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Biólogo marino
Entrevista

Josep Lloret: «Nos hemos sorprendido por la cantidad de casos de acoso sexual en los cruceros»

El biólogo marino, director de la cátedra de Océanos y Salud Humana de la Universidad de Girona, expone en Palma los efectos de turismo de cruceros en el medio ambiente y la salud de cruceristas, tripulaciones y residentes

Josep Lloret durante su ponencia ayer en Palma, en la jornada ‘Cruceros y contaminación’. | B. RAMON

Josep Lloret Romanach (Roses, 1971) expone la cara y la cruz de Balears: por un lado, su apuesta por las reservas marinas «unas de las mejores gestionadas en Europa» y por otro, por «un turismo que no es sostenible».

¿Desde Barcelona se mira con envidia el acuerdo de Balears para limitar los cruceros?

Es un pequeño paso, pero insuficiente: el volumen que permitirá de cruceros y de gente es mucho más elevado de lo que tendría que ser para conseguir la sostenibilidad ambiental. Balears está apostando, en general por el ecoturismo, como las reservas marinas, pero por otro lado el Govern no se quiere perder nada y apuesta por un turismo que ya se sabe que no es sostenible por cómo se hace. En las Islas Galápagos han hecho una ley que solo permite llegar barcos de menos de 100 personas. Por aquí deberíamos ir. Otra cosa es qué pueden hacer los gobiernos locales, más allá de pactos, frente a una situación regulada a nivel nacional, internacional y con unos lobbies fuertes como las compañías de cruceros. En Barcelona no se ha dado ni ese paso. En Dubrovnik también se ha hecho una intervención.

¿Cómo afecta a la salud el atraque y trasiego de cruceros en un puerto como el de Palma?

Vengo a presentar los resultados de un estudio publicado en una revista científica internacional en el que vimos los resultados ambientales y sobre la salud, con epidemiólogos de la Universidad de Essex, un croata experto mundial en cruceros... Afecta a la salud ambiental de los océanos y a la de las personas: tripulación, cruceristas, trabajadores de los astilleros y los residentes en las ciudades portuarias. Es una afectación global del planeta. La gente cuando hace un crucero no es consciente de los peligros para su salud. Vive confinada en un espacio propenso a las enfermedades respiratorias, lo vimos con la covid, pero antes ya existía. Ha ido a mejor, como el caso de las enfermedades gastrointestinales. Analizamos los datos de EE UU porque en Europa casi no hay, y nos hemos quedado sorprendidos de la cantidad de casos de acoso sexual. Las navieras lo tienen que reportar, como las infracciones de tirar basura al mar. En cambio no se monitorea la contaminación atmosférica y marina.

"En las Islas Galápagos han hecho una ley que solo permite llegar barcos de menos de 100 personas"

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¿Qué ocurre con las tripulaciones?

Están mal pagadas y con cambios continuos. Afecta a su salud mental. Y en los astilleros —la mayoría de los barcos se construyen y desmantelan en países en vías de desarrollo, Turquía e India— están con condiciones laborales mínimas. Nos tapamos los ojos y vamos de crucero.

¿Cuáles son los efectos de un crucero atracado en un puerto?

No están electrificados y la energía que utilizan procede, la mayoría, de los motores diésel en marcha. Hay óxidos de nitrógeno, de azufre, CO2. Se ha avanzado con el sistema de scrubbers que filtra una parte, pero va a parar al agua, como pasa con las basuras en alta mar. Y la gente está descontenta por el estrés que producen en los puertos. Hay que pensar que la mayoría de los beneficios económicos son mínimos. Nunca se tienen en cuenta las externalidades, lo que costará recuperar la salud de las personas que la han perdido o la del medioambiente. El coste es más elevado que el beneficio.

"El Govern balear no se quiere perder nada y apuesta por un turismo no sostenible por cómo se hace"

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¿Han notado presión de los lobbies de las navieras?

No. Nunca nos hemos reunido con ellos, presentan sus informes y nuestro trabajo es informar al sector público. Hemos trabajado con la Asociación de Cruceros de Europa y se hicieron recomendaciones, pero lo que importa es que se hagan ley. Hay que ir de la mano el sector local, regional, estatal y europeo. Con la crisis energética algunas compañías van a entrar en bancarrota; una ya ha sacado bonos. El número de cruceristas no se ha recuperado y los costes les han aumentado muchísimo.

¿La construcción de buques menos contaminantes será determinante?

La tecnología ha avanzado, pero los barcos han aumentado.

Los puertos, como el de Palma, siguen sin electrificar.

Van a seguir así en el corto plazo. Habrá un problema menos en el puerto, pero hay que mirarlo desde el punto de vista planetario. El gas natural también emite metano y el hidrógeno conlleva un peligro, es fugaz (se pierde) y no es una fuente de energía. Se tiene que producir un decrecimiento. La compañía que se recicle tendrá éxito.

¿Los cruceros ideales deberían ser cero?

No, el mar proporciona muchos beneficios para la salud. Habría que retomar los cruceros pequeños que iban a la Antártida, con actividades con un monitor. ¿Pero el crucerista qué hace? Acaba peor de salud y con más peso [ríe].

¿Y para las reservas marinas qué suponen?

Son incompatibles con grandes infraestructuras, aunque pasen por el lado. Y luego están los accidentes, como el del Costa Concordia.

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