A los ocho años los niños viven su primera experiencia con la pornografía. El número de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) entre los 14 y los 17 años asociado con el consumo de porno en internet se ha incrementado notablemente. Cada día más de 500 personas son condenadas por conductas delictivas por producir porno con menores. Unos 30.000 jóvenes en España están en tratamiento por su consumo habitual. Estos son algunos de los "preocupantes" datos que pone sobre la mesa una investigación realizada por la Red Jóvenes e Inclusión y la Universitat de les Illes Balears (UIB), basado en diferentes estudios realizados desde el año 2018. Para luchar contra esta problemática plantean una serie de herramientas, todas ellas relacionadas con la Educación Afectivo-Sexual, de la que consideran "debería ser tan importante en los colegios como las matemáticas".

Según ha explicado este viernes en CaixaForum el reconocido investigador social y profesor de a UIB Lluís Ballester, hay fuertes evidencias de que el consumo de la pornografía por parte de los adolescentes tiene un impacto en su conducta. ¿A qué es debido? En los años 70 la pornografía empieza escalar cuando da el salto al cine, pero no es hasta 2008, con las tecnologías 4G y por lo tanto "cuando llegan los teléfonos y tabletas táctiles, con capacidad para distribuir vídeos de alta calidad por todo el mundo", cuando su consumo empezó a generalizarse, señala. La tecnología de quinta generación aumenta incluso la interactividad, "puedes participar en un vídeo de una violación seleccionando los instrumentos que van a utilizar, ponerle la cara que quieras a la mujer", ha señalado.

Todos estos contenidos responden a la curiosidad del adolescente y le estimulan sexualmente, pero además generan conductas problemáticas, ya que "como cualquier adicción, produce un deterioro del placer. Se quiere más y cada vez se buscan vídeos más fuertes", ha apuntado.

En este sentido, ha señalado que "se trata del único producto cultural que promueve el incesto y la violencia de todo tipo. Es una fantasía patriarcal sin límites". Una fantasía que ha colonizado las redes sociales. Instagram o Tik Tok, por ejemplo, no solo están siendo utilizadas para llevar la pornografía a los jóvenes, sino que a través de ellas incluso se capta a menores, a las cuales se utiliza para exhibir sus cuerpos.

Un estudio masivo realizado en el año 2018 en España reveló que los niños tenían su primera experiencia con la pornografía a los ocho años a causa de los móviles, a los que acceden ya con esta edad. El problema principal es que "un niño tan pequeño si ve tantos vídeos así, cree que la realidad es así", expone Ballester. Ya que además un 86,9% ve solo estos contenidos, lo que significa que no cuenta con elementos de juicio para valorar este material y eso puede suponer un impacto negativo en el menor.

Soluciones

¿Cómo poner fin a esta problemática? Las conclusiones de la amplia investigación realizada señalan que la clave es la Educación Afectivo-Sexual, de hecho usan como referente un informe de 2009 de la UNESCO que concluye que "la educación sexual en los colegios tendría que ser tan importante como las matemáticas".

Ballester va al fondo de la cuestión y señala que la EAS se debe mejorar. En este sentido explica que esta educación debe implicar a madres y padres; se debe actualizar, ya que, según explica, falta material en general, y audiovisual, en particular, para ofrecer a los adolescentes. Apunta que no se debe juzgar, ni castigar, que hay que promover relaciones emocionales significativas igualitarias, estimular el razonamiento crítico y tener prudencia en el acceso que los menores tienen a los móviles y tabletas: "En torno al 12% de los chavales ve porno a partir de las 12 de la noche".

Finalmente, explica que hay otras vías a través de las cuales los adolescentes pueden pedir ayuda, aunque apunta que estas son mejorables: «En todos los estudios que hemos hecho los jóvenes nos han revelado que les gustaría que en el instituto hubiera alguien, que no pusiera notas, al que poder acudir cuando necesitan contar qué les sucede».