Era innecesario un nuevo ejemplo de que los periodistas británicos son más inteligentes que los políticos mallorquines, por eso han captado el hartazgo de la población indígena con mayor nitidez que nuestros representantes públicos. Mallorca nunca eligió para sus instituciones a los más brillantes, así que habrá que insistir en recordarles que los tabloides son más rigurosos que la prensa convencional, como sabemos todos los que hemos trabajado para ellos.
Las autoridades mallorquinas deberán explicarse por qué acuden a una feria promocional superflua para pelearse entre ellas, con sus socios, con la prensa londinense y con los anfitriones británicos en su conjunto. Entendemos que pasarse el año rodeado de mallorquines exige una tregua, pero no parece excusa suficiente para poner en peligro nuestra única industria aporreándose en el extranjero.
Los políticos mallorquines están acostumbrados a sostener una posición y la opuesta. La prensa británica los ha enfrentado a sus contradicciones, extrayendo la única postura razonable. Se debe evitar el cansino «sacado de contexto», para agradecer la feliz síntesis en la prensa de una doctrina que coincide palabra por palabra con los lamentos que le escuché al embajador de la Gran Bretaña en Madrid sobre los excesos de sus compatriotas borrachos, durante nuestro último almuerzo juntos con tumbet. The Sun, Daily Express, Mirror y otros trasladan el mensaje con fidelidad. Por si acaso, lo repetimos en el formato «Sí, no tenemos plátanos» de Groucho Marx:
Sí, no queremos turismo basura británico o de cualquier otra procedencia.
Si, no queremos turistas a treinta euros diarios, una cifra con la que no se puede vivir en Mallorca.
Sí, no queremos balconing.
Sí, no queremos las urgencias hospitalarias saturadas por hooligans en agosto.
Y por rematar la lista de deseos:
Sí, no nos importaría que se llevasen al VAO y a sus promotores clasistas a la Gran Bretaña.
Gracias por su atención.
