Lletra menuda

La Fira del Ram se muda a la Serra

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Tanto el Govern como el Consell están para demandarles mucho y obedecerlos poco. Juliette se ha encargado de reafirmar que tal convicción está incrustada en una sociedad insular que eleva el ocio inmediato a valor supremo y devalúa el riesgo hasta la irresponsabilidad.

La consellera de Presidencia se ha hartado de repetir que «no es el momento de ir a la nieve» y aún así, entre operativos de la UME, Protección Civil, policías de uniformes varios y desbrozadores del Ibanat, la Serra se ha convertido en un colador de curiosos y captores de imágenes desconocidas para pantallas gélidas. Hay que aprovechar una ocasión que solo se da cada dos décadas. Todo lo demás es secundario.

La noria de las emociones fuertes ya no está en una feria del Ram que estaba llamada a ser la del máximo atractivo postpandémico. Los estragos de la naturaleza la han superado y trasladado a la Serra para poder quemar adrenalina burlando la vigilancia, encallando los pies en la nieve hasta la necesidad de rescate o sorteando la alta posibilidad de tropiezos y desprendimientos.

El fin de semana está aquí. Las temperaturas suben, el domingo se prevé soleado, ideal. El Govern monta un dispositivo especial porque sabe que, pese a los llamamientos, la avalancha humana en dirección a la Serra será inevitable. Este es el alud de mayor peligro. Es más, seguro que el Ejecutivo recibe un chaparrón de críticas porque en una semana no ha sido capaz de tener listo el parque temático de la nieve y el agua. Habráse visto, todavía quedan carreteras cortadas, árboles por retirar, tendido eléctrico por reparar y gentes por asistir. Urge el trabajo y la prevención y nosotros no nos podemos divertir.

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