Excursionistas y ciclistas intentan eludir los controles para subir a la Serra de Tramuntana: "Pensaba que me dejarían pasar"

Emergencias advierte del peligro por posibles heladas, deslizamientos, desprendimientos de rocas o tierra y árboles fracturados o caídos en la carretera

Pedro Isern, Álvaro Isern y Cristina Ribas han tenido que dar media vuelta frente al control de la Guardia Civil en Caimari.

Pedro Isern, Álvaro Isern y Cristina Ribas han tenido que dar media vuelta frente al control de la Guardia Civil en Caimari. / Irene R. Aguado

Irene R. Aguado

Irene R. Aguado

En la Serra de Tramuntana la nieve ya se está deshaciendo, pero muchos visitantes y excursionistas quieren ir a ver lo poco que queda. Más de cien kilómetros de carreteras de Mallorca se mantienen cerradas por peligro de posibles heladas, deslizamientos, desprendimientos de rocas o tierra y árboles fracturados o caídos en las vías, según ha advertido el servicio de Emergencias 112 este sábado.

El Govern ha restringido los accesos a la Serra y tanto Protección Civil como la Guardia Civil han desplegado controles en varios puntos. Las autoridades han pedido a los ciudadanos que eviten ir a la zona por seguridad mientras se culminan las labores de retirada de árboles y desprendimientos. Aún así, muchos visitantes, familias y excursionistas se han acercado para tratar de sortear los controles y ver en primera persona la nieve y los restos que ha dejado la borrasca Juliette.

"Pensaba que nos dejarían pasar", admite Pedro Isern, de 44 años. Han tratado de acceder en coche a la zona a través de la carretera de Caimari a Lluc, la Ma-2130, cuando en el kilómetro 7 se han topado con el control de la Guardia Civil.

"Queríamos subir hasta Lluc y pensábamos ir con mucho cuidado. Habíamos leído lo de los árboles caídos, pero no teníamos mucho más que hacer y hemos venido a probar", explica la familia, que viene desde Palma y que no esperaba que la restricción fuera tan "estricta". Era la oportunidad para el joven Álvaro Isern, de nueve años, para ver la nieve por primera vez: "Nunca he visto y me hacía mucha ilusión", cuenta. Ante la negativa de los efectivos de la Guardia Civil, han decidido dar media vuelta e ir a pasear por algún pueblo cercano.

Goteo constante de visitantes

Aunque no se ha producido la avalancha de visitantes que temían las autoridades locales, sí ha habido un goteo constante de personas que trataban de acceder. Muchas de ellas ni si quiera sabían que había restricciones de acceso, aunque la gran mayoría escuchaba a los guardias civiles y voluntarios de Protección Civil y retrocedían sin mayor problema.

Sin embargo, en las carreteras sin vigilancia ni seguridad, cuyo único aviso era una valla con un letrero, algunos ciclistas y excursionistas se han saltado la prohibición, la mayoría pensando que está restringido para vehículos pero no para peatones. Ha ocurrido en puntos como la carretera del Coll de Sóller, la Ma-11A, cortada a partir del kilómetro 17.

La carretera del Coll de Sóller, la Ma-11A, está cortada a partir del kilómetro 17.

La carretera del Coll de Sóller, la Ma-11A, está cortada a partir del kilómetro 17. / Pere Joan Oliver

Emergencias ha previsto una serie de supuestos en los que se permite acceder, como vecinos, personas que tienen que cuidar a sus animales, payeses con fincas, operarios y trabajadores. Sin embargo, incluso entre estas personas ha habido algún que otro contratiempo, puesto que tienen que identificarse o aportar documentación que demuestre que residen en la zona, y han de tener razones de peso para salir y entrar.

Javier María Mozo vive en la urbanización de es Guix, en Escorca. Al intentar acceder al camino hacia su casa en la Ma-2130 la Guardia Civil le ha solicitado que se identifique para demostrar que vive allí. Pero la vivienda que consta en su DNI no es su residencia habitual: "Me piden que muestre un contrato de compraventa de la casa o que enseñe un permiso del alcalde, pero no tengo nada de eso", comenta. Finalmente ha logrado pasar el control gracias a varios personas del pueblo, que han acreditado que Mozo vive ahí.

Entre tanto, comenta con este diario el "desastre" que ha visto con sus propios ojos en los alrededores de su vivienda: "Está todo fatal, es un desastre. Está lleno de ramas y árboles rotos. Es impresionante", lamenta.