BOULEVARD
Son Net, otra joya que los hoteleros mallorquines dejan escapar a Marbella
Si PNV y Junts votan con Vox contra la Ley de Vivienda, ¿qué problema hay en que se abstengan en un Gobierno Vox/PP, o en que El Pi haga lo propio en un Govern de idéntica coloración?

El reformado Grand Hotel Son Net es la primera pieza de la expansión de la Finca de Marbella, el caché de Mallorca sube fuera de la isla. / SON NET
«Los extranjeros no entienden a veces que la isla es todavía un hogar para la gente. La ven como Disneylandia, que está allí para su disfrute y placer». ¿Una cita sobre Mallorca? No, sobre Bali. Esta degradación del entorno en detrimento de los nativos no solo viene propiciada históricamente por la masiva industria local, sino que es el único modelo favorecido por el empresariado mallorquín.
Si necesitan un ejemplo del desprecio al potencial autóctono de lujo, el palacio del siglo XVI en Son Net es otra joya que los hoteleros mallorquines han dejado escapar de Puigpunyent a Marbella. El hotel se inaugura remozado, como la primera pieza de la expansión de la Finca Cortezin lejos de su matriz en la Costa del Sol. Nuestro caché sube fuera de la isla.
«Me parece también que las autoridades no intervienen, y permiten estas prácticas incívicas de los extranjeros en la isla. Da la impresión de que nuestra ley no tiene dientes». ¿Mallorca? No, Bali. Los empresarios nos recuerdan que si los extranjeros compran casas es porque alguien las vende, así que alguien trae también al turismo indeseable. Y aunque en Mallorca hemos visto al futbolista internacional más alto de Inglaterra regresar a un hotel de lujo con su esposa embarazada, y ambos borrachos como cubas, el precio favorece el comportamiento de la clientela. Las muy apetecibles habitaciones que el empresario marbellí Javier López Granados ha rediseñado en Son Net se alquilan a unos mil euros la noche.
Con un caso aislado, se nos podría tildar de amarillismo. Al enumerar el destino de Formentor, Jumeirah en Port de Sóller, La Residencia, Costa d’en Blanes o Hilton Galatzó y la penetración de Hyatt, solo cabe concluir que los hoteleros locales desprecian los enclaves privilegiados. La primera incursión marbellí de la cadena Ikos en Portopetro puede ser una casualidad, pero la segunda en Puigpunyent marca una tendencia. Si estos establecimientos no son negocio, ¿por qué los empresarios foráneos se los quitan de las manos? La Finca barajaba Italia o Portugal, acabó en la casa comprada por el banquero estadounidense David Stein. El administrador de la familia Kennedy me dijo un día que «para tener invitados a mis amigos continuamente, lo convierto en un hotel con todas las consecuencias». Así nació Son Net, que rima con Richard BranSon Bunyola y ambos aspiran a Son Vida.
La votación de la Ley de Vivienda puede definir el futuro electoral de España y, más importante, de Mallorca. Si el PNV y los independentistas de Junts han votado en compañía de Vox contra el citado texto, ¿qué problema hay en que los partidos nacionalistas citados se abstengan en la investidura de un Gobierno Vox/PP? O hablando en mallorquín, nada impide tampoco que El Pi respalde indirectamente la coalición de ultraderechas al Govern. Hasta los votantes del PP hemos de asustar a la izquierda, porque es la única manera de espolearla.
Por si necesitan conocer las consecuencias de contratar a matrimonios al completo en altos cargos, viajemos al hospital ibicenco de Can Misses en un viernes de abril. Funcionan tres de los diez quirófanos, y dos de ellos nutridos desde Palma, por lo que solo hay uno propio. Con la lógica rotación vacacional de las plantillas, no quedará ninguno para cirugía programada salvo que se produzcan desplazamientos desde Mallorca, también asfixiada y donde cuesta encontrar voluntarios. Ditto para Traumatología. Es indecente que los nativos insistan en enfermar.
Mucho se ha hablado de la primera narcolancha interceptada en Mallorca con un valioso botín a bordo, salvo que no es la primera. Andros Lozano cuenta en el aplaudido Costo, Las leyes del Estrecho que «conocí a un narco ceutí que servía toneladas de hachís a unos clientes en la isla de Mallorca. Para ahorrarse intermediarios, él y sus compañeros de lancha hacían el trayecto directamente, sin necesidad de alijar en las playas andaluzas».
El libro narra «horas o incluso días de saltos y miedo en el mar por si el helicóptero de Vigilancia Aduanera los perseguía». A la llegada a Mallorca, «se iban de fiesta a una discoteca de la isla. Allí, rodeados de prostitutas, se ponían ciegos de alcohol y de coca». Acabaron intimando en «noches de farra» con «gente de la noche» mallorquina. O eso pensaban, porque se trataba en realidad de «policías nacionales especializados en la lucha contra el narcotráfico». El resultado fueron años de cárcel y una filosofía, «lo mejor en este negocio es no salirse de Cái, pisha».
Reflexión dominical amnésica: «El mejor método para olvidar es el futuro».
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