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OPINIÓN

Escucha las grúas, no los discursos

Masificación turística: Mallorca se desborda.

Nadie puede imaginar en la Mallorca actual el poder que ejercía Gabriel Cañellas en los noventa. Hasta que de repente, de la noche a la mañana, sus partidarios acérrimos clamaron que el president tenía que irse, ante la estupefacción de la minoría que llevaba años denunciando tímidamente las carencias del líder providencial.

Nadie puede imaginar, en la Mallorca actual, los insultos que se ganaba quien en la primera década del siglo se atreviera a criticar a Jaume Matas. Hasta que de repente, de la noche a la mañana, los partidarios acérrimos del president clamaron que era un corrupto irremediable que solo podía purificarse en la cárcel.

No hay dos sin tres, así que todos recuerdan las acusaciones de turismófobos, aguafiestas y criminales que recibían quienes se atrevieran a señalar con educación antes de la pandemia que «el turismo se nos ha ido de las manos», en acertada expresión de Celestí Alomar. Hasta que de repente, de la noche a la mañana, los turismófilos, los hoteleros y hasta la sociedad civil más peligrosa que la militar, entonaron el himno que denunciaba la saturación y el colapso.

Con todos los respetos, la masificación no empezó ayer. Ni siquiera a principios de este verano de 2022, que entrará en la historia por la rara unanimidad de la sociedad mallorquina en que lo insostenible ya está aquí. Quienes todavía llevamos la huella de los salivazos recibidos mientras nos tachaban de antimallorquines, tenemos otra mala noticia. Mallorca nunca volverá a ser sostenible, y quien emplea esta palabra como una situación de partida debería ser perseguido penalmente.

La conciencia de la masificación, que no movimiento en contra de los excesos, llega demasiado tarde. Y peca de cinismo porque comparte las portadas con los arquitectos que exigen una aceleración de los trámites de construcción, o con los ingenieros gritando que se necesitan más carreteras para consolidar una Mallorca inhabitable.

En lo que llevas de día, cuántas viviendas en construcción has visto. En mi caso, unas mil diarias, destinadas además a usurpar Mallorca a los mallorquines. Es decir, la parte nunca excesiva de la sociedad que combatió para limitar la destrucción ambiental, en realidad estaba trabajando para salvar un escenario que fuera apetecible a los extranjeros. Has protegido un espacio natural, ahora edificamos a su alrededor con excelentes vistas y a ti te expulsamos de la isla. Sin darte ni las gracias.

De ahí que partidos como Més puedan aspirar a salvar sus cifras electorales gracias a los pronósticos apocalípticos que se quedan cortos. Sin embargo, si escuchas las grúas en vez de los discursos, comprobarás que la saturación actual es solo el inicio del desastre, tolerado y acelerado a menudo por las mismas voces que hoy presumen de sensibilidad hacia la supervivencia.

En cuanto a la alternativa, el PP quiere más turismo, con lo que todo está dicho. En cambio, los socialistas quieren a la vez más, los mismos y menos visitantes, según su interlocutor de turno. El PSOE no sabe lo que le espera, solo cabe demandarle que no pueble su pasividad cómplice de observatorios, informes, diagnósticos y demás cháchara volátil. El dilema a resolver es muy sencillo, ¿pasarías tus vacaciones de agosto en Mallorca si tuvieras otra opción? No hay más preguntas. A propósito, la respuesta es negativa para los miembros más destacados del Govern..

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