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LLETRA MENUDA

El termómetro suple y sobrepasa al Govern

Cualquier debate sobre decrecimiento turístico y límite de plazas queda desfasado por un termómetro que se ríe en su propia cara del calendario gregoriano. Ya no hay norma establecida ni tradición que valga. Cansado de esperar comportamientos racionales respetuosos con el medio natural, el cambio climático ha decidido imponer su propia dictadura. En consecuencia, será él quien regule los comportamientos turísticos y residenciales, por supuesto también económicos, en este archipiélago. Al Govern y a los agentes sociales solo les corresponderá encender el ventilador o abrir la ventana.

Hoy es Santa Margalida y al almanaque establecido le correspondía encender el fuego, pero la monja se ha encontrado con la hoja del mes de julio ya quemada por olas de calor prematuras. Nada garantiza en tales condiciones que a finales de agosto Sant Bernat pueda cumplir con su obligación de apagarlo. Los ciclos de calor se acercan uno al otro y las noches tropicales imponen el cansancio crónico. Añadan a ello colapsos en las carreteras, colas ante cualquier servicio público o comercial, inflación y sueldos bajos y podrán explicarse la pesadilla de superar el verano en Mallorca. Pero el mal sueño no se acaba aquí porque las altas temperaturas estrenadas en junio remiten a unas borrascas otoñales que actualizan el recuerdo de Sant Llorenç des Cardassar, susceptible de ser reproducido en otros lugares. Los expertos dan por hecho que el aumento de temperatura ha dejado de ser extraordinario. Esta es la nueva realidad a torear y con la que será obligado convivir.

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