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A Mallorca le bastarían mil turistas como el emir de Qatar

El presupuesto de las vacaciones de Tamim bin Hamad Al Thani en la isla asciende a diez millones de euros

El yate, Al Mirqab, de la familia real de Qatar en Palma, en 2016. M.R. AGUILERA

Mallorca debate desde hace décadas el perfil del turista ideal. Las clases medias resultan poco rentables en proporción a su abuso de las infraestucturas, los veraneantes ricos son insuficientes en número. Por sintetizar en una persona, Tamim bin Hamad Al Thani sería el cliente soñado por la isla. Las tradicionales vacaciones familiares mallorquinas del emir de Qatar tienen un presupuesto en torno a los diez millones de euros. Dicho de otra forma, con un millar de turistas como el jeque se obtendrían los mismos ingresos que con los diez millones largos de visitantes anuales. Y en cuanto al impacto sobre las materias primas, una persona solo puede ducharse tres veces al día.

El emir de Qatar acostumbraba a aterrizar en Son Sant Joan a bordo de un Boeing-747 con capacidad para casi cuatrocientos pasajeros, aunque sus únicos ocupantes eran los familiares del jeque Tamim. El avión privado está acondicionado como un auténtico palacio, que su dueño primero sacó a la venta por 600 millones de dólares y después regaló al presidente turco Erdogan. Ha sido sustituido por otros aparatos igualmente opulentos de la nutrida flotilla personal.

Entre la veintena de pasajeros que acoge el gigantesco B-747 en vuelo a Palma se encuentran las tres esposas del emir. Por orden de llegada, Jawahir, Anoud y Noora. La primera de ellas es prima de Tamim y le acompaña en visitas como la realizada a Madrid el pasado mayo, con escalas en Pedro Sánchez y Felipe VI. La veterana cónyuge realizaba así su primer viaje oficial, y unos meses después se alojaba en el hotel Jumeirah de Sóller. La familia al completo suele elegir el Mardavall de Calvià. El avión familiar no aterriza en Mallorca vacío. En sus bodegas se acumulan un centenar de maletas, que contienen el ajuar imprescindible para el disfrute de la familia real qatarí. No es inusual que el avión tenga que efectuar algún vuelo urgente a Doha durante las vacaciones, para enmendar un olvido imperdonable al confeccionar el equipaje.

El jeque Tamim gasta en Mallorca el equivalente a diez mil turistas medios. La factura estrictamente hotelera puede aproximarse a unos cinco millones, aunque exige un servicio a la altura de este dispendio astronómico. Entre las partidas a considerar, no faltan gastos que escandalizarían a una persona austera, pero que también reportan ingresos a la isla. Por ejemplo, las cien maletas del emir gozan de unos aposentos privados, una habitación aparte de alto standing que es en realidad un pequeño chalet con piscina incluida. El alojamiento del equipaje sale por tanto a seis mil euros la noche.

La oferta complementaria que dispara el gasto vacacional del jeque Tamim incluye yates de geometría variable. Hasta 2016, trajo a Mallorca el modesto (véase más adelante) Al Mirqab de 135 metros y un precio estimado de 250 millones de euros. Su coste de mantenimiento se eleva a treinta millones anuales. A partir de 2017, el emir adquiere una embarcación más acorde con su categoría. Pagó quinientos millones por el Al Lusail de líneas orientales, con unos 50 millones adicionales cada año para conservarlo mínimamente presentable. Se observará que el coste asociado a los yates que suele refugiar en Puerto Portals, próximo al hotel que ha elegido como base de operaciones, dispara los diez millones asignados a las vacaciones regias por encima de los veinte millones, pero se ha querido mantener el beneficio para Mallorca en unos márgenes llevaderos.

Las cifras encadenadas en el párrafo anterior dejan sin aliento, hasta que se recuerda que el jeque Tamim atesora una fortuna estimada en diez mil millones de euros, que equivalen a su inversión total en España y que no le consolaban en Mallorca de la obsesión que le acuciaba por su sobrepeso finalmente corregido. En otro de los gastos que provocarán algún enarcamiento de cejas, la cinta para correr personal que el monarca alquila durante sus vacaciones a quinientos euros la noche, no se instala en su suite privada. La máquina dispone de una habitación destinada exclusivamente al artefacto, por un precio fácil de imaginar. El gobernante qatarí no se ejercita jamás sin un personal trainer a su costado.

La inmensa fortuna del emir y sus acompañantes se filtra hacia el servicio que reciben, hasta niveles extravagantes para quien no se encuentre entre los agraciados. Las peluqueras de la familia real llegan a recibir propinas de tres cifras. En una de las estancias en Mallorca, un aplicado piscinero acondiciona la tumbona donde se tendera un miembro de la familia real qatarí. Finalizado el elemental aparejo, recibe una propina de quinientos euros.

A menudo, otros aviones transportan a Mallorca los coches de alta gama del más joven de los monarcas del Golfo, que mantiene un conflicto interminable con el heredero saudí Mohamed bin Salman. Una vez localizado el turista ideal, cabe calcular su huella ecológica para medir su desgaste de Mallorca. El impacto carbonatado equivale fácilmente a la depredación causada por dos mil turistas habituales, pero aún así la isla ahorraría el equivalente a unos ocho mil visitantes extranjeros. Por extraño que parezca, en el mundo hay un millar de personas con la fortuna equivalente al jeque Tamim. Suelen compartir los mismos gustos caros y viajar a los mismos destinos.

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