SANIDAD

Anabela, auxiliar de enfermería: «Catalán sí, pero no sin mi hija»

Una auxiliar de enfermería lidia con las autoridades para poder acudir con su bebé lactante a las clases para sacarse el B1

Anabela asistiendo a una clase de catalán.

Anabela asistiendo a una clase de catalán. / Diario de Mallorca

I. Olaizola

I. Olaizola

Anabela es una madre reivindicativa que ha removido todas las instituciones que se le han puesto por delante para poder asistir a las clases de catalán para sacarse el nivel B1 que se le exige a su categoría profesional (auxiliar de enfermería, en la actualidad denominados técnicos en cuidados auxiliares de enfermería, TCAE) en compañía de su bebé Victoria, que acaba de cumplir cuatro meses de edad.

«El Institut Balear de la Dona me ha dicho que va a poner una queja al Ayuntamiento», comienza por el final Anabela.

Esta sanitaria es natural de Jaén y fue allí dónde se sacó su plaza de auxiliar de enfermería. Como no había trabajo en su ciudad natal, solicitó una comisión de servicios para venir a trabajar a Mallorca dónde sí había puestos de trabajo vacantes.

«Llevo dieciséis o diecisiete años trabajando aquí, primero en Son Dureta y después en Son Espases. ¿Que por qué me estoy sacando el título de catalán? Porque lo necesito para mantener mi puesto de trabajo, para subir de nivel de carrera profesional... para todo», argumenta.

No lo recuerda con exactitud pero comenzó a asistir a las clases idiomáticas a comienzos de este mes de febrero en el centro de formación de Son Malferit. «La primera semana de clases tuve con quién dejar a Victoria y asistí a las mismas con normalidad. Los problemas comenzaron la segunda semana, cuando no me quedo más remedio que ir a clase con la niña. La profesora no me puso ningún pero desde la dirección le llamaron la atención. Le dijeron que no podía asistir a clase con mi bebé», se solivianta todavía al recordarlo.

Anabela, que está convencida de que la profesora no le puso ninguna pega porque se puso en su piel y empatizó con su problema ya que ella también acababa de ser madre, continúa su historia revelando que para intentar sortear esa prohibición se puso en contacto con el Institut d’Estudis Baleàrics.

«Su solución fue cambiarme a al centro de Camp Redó dónde podía asistir a las clases de catalán en horario de mañana», señala aludiendo al Centre d’Educació de Persones Adultes de esa barriada de Palma dónde aún prosigue afanándose por sacarse el título de catalán aunque todavía con algún resquemor: «¿Dónde voy a ir yo con este acentaso que tengo hablando en catalá?», se cuestiona dando por sentado que a nadie se le puede ocultar su procedencia andaluza.

Anabela con su hija Victoria profundamente dormida en clase.

Anabela con su hija Victoria profundamente dormida en clase. / Diario de Mallorca

Recogida de firmas

Su salida de Son Malferit fue un poco traumática. «Cuando mis compañeros de clase se enteraron de que no me permitían asistir con la niña, se plantearon realizar una recogida de firmas para evitarlo. ¡Es que la niña no decía ni mu, no interrumpía en ningún momento las clases! ¡Si parecía que le había dado un potente tranquilizante porque estaba dormida como una ceporra todo el rato!», se indigna todavía por la manera en la que le hicieron cambiar de centro educativo.

La profesora empática de Son Malferit que desde el comienzo autorizó su asistencia a clase con la bebé, se movilizó y uso las redes sociales para denunciar este caso de discriminación negativa. Según tiene entendido Anabela, lo puso en conocimiento del Institut Balear de la Dona y con la l’Associació Balear d’Alletament Matern (ABAM). Todo suma.

Pero lo que cree que fue el detonante de que en su nuevo centro de estudios de catalán sí le permitieran acudir a clases con su bebé es que les amenazara con acudir a la prensa como finalmente ha hecho aunque ahora por otros motivos más reivindicativos por cuestiones de género.

«En Camp Redó me permiten asistir con mi hija porque lo ha autorizado el profesor. Si el profesor que imparte las clases lo permite, me dijeron, podría asistir con la niña», explica las razones que le dieron.

El ejemplo de Irene Montero

Unas razones que Anabela no comparte porque piensa que poder asistir a clases con tu bebé lactante debería ser un derecho al que ninguna mujer debería renunciar. «¿No asistió al Congreso de los Diputados Irene Montero con su bebé colgado del pecho como si fuera un mandril?», se cuestiona denunciando lo que considera que es un agravio comparativo. 

Si a toda una ministra de Igualdad se le permite asistir con su hijo recién nacido a su puesto de trabajo, ¿por qué a ella le ponen pegas de todo tipo para ir a clase con un bebé al que no tiene a nadie con quién dejar?, se pregunta aún.

Y eso que Anabela tiene bien claro que no se puede ir a trabajar con un hijo, que el centro laboral no es una guardería. Pero sí defiende que con los bebés en situación de lactancia sí se debería hacer una excepción. «Estamos hablando de tan solo los primeros seis meses de vida, no pido que se permita ir a niños de más edad aunque hay madres que amamantan a sus hijos hasta que tienen varios años. No será mi caso», tranquiliza a las autoridades celosas de mantener a toda costa el orden establecido.

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