El mismo día que Pablo Iglesias anuncia la creación de una nueva «televisión en internet para romper el Bloque de Poder Mediático», Jesús Cintora presenta en Club Diario de Mallorca su último libro No quieren que lo sepas. El periodista fue uno de los primeros en apostar por el ex vicepresidente del Gobierno como tertuliano —también contó con unos jóvenes Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Casado— en su programa Las mañanas de Cuatro durante aquellos primeros y vertiginosos años en que Podemos y la «nueva política» empezaban a despegar.

«Cuatro me da la gran popularidad, pero por otra parte empiezan los problemas porque contar lo que ocurre me ha hecho verle las orejas al lobo. Nadie ha dicho claramente por qué me quitaron, ahora lo que me queda es la gente que me sigue, y soy consciente incluso del fuego amigo», asegura Cintora.

Discípulo de Iñaki Gabilondo —empezó bajo su tutela en la Cadena Ser—, quiere poner en valor la «España que ha mejorado pero que aún debe hacerlo más», con un periodismo que «puede ser complejo» al tocar ciertos temas: «Tiene que haber entretenimiento, pero sin recortar en programas de investigación que se ocupan de los problemas de la ciudadanía, porque tenemos mucho programa de folklore y karaoke».

Denuncia la «inviolabilidad e impunidad» de figuras como Juan Carlos I e incide en que el sistema judicial español tiene que mejorar porque existen casos que prescriben «de forma lamentable». En este sentido, acusa a la Fiscalía de haberle «regalado» la impunidad transversal al rey emérito y manifiesta que en España los principales corruptos no están en la cárcel: «En democracia las explicaciones se deben dar frente a un juez, el mayor antisistema de este país es el borbón corrupto». Sobre Felipe VI avisa que se están repitiendo «tics del pasado» con la «ultraprotección» que se le está brindando. Además, sentenció de forma directa: «Suiza es la provincia mas patriótica de España, ser campechano y corrupto se lleva mucho en este país».

Cintora carga contra las cúpulas judiciales y mediáticas que han utilizado su poder para «tratar de cargarse» a adversarios políticos y defiende la necesidad de poner el valor de los jueces, fiscales, guardias civiles y periodistas que «intentan hacer su trabajo pese a las presiones». Expresa que siguen existiendo estructuras de poder ancladas en el franquismo que necesitan una renovación a la vez que rechaza las puertas giratorias de los políticos que acaban en consejos de administración de grandes empresas españolas, «algunos incluso después de privatizaciones vergonzosas que aún seguimos pagando».

Sobre la disputa política entre Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso, el periodista considera que se pierde mucha energía en las guerras internas de los partidos, con un excesivo culto a los líderes, mientras «se habla menos de debates internos sobre leyes» porque es «mucho mas fácil» dedicar horas y horas de programas de televisión y radio a estos conflictos en lugar de entrar en la profundidad de los temas: «Estoy hasta las narices del supremacismo madrileño, como si las cosas solo ocurrieran en Madrid».

También habló acerca de la disputa entre Iglesias y la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz: «A Podemos le han hecho campañas brutales, pero también se ha autolesionado porque la guerra interna esta muy presente, con inquinas que no se sabe dónde acabarán».

En este sentido, recordó su experiencia cubriendo el 11M para la Ser, cuando el Gobierno de José María Aznar seguía diciendo que había sido ETA: «No querían decir que era el terrorismo islamista después de meternos en la guerra de Irak». Además, ve con preocupación cómo ha «calado» el discurso de la extrema derecha contra los inmigrantes o los ecologistas. 

Pese a todo, Cintora declara que «no todos los partidos son iguales» porque algunas formaciones están allí para defender a los poderosos: «Me cuesta mucho imaginar que Vox hubiera subido el Salario Mínimo Interprofesional».

A la presentación acudió, entre otros, el exjuez José Castro, que afirmó que Cintora había tenido «enemigos mas traicioneros, que estaban en tu propio entorno, dentro de tus propios medios», lo que puso al periodista en una posición «díficil» para defenderse: «El libro es una maravilla, leyéndolo decía: la cantidad de sumarios que se podrían abrir».