Degradación comercial en Mallorca

Cascada de cierres en los hornos de Mallorca: «¿Quién quiere levantarse a las tres de la mañana para trabajar?»

Cuatro templos del mejor pan de la ‘part forana’ han bajado la barrera desde septiembre de 2022. Se extiende en la isla el consumo de masas congeladas

Can Ribot, de Manacor, cerró el pasado 31 de diciembre.

Can Ribot, de Manacor, cerró el pasado 31 de diciembre. / S. Sansó.

M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

Al menos cuatro hornos de la part forana han bajado la persiana en los últimos cuatro meses. El ritmo ha sido de uno al mes. El gerente de la Associació de Forners i Pastissers de Balears, Pep Magraner, augura que se precipitarán más cierres en los próximos meses y años. «En Palma, cerrará próximamente la reputada panadería Mestre de Camp de’n Serralta», asegura. «Esto sucede porque la media de edad de quienes regentan ahora los hornos es bastante elevada, está entre los 64 y 65 años», explica.

La fuerte competencia que se ha desatado en el mercado del pan es otra de las causas. «Este producto se comercializa en supermercados, gasolineras y otros establecimientos no especializados». La falta de relevo generacional es quizá la piedra de toque constante en todas las bajas que se han sucedido en los últimos meses. «El de panadero es un oficio que se merece una dignificación. Además de que es necesario darle más valor al comercio de proximidad», subraya. Los elevados costes provocados por la inflación tampoco ayudan a sobrevivir. 

Magraner enumera algunos de los últimos cierres: Can Ribot en Manacor, Can Salvador en Santa Margalida, Can Biel des Mosso en Son Carrió o Can Banya en Pollença.

Anteriormente, cerraron Can Nas también en Pollença o Can Moranta en Consell (reabierto por las sobrinas del anterior propietario), así como el Forn des Recó, Horno San Antonio o el Forn de Sant Elies en Palma. En Alaró bajó la barrera Ca na Juanaineta, pero lo ha reabierto Biel Vidal.

Desde la asociación reclaman que haya más plazas en el grado medio de FP de panadería y pastelería, y que también sea posible estudiar en Baleares el grado superior de esta especialidad. Por otra parte, consideran que falta poner en valor y promover los productos locales de calidad. «Lo que sucede también es que Baleares es una de las comunidades que está por debajo de la media estatal en consumo de pan. La población de entre 15 y 20 años son los que menos consumen». 

Otra de las tendencias que se está extiendo es el consumo de pan que únicamente se hornea en el establecimiento. «En estas tiendas reciben masas congeladas elaboradas en fábricas que están en la península o en Francia y las distribuyen por todas partes, supermercados y otras tiendas, un modelo con mucho impacto medioambiental. Después está también el modelo de hornos-franquicia que tienen diferentes tiendas distribuidas por el territorio», señala. «O panaderías u otro tipo de tiendas que compran el pan en otro horno y ellos hacen la pastelería por ejemplo. Es algo que está sucediendo cada vez más», sostiene. «Luego están las panaderías-cafeterías, con mucho producto congelado y donde lo que funciona en realidad es la cafetera». En estos momentos, hornos tradicionales en Baleares hay 280. «Ahora está la revolución del pan ecológico y es posible que más forners vayan empleando harinas locales. Algunos están incorporando incluso un molino rudimentario de madera para hacer la harina. Es el caso de la panadería Pons de la Colònia de Sant Jordi», comenta.

 Victòria Mayans, copropietaria del negocio familiar Can Pomar de Campos, añade que las nuevas generaciones buscan tener más tiempo libre y no quieren asumir el coste personal y familiar que supone ser forner: levantarse a las 3 de la mañana o trabajar en festivos