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Adrián Todolí: «Estamos preparados para la semana laboral de cuatro días, somos más productivos y la gente quiere vivir mejor»

«Trabajamos más horas que hace cien años y eso está provocando problemas de salud mental y conciliación» - «El convenio de hostelería de Balears es una excepción en España»

Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo y licenciado en Economía, en una imagen de archivo.

Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo y licenciado en Economía, en una imagen de archivo. / MIGUEL ÁNGEL MONTESINOS

Jaume Bauzà

Jaume Bauzà

Reivindica la jornada laboral de cuatro días -32 horas semanales frente a las 40 actuales- y critica que el aumento de productividad de las empresas no se traslade a los salarios. Es el autor del libro ‘Regulación del trabajo y política económica. De cómo los derechos laborales mejoran la economía’

¿El mercado de trabajo español está preparado para la semana laboral de cuatro días?

Sí. Los datos dicen que en los últimos años ha habido un aumento de la productividad que no se ha trasladado a los salarios, y una de las alternativas es que esa mayor productividad se traduzca en una reducción de la jornada. Cuando aumenta la productividad haces más en el mismo tiempo. Eso significa que también puedes reducir el tiempo que necesitas para hacer lo mismo. Es cierto que habrá que ver cómo hacerlo, en qué sectores y cuáles son las necesidades concretas de la población. Pero hay un consenso en que la gente quiere vivir mejor, tener más tiempo y poder conciliar. También habrá trabajadores que preferirá traducir ese aumento de productividad en mejoras salariales.

¿Cómo puedo convencer a mi jefe de que en cuatro días seré tan productivo como en cinco?

Aunque trabajes muchas horas, las últimas horas eres menos productivo. Así que trabajando menos, prescindes de las horas en las que eres menos productivo. También hay que tener en cuenta que estamos en un proceso de modernización tecnológica y de procedimientos. Conforme pasan los años, cada hora de trabajo eres más productivo porque aparece un programa informático que te ayuda a hacer algo más rápido. O porque has mejorado la forma de trabajar. Año a año aumenta la productividad y tenemos que preguntarnos qué hacer con ese incremento. Una respuesta es ser igual de productivos que el año anterior, pero trabajando menos. Hoy en día en cuatro días puedes hacer lo mismo que lo que hacías en cinco hace años.

Usted defiende que no trabajamos las mismas horas que hace cien años, trabajamos más.

Sí. Como nos ha recordado el feminismo, el trabajo remunerado no es el único que existe, también lo es el que se hace en casa cuidando a los hijos o a personas mayores. Antes el modelo decía que el hombre tenía un trabajo remunerado de 40 horas mientras la mujer trabajaba en casa para beneficio de la familia. Actualmente la mujer se ha incorporado al mercado laboral, así que hay que sumar las 40 horas de ella, las que ya trabajaba el hombre y otras 40 de tareas familiares, que es trabajo aunque no esté remunerado. En total son 120 horas frente a las 80 de antes. Eso es lo que está provocando problemas de salud mental y de conciliación.

El mercado de trabajo ha resistido bien a la pandemia y ahora a la inflación: baja el paro y nunca había habido tantos cotizantes en la Seguridad Social. ¿Es tan bueno como parece?

Los datos de desempleo son excelentes. En España tradicionalmente hemos tenido problemas de desempleo y de temporalidad, y los estamos solventando. Eso es muy positivo, pero hay un problema: el poder adquisitivo de los trabajadores se está reduciendo porque la inflación está muy por encima de los salarios. Entre 2012 y 2019 perdimos seis puntos de poder adquisitivo. Pero es que en 2020, 2021 y 2022 perdimos otros seis puntos. Hay buenas noticias, pero también retos muy importantes que debemos afrontar.

¿Por qué aquí los salarios son tan bajos en comparación con otros países de la Unión Europea? ¿Los empresarios españoles son más tacaños?

Una razón es que la reforma laboral de 2012 tenía como objetivo una devaluación salarial. Se propuso que los trabajadores perdieran poder adquisitivo a cambio de que las empresas ganaran competitividad y pudieran vender más en el exterior. Esto no funcionó porque los empresarios bajaron salarios, pero no bajaron los precios, aumentando sus márgenes de beneficios. Eso se intentó corregir en la reforma laboral de 2021, pero no se pusieron medidas suficientes para que los salarios aumentaran. Por ejemplo, no se hizo nada para que los convenios colectivos incorporen cláusulas de revisión salarial para que los salarios aumenten al menos como la inflación.

Govern balear, sindicatos y patronales firmaron este año un convenio de hostelería que supondrá una subida salarial del 8,5% en dos años. ¿Es el camino?

Sí. Ese convenio es una excepción a lo que está pasando en el resto de España, donde ni se están pactando convenios colectivos, ni se están llegando a acuerdos para subir salarios al ritmo de la inflación. Según datos del Ministerio, en 2022 se acordaron solo el 40% de los convenios colectivos que se deberían haber acordado. Hay conflictividad social y no se está pactando. Pero en Balears sí se ha llegado a un acuerdo con buenos incrementos salariales. Así es como luchas contra la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores y contra la precariedad. También es el camino para tener un modelo turístico de calidad y no de cantidad, con personal bien retribuido y bien formado.

Pese a ello hoteles, bares y restaurantes tienen serios problemas para encontrar trabajadores cualificados, tanto en Balears como en otras zonas turísticas.

En Balears hay un problema de vivienda y la mano de obra tiene que tener un lugar para vivir. Los jóvenes no se pueden independizar, ni siquiera con un trabajo a tiempo completo, porque no pueden acceder a una vivienda. Y no pueden aspirar a alcanzar una serie de objetivos vitales. Conozco estudios de otros lugares y el riesgo es que decidan no trabajar. ¿Por qué voy a trabajar si ese trabajo no me va a dar para vivir? Es un tema de empresarios y del mercado de la vivienda, que tiene que ofrecer condiciones de vida dignas a los jóvenes y a los trabajadores. Y no es un tema de que las nuevas generaciones son vagos y no quieren trabajar. Eso es falso. Pero racionalmente llega un momento en el que la decisión puede ser la de no trabajar.

Esta legislatura el Gobierno ha subido el salario mínimo interprofesional hasta los 1.080 euros. ¿Llegaremos a ver un SMI de 1.300 o 1.400 euros?

En Francia o Austria existe. Hay que aumentarlo, pero racionalmente, conforme aumente la productividad. Ese aumento se tiene que traducir, no en pérdidas de empleo, sino en una mejor redistribución de los ingresos. En los últimos 30 o 40 años lo que han aumentado son los salarios de los directivos. Así que subir el salario mínimo debería repercutir, o bien en una reducción de salarios de los directivos, o en una reducción del margen de beneficios de la empresa.

¿La Inteligencia Artificial eliminará puestos de trabajo?

Lo que va a hacer la Inteligencia Artificial es aumentar la productividad. Muchos trabajos para los que antes necesitabas cinco horas, a lo mejor ahora los resolverás en una hora. Una posibilidad es que habrá trabajadores que se irán a la calle. Otra posibilidad es que se redistribuya mejor el trabajo reduciendo horas. Hay otro escenario: pueden desaparecer algunos trabajos y aparecer otros nuevos. Históricamente, los aumentos de productividad han generado su propia demanda. Quiere decir que si ahora solo tardo cinco horas en lugar de una para hacer un trabajo, puedo vender el producto más barato, más gente lo comprará y por tanto harán falta más trabajadores para hacer más productos. Los planteamientos son muchos, pero al final lo que los define son las leyes y las regulaciones.

Hace semanas que los franceses protestan contra la ampliación de la edad de jubilación hasta los 64 años. ¿Por qué en España hemos aceptado tan dócilmente jubilarnos a los 67?

Probablemente porque en el momento en el que se hizo había una crisis económica enorme. Ahora es un momento de expansión económica, pero entonces los sindicatos no tenían poder para enfrentarse a esa reforma y se acabó aceptando.

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