Fernando Damiani, piloto retirado, recuerda las causas del accidente aéreo de Nantes

Damiani conoció al comandante del Coronado, Antonio Arenas, que logró aterrizar el avión en una base aérea de Cognac

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Bernardo Arzayus

Jaume Bauzà

Jaume Bauzà

El día del siniestro los militares ordenaban el espacio aéreo francés a causa de una huelga de controladores aéreos. Aunque inicialmente las autoridades militares francesas culparon de la colisión a los pilotos del Coronado, los tribunales sentenciaron, después de casi una década de juicios, que la responsabilidad exclusiva del siniestro fue del Estado francés.

«Los dos aviones se iban a cruzar en el mismo punto y a la misma hora, y se creó un conflicto que los controladores militares no supieron gestionar. En última instancia pidieron al Coronado de Spantax que redujera su velocidad y perdiera siete u ocho minutos en muy pocas millas, lo que era imposible. No les quedó más remedio que dar vueltas antes de llegar al punto, pero en el momento en el que el Coronado inició el viraje, el Iberia impactó en su ala y explotó en el aire», evoca Fernando Damiani, piloto retirado que ha volado con Spantax, Hispania y Air Europa.

Damiani conoció al comandante del Coronado, Antonio Arenas, que logró aterrizar el avión en una base aérea de Cognac, a 40 kilómetros de Nantes, pese a que en la colisión había perdido un ala. «Fue un héroe que consiguió aterrizar el avión de Spantax sin entre cinco y siete metros de ala. Le conocí porque yo era instructor en el aeroclub de Son Bonet y vino para aprender a volar una Bücker, un biplano clásico muy bonito. Tuve el honor de acompañarle en aquel vuelo. Para mí era Superman por haber logrado la hazaña de aterrizar un avión muy dañado. No fue un milagro, fue su pericia de piloto lo que consiguió salvar a los pasajeros», enfatiza.

También dedica elogios a aquellos modelos Coronado que «se hicieron con una estructura reforzada superior a los aviones estándar comerciales porque inicialmente estaban pensados para un uso militar».

Este comandante retirado también conoció a Domingo Murano, con el que coincidió en Air Spain antes del accidente. «Era un hombre muy afable. Le conocí en las oficinas de la aerolínea y charlamos. En su despacho tenía una maqueta rota del DC-8 de la compañía porque se había caído al suelo. Pensé que podía intentar arreglarla y le pregunté si podía llevármela. Estuvo de acuerdo, pero ya no tuve ocasión de devolvérsela. La conservé, pero desapareció en una de las mudanzas que he hecho», recuerda Damiani.