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Encontrar piso o residencia en Palma, misión imposible para los estudiantes

Los elevados precios de la vivienda y la lista de espera en la residencia de la UIB agravan la situación

Los jóvenes estudiantes tienen grandes dificultades para alquilar un piso en Palma

Los jóvenes estudiantes tienen grandes dificultades para alquilar un piso en Palma M. Mielniezuk

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Los jóvenes estudiantes tienen grandes dificultades para alquilar un piso en Palma Paula Darder

La subida de precios que ha sufrido toda la población se nota aún más en los bolsillos de los más jóvenes: «Antes encontrabas habitación por menos de 300 euros, y ahora tienes que pagar bastante más por un piso que esté bien», cuenta Núria Oliva, una joven que vive en Palma y que, como miles de estudiantes que no tienen la residencia familiar en la capital balear o en Mallorca o ya se han emancipado, se ha encontrado con una carrera de obstáculos para encontrar vivienda o plaza en una residencia. Núria comparte piso con dos estudiantes más, una situación generalizada pero no por gusto, puesto que la posibilidad de arrendar en solitario se convierte en un reto inalcanzable: «Me encantaría vivir sola, si tuviera dinero no me lo pensaría dos veces».

La responsabilidad de los pagos, en muchas ocasiones, recae sobre los padres. Algunos estudiantes trabajan a tiempo parcial para poder permitirse su independencia: «Yo he intentado pagarlo pero al final me han tenido que ayudar ellos», asume la universitaria manacorina Maria Bel Mascaró. En otros casos, y a pesar de tener un empleo, los salarios de los más jóvenes necesitan la solidaridad incondicional de sus tutores para permitirse «ahorrar algo de dinero hasta encontrar un trabajo más estable».

La subida del coste del alquiler en Palma se ha visto reflejada incluso en viviendas que están en «pésimas» condiciones. Hay pisos que cuestan alrededor de 400 euros por persona y «tienen humedades y el parquet levantado», asegura. Los beneficiados en esta situación están siendo los pisos «enanos» que han conseguido aumentar su precio considerablemente, pero no sus metros cuadrados: «Fui a ver una habitación en la que solo cabía una mesa y un armario».

Valeria Porras, en el piso que comparte con otros estudiantes.

Palma se convierte en el destino de jóvenes que pertenecen a otras zonas de la isla alejadas de la universidad y de otros centros académicos y prefieren «gastarse el dinero en el piso y no en la gasolina de subir y bajar». Este es el caso de Maria Bel. La capital balear también acoge a aquellos alumnos de la península, del extranjero y de las islas vecinas que por distintas razones se matriculan o en la UIB o en otra institución académica, pero descartan las residencias estudiantiles como primera opción.

En datos, la UIB contó en el curso pasado con un total de 816 matriculados con residencia habitual fuera de Mallorca. 103 fueron de Menorca, 74 de Eivissa, ocho de Formentera y 631 de fuera de Balears. Valencia y Andalucía son las comunidades que más estudiantes exportan a la universidad balear.

La antigua cárcel de Palma, donde se haría la segunda residencia. B. Ramon

No quieren estudiantes

El coste de la vivienda no es el único factor que se suma a las interminables búsquedas. «Muchos propietarios no quieren estudiantes en el piso de alquiler». A pesar de que no existe una «condición específica» que descarte a los estudiantes, la estabilidad es un requisito que la gran mayoría de arrendadores prioriza: «A veces no nos lo han querido alquilar porque prefieren a gente que vaya a quedarse durante un periodo indefinido», explica la estudiante Valeria Porras.

Los obstáculos no dejan de aparecer, ya que una vez han conseguido encontrar una vivienda se les presenta la dificultad de tener que disponer de un aval para poder firmar el contrato, hecho que genera que los padres se conviertan en una figura imprescindible para poder llevar a cabo el arrendamiento. Asimismo, es necesario entregar una nómina para garantizar el pago de la renta. El conjunto de pagos que tienen que hacer los jóvenes para entrar supone un coste inasumible. «Nosotros decidimos ceder un poco en nuestro presupuesto para evitar tener que pagar una mensualidad a una agencia inmobiliaria», admite Porras. La fianza «puede volver», pero aportar una e incluso, en ocasiones, dos pagas se convierte en una situación «límite», que muchos estudiantes asumen «no poder afrontar».

Su falta de experiencia genera que sean más propensos a encontrarse ante la posibilidad de tener que hacer frente a condiciones abusivas y situaciones fraudulentas. Los contratos pueden llegar a contener cláusulas nulas que, con frecuencia, pretenden penalizar «la celebración de fiestas» en las viviendas. La desesperación por encontrar un piso genera en ellos la necesidad de firmar cuanto antes el contrato sin la lectura «de la letra pequeña»: «Recibimos el contrato un día antes de la firma, vimos que las condiciones no eran las que habíamos pactado y, al no aceptarlas, perdimos el dinero de la reserva que ya habíamos realizado con anterioridad», relata la alumna de la UIB Kenia Gonzalvo, que se mudó a la isla desde Barcelona para comenzar sus estudios de Educación Social.

Residencia de la UIB.

Lista de espera en la residencia

La residencia que está ubicada en la universidad balear, con un total de 97 plazas, ya está completa. A principios de agosto, según los últimos datos disponibles, ya había 194 personas en lista de espera, el doble de su capacidad. Las 97 habitaciones son individuales. Hay cuatro habitaciones dobles y de ellas este curso se han ofrecido tres a los alumnos. Hay dos estudiantes que ya han ocupado una de ellas. El precio de una habitación con desayuno asciende a 577,80 euros al mes. La individual para cinco días con desayuno, 428. Una cantidad que ha subido este curso, puesto que en el anterior una habitación para toda la semana con desayuno costaba desde 540 euros al mes.

En la residencia Mayol hay 19 habitaciones para estudiantes y todas están ocupadas para este curso. El precio de la individual es de 690 euros.

Ante la alarmante falta de residencias y pisos para estudiantes, hay conversaciones entre el Govern y Cort para habilitar una segunda residencia de la UIB en la antigua cárcel de Palma, donde está en proyecto también habilitar un centro de arte y creación y la construcción de viviendas de protección oficial. Pese a haber espacio suficiente en el campus para levantar otra, la que ahora está sobre la mesa en la prisión abandonada constaría de 150 apartamentos para los estudiantes.

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