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SANIDAD

Urgencias de Son Espases bate su récord asistencial en esta séptima ola

Bernardí Comas, jefe del servicio, revela que hace unas semanas atendieron en una sola jornada a 618 pacientes, cifra nunca vista desde la apertura del hospital

La zona de camillas de Urgencias de Son Espases este pasado jueves, un día «tranquilo», en opinión del doctor Bernardí Comas. MANU MIELNIEZUK

En las últimas tres semanas en el servicio de Urgencias de Son Espases han tenido que capear la tormenta perfecta: el pico de la séptima oleada de contagios covid se ha combinado con la falta de camas provocada por el déficit de personal de enfermería para atenderlas a lo que se ha sumado el exponencial aumento de la población flotante en este mes ya plenamente veraniego.

Todo ello ha provocado que hace unas semanas -Bernardí Comas, jefe del servicio, no recuerda con detalle el día, inmerso como estaba en esta vorágine asistencial-, se batiera el récord de pacientes atendidos en una sola jornada desde que el hospital de referencia abrió sus puertas en un mes invernal del año 2010: un total de 618 personas pasaron por sus instalaciones.

Y alguna de ellas pudieron permanecer en ellas hasta tres días esperando que una cama quedara libre en planta para poder ser atendido con un mayor grado de comodidad e intimidad, admite el doctor Comas, que apunta a estas 72 horas como el tiempo de espera máximo en su servicio en esta situación y matizando que solo de da «en casos puntuales».

Cuando se le enfrenta a las 90 horas que los sindicatos han llegado a denunciar como el tiempo que han pasado precariamente instalados en camillas pacientes de elevada edad, el responsable diferencia la espera desde que un paciente ya está diagnosticado hasta que sube a planta, del tiempo que transcurre desde que llega a urgencias, se le valora y se le somete a las pertinentes pruebas diagnósticas. Sumados todos estos prolegómenos, sí admite demoras asistenciales de esos calibres.

Volviendo a las causas de esta presión asistencial no vivida antes, Comas también apunta a la precaria situación de la Atención Primaria, nivel asistencial que califica de «clave: Si la Atención Primaria es accesible y ofrece una atención integral, todo el sistema sanitario sale beneficiado», subraya una persona que procede de ese ámbito y sabe de lo que habla: un paciente que no puede acceder en breve a la consulta de su médico de cabecera, se presenta en las urgencias hospitalarias. Para colmo, añade, «el turista que tiene un accidente o cualquier otro problema, no acude a un centro de salud, viene al hospital».

Afortunadamente, los casos de covid menguan en las últimas semanas en lo que parece un inicio del descenso de la curva de esta séptima ola.

En este punto, retrotrayéndose a las últimas semanas, Comas también admite que en su servicio han podido convivir usuarios con covid con otros que padecían otras patologías. Pero subrayando que esta convivencia se ha limitado hasta el momento en que se hacía el cribaje al paciente que entraba refiriendo otra enfermedad y se le diagnosticaba la infección por SARS-CoV-2. «Solo durante este lapso de tiempo hemos tenido a un covid positivo en una zona no covid. Cuando hemos comprobado que estaban contagiados, se ha procedido a su inmediata separación, como venimos haciendo desde el inicio de la pandemia durante la que hemos mantenido dos circuitos bien diferenciados para pacientes covid y pacientes no covid», subraya.

En esta última semana el doctor Comas ya aprecia una bajada significativa de los pacientes covid así como una menor afluencia de los afectos por otras patologías. «Ahora estamos atendiendo a una media de unos 450 pacientes diarios, la afluencia a Urgencias se ha estabilizado en esta última semana», señala sin saber muy por qué y barajando la hipótesis de que podría deberse a las últimas informaciones que describían un servicio sobresaturado y que podrían haber tenido un efecto disuasorio.

Aunque es imposible de prever la afluencia de pacientes a Urgencias, el doctor Comas defiende algún tipo de planificación quirúrgica que, respetando las intervenciones oncológicas que no admiten esperas, contemple que en torno a uno de cada diez pacientes que llega al hospital precisará ser hospitalizado y, por tanto, necesitará una cama. «Cuando hay un problema hay que buscar soluciones. Que el servicio de Urgencias esté saturado, significa que el hospital también lo está y esto lo paga el paciente y el profesional, al que sometemos a una presión asistencial y a una frustración que también tiene consecuencias», advierte.

Ya para concluir, el doctor Comas insta a llevar mascarilla en recintos cerrados con grandes aglomeraciones de personas ya que, advierte, el efecto de las vacunas podría estar ya diluyéndose y este final de la séptima ola pandémica podría ser tan solo el preludio de una octava oleada con casos más graves por una menor protección de las vacunas.

No es lugar para intoxicados etílicos

La eterna reivindicación de que hay que evitar que los jóvenes turistas que se emborrachan de forma incontrolada acaben en los servicios de Urgencias hospitalarios sigue sin ser atendida. Y para el jefe de Urgencias de Son Espases es una medida que ya debería ser inaplazable. «Este último mes hemos atendido a muchos jóvenes con intoxicaciones etílicas procedentes de las zonas turísticas», lamenta el doctor Comas.

Y lo lamenta porque se trata de unos pacientes que llegan en muchas ocasiones con comportamientos muy agresivos, que requieren de contención y que perturban el normal desarrollo de la actividad asistencial en su servicio.

«Crean una gran distorsión con el personal sanitario y con los propios pacientes que están siendo atendidos por patologías más graves como ictus o infartos», lamenta este profesional que no duda en calificar estas situaciones como una «disfunción del sistema».

Por ello aboga porque estos pacientes sean sometidos a un triaje extrahospitalario, esto es, que sean evaluados antes de ser trasladados a los servicios de Urgencias hospitalarios.

Y, sin sustraerse a su responsabilidad, el doctor Comas aboga porque los que reúnan criterios de riesgo, aquellos cuya intoxicación etílica pueda derivar en consecuencias más graves que un tremenda resaca al día siguiente, sigan siendo llevados al hospital. Pero que los que únicamente necesitan dormir la borrachera no perturben la tranquilidad de los pacientes con patologías más graves ni la de los profesionales que los atienden.

«La evaluación de su estado la podría hacer el (servicio de emergencias) 061 o los centros de salud de Urgencias», sugiere el doctor Comas admitiendo que luego habría que buscarles un espacio donde dormir la mona o, como ya se hace en el Reino Unido, dejarles a cargo de sus familiares o de sus compañeros de juerga.

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