Marga, corre hacia la luz

Marga Prohens, en el Congreso.

Marga Prohens, en el Congreso. / Diego Puerta

Matías Vallés

Matías Vallés

Irene Montero y Yolanda Díaz no se dirigieron la palabra cuando coincidieron en Palma por última vez, ni siquiera se dignaron a mirarse. Marga Prohens ha mediado con fortuna para resolver este divorcio, al declarar desdeñosa y con retintín de Infanta que las camas elevables en hoteles son «la mayor tontería en política turística de los últimos años». De inmediato, las dos ministras se unían en el rechazo a la declaración prepotente de la presidenta del PP balear, después de que prendiera la mecha una veinteañera Lucía Muñoz que empieza a asustar a sus empingorotadas rivales.

En realidad, la vergüenza de las camas plegables consiste en que el Govern subvencione con millones de euros a los opulentos hoteleros, para que instalen los artilugios que alivian la tarea de las kellys. Por supuesto, Prohens no puede esgrimir este argumento contra la izquierda, se encuentra maniatada ante un sector turístico que le ha dado ostentosamente la espalda, véase a María Frontera piropeando al nuevo ministro socialista de Turismo.

Bienvenida a las ligas profesionales, señora Prohens, donde una arbitrariedad clasista interpretada con la mueca consiguiente no facilita la victoria. La torpe descalificación de las camas no es «la mayor tontería en política electoral de los últimos años», aunque obliga a reinterpretar a la candidata del PP como un activo impagable de la izquierda.

La insensibilidad de Prohens no preocupa por escandalizar a las hipócritas Yolanda Díaz o Irene Montero, a bordo de sus coches oficiales con escolta policial, sino porque demuestra la ignorancia absoluta de la candidata del PP sobre las elecciones en juego. Se comporta como una débil opositora, nadie puede ver en ella ahora mismo a una presidenta del Govern.    

 Sobre todo, porque llueve sobre mojado. La rehabilitación de José María Rodríguez como mentor de Prohens demuestra la escasa confianza de la candidata en sus propias fuerzas. Necesita al brujo corrupto, y ante todo fracasado, para derrotar al desmedrado Hila en Palma. En su atolondramiento, compromete al PP nacional por segunda vez en una semana, se ha convertido en el principal quebradero de cabeza para la campaña de Borja Sémper.

Si Prohens piensa encadenar un traspié diario, el PP agradecerá que solo queden 59 días para el 28M. La sobreactuación de Armengol en el Parlament, frotándose literalmente las manos mientras sentencia que «no sé cómo pagarles el favor que nos han hecho», no solo demuestra que a los socialistas no les llegaba la camisa al cuello antes de la bacanal de Sencelles. La presidenta de Balears es consciente de que los tristes candidatos José Ramón Bauzá y Biel Company fueron decisivos para asentarla ocho años en el Consolat. Ahora ha descubierto que también Prohens es capaz de perder las elecciones por sí sola. De ahí su explícito «son los mismos de siempre», destinado a una rival que llegó a preocuparle por si suponía una novedad.

Cuesta acostumbrarse a cabalgar una campaña electoral donde los errores masivos son cometidos por la oposición. Por no trabajar, sucumbió a la facilidad corrupta. Ha llegado el momento de responder a la pregunta fundamental, ¿por qué acudieron los dirigentes populares en masa a la llamada del flautista Rodríguez de Hamelín, que los despeñó por un barranco de Sencelles? Muy sencillo, porque se creyeron la sentencia de la Audiencia sobre el caso Cursach. «Los de siempre», como los llama Armengol, volvían a sentirse invulnerables. No entienden que el silencio mallorquín jamás fue un asentimiento, solo vergüenza ante el funcionamiento de los poderes públicos llorones. 

Una semana atrás había que convencer a Prohens de que no estaba tan bien como presumía, hoy conviene consolarla porque no está tan mal como pretende Armengol. El voto se decide en los últimos días, pero obedece a lo ocurrido durante los años precedentes. El reto de la presidenta del PP se limita a no encabezar la segunda candidatura popular que nunca coronará la presidencia. Está claro que Prohens no sabe dónde se ha metido. Peor todavía, no sabe cómo salir. Siempre puede seguir el consejo de Poltergeist. «Corre hacia la luz, Marga».

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