere poner el foco en el estudiante y explica que se ha decidido a dar la cara para denunciar el desamparo general del profesorado ante estas situaciones.

«Yo no he recibido pautas ni orientaciones ni mucho menos se me ha ofrecido apoyo psicológico ni asistencia jurídica por parte de la Conselleria», lamenta el docente, que sí consiguió algunas respuestas y apoyo por parte del sindicato Alternativa, menciona.

Finalmente se decidió a poner una denuncia en la policía cuando el estudiante se reincorporó. Entiende, cómo no, que el joven tiene su derecho y obligación a la educación y que eso debe respetarse, pero también cree que el profesorado tiene derecho a ir a trabajar con tranquilidad y sin temer por su integridad y cuestiona que «agresor y agredido» tengan que convivir.

Por consejo de una compañera de otro centro, acudió al Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Personal Docente, que (como suele hacerse también en casos graves de acoso escolar como solución final) le propuso como posible salida que pidiera el traslado a otro centro educativo, algo que él no considera justo.

Gran parte del problema, considera, viene de la falta de un protocolo contra las agresiones a los docentes. Comunidades como Andalucía sí tienen uno, que para Fran ofrece al profesorado agredido todo lo que a él le ha faltado: pautas claras, atención directa por parte de Inspección, asesoría jurídica, apoyo psicológico...

A la espera de un protocolo

Cabe recordar que el pasado octubre la conselleria de Educación anunció la redacción de un protocolo contra las agresiones a docentes. El anuncio se hizo justo después de conocerse la agresión de una madre a una profesora del colegio Alexandre Rosselló de Palma.

El conseller, Martí March, incluyó esta propuesta dentro de la batería de mejoras de condiciones sociolaborales ofrecidas a los sindicatos dentro del segundo Acuerdo Marco, que fue firmado el pasado marzo. En concreto, el punto 31 del pacto reza: «Negociación de un protocolo para las agresiones a los docentes, en el plazo de un año desde la firma de este acuerdo».

Además de Andalucía, más comunidades, como Castilla y León, Murcia, Canarias o Navarra, tienen ya esta guía de actuación que Muñoz ve imprescindible para que el profesorado se vea sienta más acompañado de lo que se ha sentido él.

La versión de la conselleria de Educación respecto a este caso es que tanto Inspección como el centro han actuado «correctamente». Fuentes oficiales de Educación indicaron a este diario que el centro «ha informado tanto de formal oral como por escrito al profesor de todas las actuaciones realizadas», una transparencia que Muñoz niega.

Entre las actuaciones impulsadas, Educación nombra el expediente disciplinario y sancionador abierto, la intervención del servicio de Prevención de Riegos Laborales (al que el profesor acudió por consejo de una amiga) o «la activación del protocolo de convivencia del centro». Conselleria asegura que Inspección «hace un seguimiento en todo momento del caso» y se admite que «queda pendiente» una «reunión con el profesor», encuentro que según Educación no se ha podido celebrar porque está de baja. El docente señala que la baja se la dio el médico después de que el inspector no se reuniera con él el día que se le había dicho, situación que volvió a sumirle en un estado de ansiedad e impotencia.

«Si durante todo este tiempo alguien hubiera hablado conmigo, me sentiría mejor», señala Fran Muñoz, quien asegura que le encanta su trabajo, sus alumnos, el centro en el que está y sus compañeros; y lamenta que este episodio lo haya trastocado todo.

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