Vicente Ferrer lleva junto a su mujer solo dos semanas buscando un piso de alquiler y ya está siendo una odisea. «Las agencias hacen caso omiso, les llamas y no contestan, te ponen en lista de espera o simplemente los anuncios desaparecen», relata.

Además, denuncia que cuando detectan el acento foráneo de su mujer no responden a sus llamadas, mientras que si llama él, sí que lo hacen. «No le contestan al 90% de las llamadas y me he dado cuenta de que si los mensajes que les escribo para contactar los firmo poniendo Vicenç, en lugar de Vicente, tengo más éxito».

Explica que justo antes de hablar con este diario ha visitado un piso en Son Rapinya por el que piden 1.000 euros mensuales. Describe que «estaba hecho un desastre, sucísimo y destartalado, tenía las puertas de los armarios hundidas y todo» y que le exigen dos meses de fianza, un mes para la agencia, más el mes en curso, es decir, 4.000 euros en total.

Turismo y pisos cerrados

Este empleado de mantenimiento de 63 años lo tiene claro, la culpa de esta situación es del turismo y de los pisos cerrados. «No solo son los fondos buitre, hay mucha gente en Mallorca que tiene muchas propiedades vacías», apunta para añadir que «el turismo sube mucho los precios, si se redujera, bajaría el precio de todo», concluye.