Raúl Alberto Tolosa salió a navegar con su compañero desde hace seis años Argos, un cocker negro que «tocó el mar antes que la tierra», ya que antes de cumplir un mes ya surcaba en el velero de su dueño. 

La noche calurosa de verano hizo que ambos salieran a cubierta disfrutar de la brisa nocturna que azotaba la playa militar de Illetes sobre las dos de la mañana. Sin embargo, el perro que se encontraba a los pies de Tolosa, se tiró por la borda y su propietario sin pensárselo dos veces ya estaba en el agua con una linterna náutica para poder cogerlo, Argos no aparecía. La oscuridad de la noche y la desesperación empezaron a inundar la mente de Raúl, lo que llamó la atención de dos barcos vecinos que no dudaron en unirse a la búsqueda por todos los lugares que creyeron posibles hasta altas horas de la madrugada. 

A las cuatro de la mañana, el último destello de las linternas se debilitó y la inexistente luz pararon durante pocas horas el rastreo. Con los primeros rayos de sol de la mañana siguiente, el propietario de Argos que empezaba a imaginar el peor final, decidió visitar la playa para preguntar a los bañistas más madrugadores si habían conseguido ver algún rastro de su mascota. La negativa hizo que la esperanza que guardaba se fuera desvaneciendo poco a poco, «no dejaba de rezar a Dios para que volviera conmigo»

Las pocas fuerzas fueron dirigidas a realizar un último barrido por los sitios que aún no había inspeccionados y repasar aquellos que sí. A pesar del gran conocimiento que le han dado sus 16 años de navegante sobre las aguas mallorquinas, su exhaustiva búsqueda por el fondo incluso fosas marinas no funcionó. Varias ideas bailaban en su imaginación, sobre las diez de la mañana, recogía para asumir una derrota y pérdida dolorosas.

A las 11 de la mañana Daniel Sebastián estaba trabajando como cualquier otro día junto su compañero Max. Las actividades de agua que realizan en la empresa Water Sports Magaluf permiten que se alejen de la costa. A una milla de la zona costera más cercana, les pareció ver «una foca marina, algo extraño pero cosas más raras se han visto» apunta Daniel. Al acercarse a ese animal poco frecuente en estas aguas, se dieron cuenta de que no era más que un perro, concretamente un cocker negro, que aunque ellos no lo sabían respondía al nombre de Argos. La supervivencia arrojada por este cocker de seis años le permitió estar nadando a la deriva durante ocho horas.

Daniel Sebastián rescató al cocker junto a su compañero Max

Los dos compañeros lo recogieron y «dimos por hecho que venía de algún barco o de la playa de Illetes». Al llegar a la playa se dirigieron al socorrista, que accedió a quedarse con él hasta que viniera la policía, pero segundos más tarde un bañista informó de que el propietario de un velero estaba buscando un perro esa misma mañana. El «boca a boca lleno de solidaridad» como dice Raúl, había surtido efecto, Daniel y Max buscaron en los barcos más cercanos, en el segundo, el ladrido del perro hizo más que evidente que su dueño se encontraba ahí. Las lágrimas fueron inevitables y los aplausos de toda la gente que lo presenció también, al fin y al cabo había sido la búsqueda solidaria de mucha gente.