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Migrantes extutelados de Mallorca legalizan su situación e inician su inserción laboral

Varios de ellos llegaron de Argelia en patera siendo menores y este verano hacen una formación para ser pescadores

Jóvenes extutelados se forman en el dique del Oeste. MANU MIELNIEZUK

«Ahora que tengo papeles quiero avanzar en mi formación para empezar mi vida laboral. Tengo muchas ganas, estoy en el camino para estar donde quiero estar, solo tengo que seguir formándome», explica Abderrahmane Bennebri, joven extutelado que gracias a la reforma del Reglamento de Extranjería aprobada por el Gobierno a finales del año pasado ha obtenido el permiso de trabajo y de residencia al cumplir la mayoría de edad.

Abderrahmane llegó a Mallorca en 2019 cruzando en patera los 250 kilómetros que separan la isla de su país. Al ser en ese momento un menor extranjero no acompañado, la Fundació Natzaret asumió su tutela hasta cumplir los 18 años. Y con la documentación en regla, este verano ha empezado una formación para enrolarse en un barco como marinero o pescador. Es el trabajo al que aspiran muchos jóvenes argelinos porque en su país ya tenían experiencia en el mar.

La conselleria de Asuntos Sociales y las entidades que trabajan para acogerles e insertarles estiman que en Balears un centenar de estos jóvenes están en edad de beneficiarse por primera vez de un cambio legislativo que alcanza, con efecto retroactivo, a quienes hayan cumplido los 23 años. Con anterioridad a esta modificación, entraban en un limbo legal y en muchos casos les aguardaba una vida de marginalidad al no poder acceder a un permiso de trabajo reglamentario.

La reforma del Reglamento de Extranjería fue aprobada a finales del año pasado, pero no ha sido hasta hace unas semanas cuando estos jóvenes migrantes extutelados han empezado a recibir la documentación que les abre la puerta del mercado laboral. Y su acceso está siendo muy rápido.

«Están muy ilusionados, es la primera vez que pueden tener una titulación oficial y trabajar de lo que a ellos les gusta», subraya Laura Sintes, que coordina un programa de inserción laboral de quince jóvenes extutelados por la Fundación Natzaret subvencionado por el Servei d’Ocupació de les Illes Balears (SOIB).

Estos jóvenes, la mayoría de los cuales llegaron al archipiélago de Argelia y Marruecos siendo menores, realizan este mes de julio dos cursos que suman cien horas con los que obtendrán el certificado de formación básica en seguridad marítima y el certificado de barcos de pasaje. Imprescindibles para emplearse profesionalmente en un barco.

«La mayoría llegan a partir de los 16 años. Les hemos acogido y siguen con nosotros en programas de emancipación. Tenemos una serie de viviendas y ahora hemos hecho las gestiones para que obtengan el permiso de trabajo y de residencia. Iniciamos los trámites a finales del año pasado y en mayo empezamos a recibir las resoluciones, todas en positivo, para obtener ambos permisos. Así que ahora ya pueden realizar estas formaciones con el SOIB», detalla Pep Olivares, coordinador de proyectos de emancipación de la Fundación Natzaret.

«Antes de la reforma todos estos chicos se quedaban en un limbo, porque si no estaban regularizados no podían optar a una titulación oficial, solo podían hacer algún curso o taller. Eso se agravó con la crisis de la covid. Han sido dos años sin poder hacer nada», señala Olivares.

Simulan una emergencia en un barco. MANU MIELNIEZUK

«Ya estamos aquí»

Las prácticas tienen lugar en el Centro Integrado de Formación Profesional Nauticopesquera de Palma, ubicado en el dique del Oeste. Uno de los ejercicios, que se ejecuta con la supervisión de varios monitores, consiste en meterse en un contenedor lleno de humo y simular un rescate. En otra práctica, que tiene lugar en la piscina, hay que aproximarse a una hipotermia estando 40 minutos sin tocar los bordes para reproducir un naufragio.

«Estoy haciendo el curso para trabajar en el mar porque en Argelia yo era pescador», cuenta Lofti Saibi, también extutelado de la Fundación Natzaret. «Estoy muy ilusionado por tener una vida independiente. Vine a Mallorca en patera. Lo pasé muy mal, estuvimos 24 horas en el mar pasando mucho frío. Pero ya estamos aquí», celebra.

Otro de los jóvenes que hacen este curso de formación es Wassim Boussalman, originario de Marruecos. «Quiero ser marinero, trabajar en un barco, aunque todavía no tengo claro qué hacer exactamente. No tengo experiencia, pero este curso me permitirá aprender y cuando trabaje podré ayudar a mi familia», detalla.

Esta formación se completará con otro curso en el que se dotará de herramientas para asomarse al mercado laboral. «Son unas 120 horas de orientación en las que una compañera les ayudará a hacer un currículum y cómo hacer una búsqueda en los principales portales de Internet», valora Sintes.

No todos quieren trabajar en el mar. De hecho, parte de ellos ya se han empleado en el sector de la hostelería, que este verano pide mucha de mano de obra. «Estos son los primeros jóvenes que se benefician de la regularización automática. Y algunos ya han empezado a trabajar en la hostelería», señala esta profesional de Natzaret.

Fácil inserción

«Un par de ellos se sacaron la titulación de socorrista de piscina. Otros de camareros de pisos, una ocupación que antes era sobre todo de mujeres y ahora también la empiezan a hacer hombres. De los 25 que tenemos, prácticamente todos trabajan o se están formando», indica Olivares.

Los extutelados por la Fundación Natzaret comparten formación con otros jóvenes que también han pasado por otros centros de menores tutelados de la isla y buscan abrirse camino. «Me encanta el tema de los barcos, todo lo marino. Tenía ganas de prepararme porque además esta es la manera de trabajar en un buque de pasajeros o en cualquier barco», valora Silvia Alba.

«Yo ya tengo un curso de limpieza de embarcaciones y quiero tener más preparación en este ámbito», afirma por su parte Desiré Carmona.

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