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En contra

Sebastià Alzamora: «La devastación de s’Arenal es la parábola de la Mallorca actual»

Sebastià Alzamora MANU MIELNIEZUK

Cuesta entender que alguien pueda llamarse mallorquín sin haber leído ‘Ràbia’, la novela de Sebastià Alzamora (Llucmajor, 1972) muy bien vendida sin necesidad de esta publicidad añadida puesto que ha alcanzado su segunda edición, y donde la Playa de Palma se llama Bellavista.

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿‘Ràbia’ es el libro de un animalista?»

Es el libro de un animaler, el animalismo está más alejado de mí. Desde la alteridad que te ofrece un perro con su experiencia distinta de la realidad, siempre he querido saber qué pasa por su cabeza cuando nos mira.

P: Enhorabuena por haber escrito el libro mallorquín del año.

R: Gracias. Aunque un éxito en literatura es muy relativo, la recepción ha sido buena, y eso que cuando escribía Ràbia me preguntaba si habría lectores para ella.

P: ‘Ràbia’ es el estado del mallorquín actual, pero no sé si va de eso.

R: Va también de la rabia, impotencia, frustración y de esa resignación que nos ha acompañado siempre. Antes conllevaba un cierto sentido de la ironía, hoy la gente salta rápido. No la sitúo en Mallorca, pero en una novela con perro no es el animal quien tiene la Ràbia, sino los humanos.

P: Un reportaje inolvidable sobre la Playa de Palma.

R: S’Arenal ha llegado a un punto de degradación que la industria llama «zona madura». Hay belleza humana en medio de un paisaje de devastación que sirve de parábola de lo que nos pasa en la Mallorca actual. La rabia, el deterioro de la convivencia, la pérdida del sentido del humor que se exaspera en los lugares turísticos.

P: Y nos decían que el turismo no era una industria contaminante.

R: Es extremadamente nociva, y ahora a corto plazo. Ya no es solo una evidencia para ecologistas o izquierdosos. No soy catastrofista pero, o pensamos seriamente en otra manera de vivir y no sé cuál, o tenemos un futuro muy incierto.

P: Tal vez la protagonista de ‘Ràbia’ es la perra Taylor.

R: En gran medida, o coprotagonista al menos. Cuando la envenenan, porque desvelo el argumento de entrada, su dueño se queda a la deriva sin ella, confuso.

P: ¿Quién mató a la perra Taylor?

R: No queda claro, intencionadamente. Al final, da un poco igual quien lo haya hecho. Alguien encontró divertido, interesante o satisfactorio envenenar a un animal. Lo viví con un perro mío.

P: ¿Su perro Cooper también murió envenenado?

R: Sí, pero entonces no sentí que daría pie a una novela. Me asombraban la maldad y la estupidez de destruir a un ser vivo gratuitamente. Es un indicador de esta sociedad rabiosa, hacer mal porque sí a un ser desvalido por definición.

P: Una de las expresiones más repetidas de ‘Ràbia’ es «condons usats».

R: La gente siempre se ha ido de fiesta, se ha emborrachado y ha tenido sexo si podía, pero ahora se impone la tendencia al exhibicionismo, a practicarlo en la vía pública, con el paroxismo de las redes sociales.

P: Eso sí, en Mallorca siempre habrá sitio para otro centro comercial.

R: Que ni tan solo pertenece a empresarios mallorquines o españoles, sino a fondos buitre.

P: Cursach y los Pascual no salen muy bien parados en su libro.

R: Son personajes que se llaman así, pero parece que coinciden con personas reales. Está bien situarlos en s’Arenal, como representantes de lo que esta sociedad valora.

P: «Policía drogada y corrupta para una sociedad drogada y corrupta».

R: El protagonista o narrador testigo le expone sus opiniones a la perra, se desmelena y el animal aguanta.

P: Le dedica 600 páginas a Juan March en ‘Reis del món’ y nos reprocha un rasgo de ternura hacia Escarrer.

R: Escarrer me parece un autor de la literatura del yo muy reseñable. Mi vida es un gran volumen, un ejemplo de que la excelencia de nuestros hoteleros se traslada a la excelencia literaria.

P: En su libro y en ‘Mamut’ de Eva Baltasar aparecen pastores incongruentes.

R: En mi caso es un pastor real, no lo sé en el excelente libro de Eva. Quería recordar que cuando sales de Bellavista/s’Arenal, viene una zona rural con chaleterismo donde puedes encontrar a un payés, o a un hombre que cuida sus ovejas desde hace sesenta años. Los lugares turísticos son la yuxtaposición de realidades dispares.

P: ¿Se merece la izquierda lo que va a pasarle?

R: El castigo es desproporcionado, y mira que los critico en mis artículos. Además, la izquierda me da igual, somos nosotros quienes no nos lo merecemos, y me duele un retroceso que lamentaremos mucho tiempo. Propulsarán la rabia que describe la novela. Algunos independentistas se apuntan al cambio en aplicación de la doctrina del cuanto peor, mejor. Nunca han estado tan equivocados.

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