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Pinchazos en Mallorca: «Ya no es solo que te pinchen, es el miedo que tienes cuando sales a divertirte»

Testimonios. Los pinchazos en discotecas y verbenas llenan de temor y rabia a las mujeres que sienten que las limitaciones para su libre disfrute del ocio nocturno son cada vez más extremas y comunes

Un grupo de mujeres pasándolo bien en un local de Palma. Xisco Alario

La fiesta empieza. La gente baila alrededor sin ningún reparo. El ambiente se disfruta y la música inunda los oídos. De repente, una molestia en el brazo, podría parecer un pellizco o quizás un roce con alguna prenda ostentosa. Podría ser cualquier cosa, incluido un pinchazo. El pánico llega y la fiesta deja de ser tan divertida. El momento se repite una y otra vez, incapaz de abandonar la mente. La desesperación y la confusión ofusca todo lo demás y el recorrido al hospital se hace eterno. Podría ser cualquier cosa, ahí radica el problema.

Muchos podrían pensar que la nueva moda del verano es un estilo de vestir o un lugar turístico donde viajar. Este año, no. Durante estos meses, ha surgido la moda de pinchar a personas con agujas para introducir drogas en su sistema capaces de producir una sumisión forzada a todo aquel que se les inyecte. La principal víctima de estas agresiones: mujeres. Desde el inicio del verano se han contabilizado ya ocho casos de pinchazos en Balears.

«Ya no es solo el que te pinchen, es el miedo con el que vives a que te pase eso cuando sales», señala Xisca Tomás, joven de 21 años. «Sales de fiesta y te pasas todo el tiempo mirando alrededor con angustia, frente a eso no te dan ni ganas de salir», añade la chica.

El miedo ha inundado la mente de las jóvenes que, ahora, se lo plantean dos veces antes de salir de fiesta. Sin embargo, esta actitud es muy contradictoria a las recomendaciones que realizó la consellera de Presidencia, Función Pública e Igualdad, Mercedes Garrido, quien recomendó que las mujeres debían “seguir disfrutando de su ocio de manera normal” y que continuasen “haciendo vida cotidiana sin ningún tipo de problema”. Pero aparenta ser más fácil decirlo que hacerlo.

«Tengo miedo. Por mi, mis amigas, mis familiares, por todas», asegura Silvia García, harta de vivir en constante impotencia frente a estas situaciones frente a las que la mujer «se ha tenido que acostumbrar» a vivir. «Pero entiendo que se nos pida seguir viviendo. ¿Qué no queda sino? No podemos salir de fiesta o por las calles sin miedo, solo queda asumirlo y seguir adelante» añade la joven.

La furia interna

Ahora bien, los pinchazos no son la cúspide del problema. En redes sociales, como Twitter, varias cuentas han comenzado a tomarse la situación a broma. Gente riéndose del pánico e inseguridad que llena la cabeza de familiares y amigos de posibles víctimas. 

«Me parece despreciable este tipo de humor. No entiendo que puede llevar a alguien a querer someter a una persona así, pero encima reírse del dolor ajeno me parecen claros síntomas de una absoluta falta de empatía», comenta Serena Mento, joven que presencia estas «barbaridades» en redes sociales constantemente.

Sin embargo, esta situación digital ha roto la pantalla, llegando así hasta las calles. Jóvenes se hacen con palillos o agujas de coser para pinchar a mujeres, haciéndoles creer que han sido drogadas, algo que, a la mayoría, las enfurece.

«Me parece inasumible que, con todo lo que está pasando, alguien haga estas bromas y yo me tenga que arruinar la noche entera para irme corriendo a un hospital, para que, después de tener que hacerme un sinfín de pruebas, encima me llamen exagerada», señala Blanca Rivas, llena de enfado frente a estas actitudes.

Para otras, sin embargo, la preocupación cae en otro lugar. 

«Si tienes que explicarle a alguien por que algo está, claramente, mal, esa persona sería capaz de hacerlo», apunta Silvia en referencia a estas acciones. «Las risas frente a estas actitudes solo contribuyen al silencio», añade la joven que considera una necesidad educar desde el consentimiento y respeto para que las situaciones «no lleguen a extremos».

Consecuencias psicológicas

«Estas situaciones provocan ‘evitación’, es decir, no exponerse a la posibilidad. Sin embargo, la incubación de los miedos provoca ansiedad y, en algunas personas, este pavor se expande y lo ven en todas partes, provocando una prolongación del malestar y problemas en su vida social», asegura Aina García, estudiante de último año de psicología. Además, añade que es necesaria la exposición a los temores para que puedan superarse.

A esto hay que añadir que, bajo la posibilidad de pinchazo, se puede formar un estrés postraumático en la víctima y en la gente de su alrededor, según informa la estudiante.

La mayoría de mujeres ven estas actitudes como algo claro: una injusticia que no están dispuestas a seguir viviendo.

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