Despedida al abogado Rafael Perera, «un gran feligrés»

«Nuestro querido feligrés don Rafael, que amaba y conocía a Dios», y a quien iba buscando en «los momentos más difíciles», evocó ayer Gabriel Ferrer, párroco de la parroquia de la Santíssima Trinitat, de Palma, durante el funeral de Rafael Perera. La iglesia se quedó pequeña para despedir al abogado, fallecido el 17 de enero, que ayer también fue recordado por su faceta de «gran feligrés».

Sus diálogos con Dios eran «la luz» que Perera «iba buscando en los momentos difíciles». Y no faltaron en la trayectoria del letrado de 93 años «por los aspectos políticos y sociales». Catorce sacerdotes participaron en su funeral, entre ellos jesuitas, agustinos o diocesanos y el vicario general, Josep Adrover, en representación del obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull.

Ferrer resaltó en la despedida del «hombre de fe» que fue Perera «su generosidad a la parroquia». Repasó también que los medios de comunicación «han hablado mucho —«bastante bien»— de él, de lo que dijo alegrarse y subrayó de la personalidad del letrado características como su «simpatía» e «ironía», que mostraba «siempre sin alterarse».

Catorce sacerdotes, con el vicario general, Josep Adrover, oficiaron la misa por el prestigioso letrado de las islas

Reconoció que para él ha sido un personaje «atípico» y un «ejemplo preclaro de haber vivido la fe, con su silencio y su generosidad». Continúo el párroco glosando el personaje que había tras Perera, quien además de destacar por su «justicia» y su «honradez» lo hizo por «no casarse con nada ni con nadie».

La cercanía que han mantenido la expuso el párroco desgranando, ante una iglesia abarrotada de representantes de la judicatura, la abogacía, la sociedad civil o del mundo de la política que acompañaron a la familia, cómo hubo alguna ocasión en la que «casi nos peleábamos». Sin embargo, cuando Ferrer le dio «las razones», a su «amigo y feligrés», «me pidió disculpas y me dio un gran abrazo». También hizo un guiño a su humor aludiendo a «sus chistecitos».

Sus diálogos con Dios eran «la luz» que «iba buscando en los momentos difíciles», recordó Gabriel Ferrer

Otra linda estampa que compartió el sacerdote fue cuando Perera «dejaba el coche» frente a la parroquia de la Santíssima Trinitat y «bajaba con su esposa», María Ignacia Morell Rullán, «acompañándola a su lugar preferido». «Eso es amor», remachó sobre el «gran hombre, gran creyente y gran amigo» que fue el abogado.

Para el párroco tanto sus hijos —Pedro, Carmen y Salvador—, nietos y el resto de la familia han recibido «una gran herencia humana, religiosa y espiritual» porque el reconocido letrado «deja el listón muy alto».

En representación del obispo, el vicario general, Josep Adrover, dirigió un afectuoso saludo para la familia Perera-Morell dando las gracias al abogado por «toda su dedicación y generosidad» al estar siempre a su lado para «la resolución de cualquier problema y consultas jurídicas». El exobispo Jesús Murgui, recordó el vicario general, le entregó una medalla, «la más alta distinción para los laicos» concedida por el entonces papa Benedicto XVI.

Acompañaron a la familia el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Balears, Carlos Gómez, y otros jueces el TSJB, además del exjuez José Castro. También Gabriel Barceló, presidente de honor del Grupo Barceló, el coronel Antonio Ortiz, la exalcaldesa Catalina Cirer, el forense Javier Alarcón, el decano del Colegio de Abogados, Martín Aleñar, o los populares Marga Prohens y Toni Vera. Además acudieron el abogado José Zaforteza y su primo Diego Zaforteza, el catedrático de Historia Sebastià Serra, el juez Carlos Izquierdo, Alfonso Robledo, el expresidente Jaume Matas, el exlíder del PP José María Rodríguez, Mabel Cabrer y diversidad de letrados, entre ellos, Gaspar Oliver, Felio Bauzá, Cecilia Vivo, Alfonso Pacheco, Juan Oliver Araujo, Alejandro del Campo o Javier Blas.