Los efectos terapéuticos del huerto en el hospital Joan March

De la mano de Cruz Roja, el hospital Joan March desarrolla un programa con pacientes en el que el cultivo de ajos, rabanitos y lechugas está demostrando mejores efectos terapéuticos que los fármacos

Redacción

Tras la primera sesión, Oliva Sanz, trabajadora social del hospital de Son Llàtzer y, por extensión, el Joan March, ya comprobó los benéficos efectos del programa de huertos ecológicos terapéuticos implementado en el centro sanitario de Bunyola como una actividad complementaria para los pacientes ingresados. Un programa enmarcado en una iniciativa más amplia para humanizar la asistencia sanitaria que cuenta con la colaboración de la organización Cruz Roja.

«Después de la primera jornada, el pasado 2 de febrero, la trabajadora social ya detectó cambios en los pacientes. Pasaron una tarde muy relajada en sus habitaciones. El hecho de estar al sol, tocar tierra y oler las plantas les relajó mucho. Otro de los usuarios, que debía ser ayudado para bajar desde su habitación en silla de ruedas para acudir al huerto, en la segunda jornada lo hizo por sus propio pie, sin necesidad de la silla. Otro, del que aseguran que se queja constantemente y grita a todo el mundo cuando se encuentra en su cuarto, se muestra muy tranquilo y sereno mientras trabaja en el huerto. En definitiva, todos los que participan en el programa esperan con ilusión a que llegue el jueves», se congratula Marc Ayats, responsable del área de Medio Ambiente de Cruz Roja en Baleares.

En el programa participan entre 12 y 15 usuarios terminales y con problemáticas tanto sanitarias como sociales

Ayats revela que comenzaron con este programa de huertos terapéuticos en el Joan March el pasado 2 de febrero con cinco meses de cultivo y entre 12 y 15 pacientes participando en él.

«¿Qué cual es su perfil? Muy variado. Hay pacientes terminales, de larga estancia que previsiblemente no saldrán nunca del centro, y personas tanto con problemáticas sanitarias como sociales», acota el responsable de Cruz Roja detallando que desde ese primer jueves de febrero cinco voluntarios de su organización secundados por otros de la Asociación Pide y del Bisbat de Mallorca están desarrollando este programa de once de la mañana a la una del mediodía.

«En tan solo dos semanas ya hemos comprobado sus efectos terapéuticos, lo que nos permite concluir que este programa tiene un gran potencial porque su objetivo no es otro que incrementar el bienestar y la salud de las personas», subraya.

Han empezado con lo básico, con cultivos agradecidos que muestren rápidamente sus resultados y animen a sus agricultores a continuar. «Comenzamos desde cero, plantando ajos, rabanitos y lechugas. Los ajos han crecido muchísimo y todos están entusiasmados. La semana que viene además vamos a organizar una jornada de degustación de nuestras propias lechugas», continúa el responsable de Cruz Roja

Trece sillas especiales adquiridas por el Govern permiten llevar a la Serra a personas con discapacidad

Un éxito temprano que les anima a ampliar el programa y pasar a sembrar otros cultivos también en la propia tierra del centro sanitario extendiendo su actividad más allá de las mesas de cultivo que usan en esta fase inicial.

Este proyecto, aprovecha Marc Ayats, es tan solo uno de los muchos que desarrolla Cruz Roja con la misma filosofía: acercar las personas a la naturaleza.

«También tenemos huertos en la UIB y frente a la prisión de Palma para que personas en situación de vulnerabilidad gestionen sus propios terrenos que les cedemos», explica el responsable de Cruz Roja revelando que en los huertos de la UIB trabajan diez personas frente a las ocho que «explotan» los huertos frente al polígono de Son Rossinyol, unos espacios donde también realizan talleres grupales alumnos del cercano instituto de Son Pacs.

Sillas Joelette

Los voluntarios de la Cruz Roja también acercan a la naturaleza a las personas con problemas de movilidad gracias a las trece sillas Joelette que adquirió con este fin el Govern.

«Se trata de sillas con una suela rueda en las que, con la ayuda de dos personas, usuarios impedidos pueden ir a la montaña. Les llevamos por todas partes. Por la Serra e incluso vamos con ellos hasta Cabrera», detalla Ayats.

Ya por último, Cruz Roja también organiza excursiones grupales especialmente diseñadas para colectivos vulnerables. «Usamos en ellas la metodología conocida como baño en el bosque, que consiste en no machacar a los participantes con informaciones sobre el tipo de plantas o árboles por los que transitamos. Les organizamos actividades para que conecten con la naturaleza a través de los sentidos. Les invitamos a tocar las texturas de la plantas y las piedras para que perciban su olor y si son pegajosas o ásperas», concluye.

Y es que todas estas actividades en las que se vuelve a la tierra y a la naturaleza, parece que consiguen efectos terapéuticos muy superiores al más novedoso de los fármacos en unos tiempos en los que se antepone la tecnología a lo consustancial del ser humano.

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