Estos actos, catalogados como agresiones machistas desde el Ministerio de Justicia, no solo afectan las mujeres. Aquellos hombres que no realizan estos actos y que, sin embargo, sufren las consecuencias de estos, también quieren que se detengan.
«Yo creo que somos más los normales que los degenerados de este tipo, pero la imagen pública de nuestro sexo se ve afectada para todos y, obviamente, no es positiva», declara Ángel Amengual, un joven que siente rabia frente a las actitudes de los agresores.
Una actitud que muchos detestan también por lo que puede provocar en las mujeres de su vida.
«Yo siento miedo por ellas porque convivo y quiero a mujeres. Para mi es muy doloroso porque cuando ellas están en peligro siento que una parte de mi también lo está», afirma Alejandro Torres, quien añade que las mofas a esta situación son la consecuencia de una sociedad que ha asumido la violencia a la mujer como algo cotidiano, algo «extremadamente peligroso» sobre todo para los más jóvenes.
Ambos hombres presentan impotencia frente a una situación que solo se puede arreglar mediante la «unión y lucha por parte de ambos géneros».
