Inés, madre mallorquina de una niña con síndrome de Down: «Mi hija no es un diagnóstico médico, es Ana y aprende rápido»

«Las escuelas especializadas no son inclusivas;al contrario, segregan, les hace diferentes y vulneran sus derechos»

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Redacción

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Inés Martín habla con apasionamiento y repite varias veces la palabra «inclusión». Es madre de Sara, de 9 años, y de Ana de 7, una niña con síndrome de Down para la que reclama «los mismos derechos» de los que disfrutan todos los ciudadanos, ahora y en su vida adulta. Pero, lamenta Martín, en estos casos muy a menudo sobrevuela el fantasma de la segregación.

«Cuando todavía estaba terminando la escoleta le ofrecieron un aula uecco [espacios dentro del colegio en los que se atiende a personas con alguna discapacidad]. Ni siquiera estaba en infantil y ya le planteaban unas expectativas muy bajas porque la niña tenía que estar en un aula separada del resto de niños con desarrollo típico», explicó ayer Martín en conversación con este diario en la víspera del Día Mundial del Síndrome de Down que se celebra hoy.

«El problema es que muchas veces las valoraciones se basan en un diagnóstico médico, y mi hija no es un diagnóstico. Olvidaros del diagnóstico médico, porque si no os perdéis a mi hija, que es Ana, aprende rápido y es súper inteligente. Necesitamos trabajar juntos, confiar en ella y ser constantes. Y los frutos salen: habla cada vez mejor, también mejora mucho a nivel de autonomía, sabe todos los sonidos del abecedario y hace sumas y restas sencillas. Necesitamos que se pongan recursos porque las ratios son muy altas y para el profesorado es muy difícil dar atención a todos», destacó esta madre.

Ana, con su hermana Sara y dos amigas.

Ana, con su hermana Sara y dos amigas. / Redacción.

Considera que el sistema educativo debería poner el foco en apoyar a estos niños para que puedan completar su formación, tanto en Primaria como en Secundaria, con el resto de sus compañeros de clase. «La intención de modelos como el aula uecco es buena: dar una atención más personalizada y hacer hincapié en determinados conocimientos. Pero hay una convención de la ONU que defiende los derechos de las personas con discapacidad y señala que ni las aulas uecco, ni las escuelas especiales, ni las modalidades de educación combinada son inclusivas. Al contrario, son segregadoras y vulneran sus derechos porque el niño se siente diferente, y el resto también le percibe como diferente», reivindicó Martín.

La receta de esta madre es destinar más recursos, bajar ratios, poner dos profesores por aula y dar formación al profesorado. «Ana tiene el derecho de estar en un aula ordinaria, nunca admitiré que mi hija no tenga nada que no sea ordinario. Y no solo un ratito. En Primaria y en Secundaria, para que después pueda elegir una FP. Es decir, que esté incluida en el mundo real porque es su derecho. Es que si eso fuera así todos seríamos más tolerantes y no nos sorprenderíamos por ver a una persona con síndrome de Down trabajando de cara al público, por ejemplo», explicó .

Mientras Martín habla, Ana juega a pocos metros con su hermana y varias amigas del colegio. «En su clase ven muy normalizada su diversidad. Saben que tiene su ritmo ,y que en algunas cosas va a la par y en otras necesita más ayuda», indicó.

Sin embargo, y pese a su corta edad, a Ana ya se le han cerrado algunas puertas. «Una escuela de kárate, una de gimnasia rítmica y una de pintura no quisieron aceptarla. Pero tocando muchas puertas, alguna se abre. Por ejemplo en el Casal de Barri del Rafal va a clases de zumba, la profesora es un encanto y ella allí es feliz. También le encanta la natación y la música: está en la escuela municipal Xesc Forteza, que es súper inclusiva. Va allí desde que era muy pequeña y ahora elegirá un instrumento. Me han dicho que respetarán su ritmo», celebró esperanzada Martín.

Todavía hay «rechazo» hacia las personas con síndrome de Down —«cuando nació incluso me ofrecieron darla en adopción, pero yo la miraba y pensaba que era preciosa»—, evocó Martín. Y reclamó para Ana las mismas oportunidades que para los niños de su edad. «A casi todas las personas que conozco al final les ofrecen irse de la escuela ordinaria. Y el no titular, no poder sacarte al menos la ESO, te cierra muchas puertas a nivel laboral. A veces me encuentro con personas con síndrome de Down, mayores o adolescentes, y les veo súper bien. Me pregunto por qué no están trabajando en una biblioteca, en un centro comercial o en un centro educativo como cualquier persona sin discapacidad. Pero no, están apartados, y a veces explotados», manifestó.

Documental: ‘Educación inclusiva. Quererla es crearla’

Inés Martín y Caroline Brinton, madre de un niño son síndrome de Down ha traducido al inglés el documental ‘Educación inclusiva. Quererla es crearla’, una cinta de Ignacio Calderón basada en la historia de un chico de León con síndrome de Down al que su profesor quiso enviar a una escuela especial. La familia se negó porque querían defender su derecho a una educación inclusiva. Estuvo tres años en su casa y al final la ONU dio la razón a la familia confirmando un caso de segregación.

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