Descansar para siempre en la Seu de Mallorca: la Catedral estrena columbarios

El templo sigue a otras parroquias mallorquinas y habilita una cripta para que los feligreses puedan depositar allí las urnas funerarias con las cenizas de sus seres queridos

VÍDEO | Descansar para siempre en la Seu: la Catedral estrena columbario

Bernardo Arzayus

Mar Ferragut Rámiz

Mar Ferragut Rámiz

Al entrar en la Seu, es inevitable que los pulmones se ensanchen y la mirada se eleve. Al rosetón, a las vidrieras, a los pilares, al baldaquino. El suelo solo llama la atención de los más observadores y detallistas, que si se fijan descubren la presencia de innumerables tumbas, algunas con inscripciones apenas legibles.

Bajo el pavimento o en destacados mausoleos, reposan los restos de reyes como Jaume II y Jaume III, de varios obispos (incluso el de un ‘antipapa’) y de miembros de las familias nobles mallorquinas, que obtuvieron ese privilegio al aportar dinero para la construcción del monumento y la habilitación de las capillas (como por ejemplo, el marqués de la Romana).

Entre el siglo XVII y XVIII los entierros en las iglesias se van limitando por motivos sanitarios. Queda como una opción únicamente para los obispos. Hasta ahora. En el siglo XXI la Seu se convierte de nuevo en un posible lugar de enterramiento para los feligreses con la apertura de un sepulcro con columbarios.

Residentes y turistas pasan cada día por encima de las tumbas y criptas de la Seu, normalmente sin reparar en ellas. Quizás hacen alguna foto a los delicados mausoleos, ignorando a quién pertenecen. O admiran la obra de Miquel Barceló en la capilla del Santísimo sin saber que bajo ese el suelo, donde acaban los murales de cerámica, reposan varios obispos mallorquines, incluyendo, por supuesto, a Teodor Úbeda.

Fallecido en 2003, el valedor y promotor de la intervención del felanitxer en la Seu (que no llegó a verla a acabada) es la última persona que ha sido enterrada en la Catedral.

Ahora, casi veinte años después, por primera vez, el recinto sagrado se abre para que los ciudadanos que lo deseen también puedan descansar allá para siempre gracias a los columbarios que la Seu ha instalado para que los feligreses puedan depositar las urnas funerarias con las cenizas de sus fallecidos.

A este fin han reservado un enclave privilegiado: bajo el presbiterio, el sitio más importante del recinto y el más antiguo, dado que el monumento comenzó a construirse precisamente por el ábside.

Así, bajo el altar mayor, en una cripta húmeda pero no oscura, se ha instalado una sencilla estructura en acabado de mármol blanco con 155 compartimentos cuadrados. Cada columbario puede albergar hasta cuatro urnas funerarias con cenizas.

La obra se ha hecho rápidamente, con el permiso del Consell dada la catalogación del edificio y evitando tocar elementos estructurales, y el obispo Taltavull ya ha bendecido la estancia.

¿Por qué la Seu ha dado este paso? Pere Oliver, prefecto de Liturgia y Música, explica que, de manera discreta, algunas parroquias de la isla ya estaban empezando a acoger urnas funerarias, dado que algunas familias no sabían qué hacer con las cenizas de sus seres queridos.

El canónigo recuerda que la Santa Sede y la Conferencia Episcopal permiten la incineración, pero no que las cenizas sean esparcidas. Hay gente que las guarda en su casa, pero la Iglesia, prosigue Oliver, defiende que las cenizas se han de enterrar por una cuestión teológica, relacionada con la creencia en la resurrección de la carne. «Los huesos, los restos, se veneran, la gente acude a los cementerios en memoria de sus antepasados, pero si esparces las cenizas, ¿dónde está la memoria?», reflexiona el canónigo.

Las personas interesadas en esta opción funeraria ya pueden acercarse a las oficinas de la Seu a pedir información. Serán citados para una entrevista, en la que acabarán de definirse las condiciones de uso, incluyendo el precio.

Para el acto de depositar la urna, la Seu invitará a los familiares del difunto a participar en la eucaristía dominical de las nueve de la mañana. Las exequias se celebrarán de forma más íntima, en la sala desde la que se baja a la cripta donde se han ubicado los columbarios. Después, los allegados del finado podrán acudir a visitar los restos concertando una cita.

La cesión es por un periodo de 30 años, plazo que empieza a contar en cuanto se introduce la primera urna. Pasado este tiempo, las cenizas pasarían a un espacio común.

Para Oliver, la habilitación de este espacio es «una oportunidad abierta a todo el mundo» que cree que llamará especialmente la atención de los descendientes de personas que ya están allá enterradas o de aquellos ciudadanos que sienten un poderoso vínculo con el monumento.

En caso de que hubiera más demanda, el Cabildo ya tiene en mente otros futuros espacios donde podría ubicar más columbarios. «Hay espacio de sobra», señala Oliver, aludiendo a un ‘submundo’ bajo el pavimento de la Seu del que palmesanos y turistas no son muy conscientes.

Al entrar en la Catedral la mirada se eleva, aunque a partir de ahora los feligreses que tengan a seres queridos en los columbarios también pensarán en aquellos que descansan bajo sus pies.

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