Lletra menuda: Una cicatriz innecesaria para el idioma

UNA CICATRIZ INNECESARIA PARA EL IDIOMA

UNA CICATRIZ INNECESARIA PARA EL IDIOMA / Llorenç Riera

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Era evitable. Para permanecer en el punto de inicio bastaba la inmovilidad. A lo sumo, con una actualización de datos por parte de un IB-Salut que ahora queda en mala posición, todo quedaba arreglado. Resultaba innecesario dar un rodeo tan estéril provocando una crisis política con claras repercusiones sociales, que deja en evidencia al Govern y en nada favorece a la salud de la lengua catalana, siempre expuesta al contagio.

No es solo cuestión de garantizar unos derechos lingüísticos inexcusables. Si las nuevas corrientes de la medicina moderna con sensibilidad humana abogan por potenciar una relación médico-paciente capaz de compatibilizar la técnica con el trato más empático y comprensivo, el idioma resultará fundamental para ello. Una persona catalanoparlante precisará mejor sus dolencias en la lengua propia de Balears. Por otro lado, a un galeno o enfermero que ha necesitado el inglés y la alta exigencia de su especialidad para obtener su titulación, le bastará una dosis básica de voluntad para entender el catalán. Si, además, el Colegio de Médicos dice que ningún profesional deja de venir a Balears por el idioma, por qué tanto artificio improductivo. ¿Será para anestesiar las dificultades más palpables de la escasez de vivienda y del coste de la vida? Estas sí que necesitan de bisturí urgente.

Es posible también que el Govern se haya dejado amedrentar por colectivos sanitarios muy concretos y cómodos, amigos de la uniformidad artificial de la lengua, o por el efecto que causa en época electoral, con encuestas niveladas, una derecha política reaccionaria. También ha habido presiones del otro lado, la OCB, la UIB y el STEI se han mostrado contundentes y la posibilidad de dimisiones ha planeado sobre el Consell Social de la Llengua. Demasiados costes para una batalla prescindible que se amortigua con una necesaria solución de compromiso.

Era una exageración extender el déficit de catalán sobre las 49 categorías sanitarias catalogadas. Al final ha primado la evidencia percibida en los usos cotidianos. No ha quedado más remedio que admitir que la carencia solo afectaba a 15, nada que no hubiera podido diagnosticarse antes con claridad y evitar de este modo al Govern el desgaste de la pataleta interna y una nueva cicatriz sobre el castigado cuerpo de la lengua catalana, precisamente cuando su retroceso social aconseja ir al médico de las terapias de soporte, no solo institucionales, y sin mayor demora.

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