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BOULEVARD

Boulevard | El Govern anula su regalo a Cati Cladera y a Rosario Sánchez

La UIB instala un centenar de cámaras en las aulas universitarias, con la excusa de que no tienen audio y de que cumplen la ley, son las mismas garantías ofrecidas al comprar el espionaje Pegasus

Letizia propuso utilizar como felicitación de Navidad de la Familia Real una foto captada saltándose el protocolo de la visita a la Cartoixa. B. Ramon

Agradezco los miles de artículos publicados en medios digitales bajo los encabezamientos «Así es el...», «Hablan los expertos sobre...» o «Por qué...», las pistas infalibles para saber que no hay que leerlos. Hablando de despistarnos, el Govern ha anulado su regalo de despedida a Cati Cladera y Rosario Sánchez, pero debemos empezar por el principio una historia destinada a beneficiar a la presidenta de Mallorca y a la consellera de Hacienda, hasta que se produjo el airado levantamiento de los afectados.

El pasado junio, el Govern aprueba y publica su enésimo Decreto, en esta ocasión sobre «Medidas urgentes para reducir la temporalidad en la ocupación pública». En la disposición final segunda se cuela de rondón que «el personal funcionario de la escala de intervención que procede del cuerpo superior, así como el personal funcionario del cuerpo de auditores de la Sindicatura de Cuentas de las Illes Balears, se integra en el cuerpo de la intervención y auditoría de la Comunidad Autónoma de las Illes Balears».

Es decir, se lleva a cabo una equiparación sin complejos entre interventores y auditores de la Sindicatura. Casualmente, que diría Juli Fuster, la presidenta de Mallorca Cladera y la consellera Rosario Sánchez pertenecen a la plantilla del Síndic, así que se verían inmediatamente favorecidas en la igualación hacia arriba por Decreto. Pueden imaginar la indignación entre los «interventores de la escala superior», levantados en pie de guerra. Y por si les cuesta imaginarla, el Govern procede a una «Rectificación» de la norma anterior en el plazo de días. El Pacto se escuda en una burda detección «de una serie de errores materiales». De modo que, en menos que canta un gallo, desaparecen los auditores de la sindicatura para que la redacción definitiva sea que «El personal funcionario de la escala de intervención que procede del cuerpo superior se integra...». Un error material, sin duda, sobre todo para algunos bolsillos. La anulación del obsequio no impedirá el intento de maquinar el ascenso por otra vía tramposa, esperemos a los Presupuestos a cargo de Hacienda.

Sebastián Escarrer, padre del hotelero Gabriel Escarrer y residente en El Terreno, era el encargado de lanzar la liebre mecánica en las sesiones de carreras dominicales celebradas en el Canódromo ahora reestrenado como parque. Mezclando galgos con podencos, no les sorprenderá enterarse de que la Universitat de Jaume Carot ha decidido instalar hasta un centenar de cámaras en las aulas universitarias.

El rector vendió su último despropósito como una táctica para la mejor gestión de espacios. Utilizó la excusa de que el centenar de cámaras de vigilancia no tienen audio, o que solo realizan una fotografía cada quince minutos para verificar cuánta gente hay en el aula. O que las imágenes se borran tras el recuento. O que las cámaras no poseen cableado ni están conectadas a una red de wifi. O que cumplen con la legislación al respecto. Es decir, lo mismo que te cuentan cuando te venden un sistema de espionaje Pegasus.

Ahora que ya no se podrá condenar a los caballos a galeras, cabe consignar que la medida de control universitario generó una notable controversia en el Consell de Govern de la UIB celebrado a finales de julio, las cien cámaras son tan clamorosas como ocultar una equiparación tramposa en las disposiciones finales. Cuesta irritar al dócil profesorado universitario, pero las torpes explicaciones del rector contribuyeron a soliviantar a sus colegas. Delante de una cámara se enseña mejor.

Letizia Ortiz es indiferente a los instrumentos de grabación, persigue el objetivo fotográfico con la profesionalidad de una actriz. Desde su habitual espontaneidad, la Reina se saltó el estricto protocolo durante la visita familiar a la Cartoixa. Abrió una puerta que no estaba previsto traspasar en el recorrido, y que daba a una terraza con hojarasca, descuidada pero con la inevitable belleza del conjunto. Ni corta ni perezosa, la esposa de Felipe VI convocó al resto de la Familia Real . «Venga, vamos a hacernos aquí una foto y la aprovecharemos para la felicitación de Navidad». Esperemos que no enmiende la decisión, a diferencia del Govern.

Reflexión dominical rectificada: «Donde dice ‘vendrán tiempos mejores’, debe decir ‘vendrán temperaturas mejores’».

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